Lima (AFP) – El torero español Juan Ortega y su colega peruano Joaquín Galdós deleitaron el sábado al público en la Plaza La Esperanza en Lima en la reanudación de las populares corridas de toros en Perú, una actividad que tienen casi más seguidores que el fútbol en el país y que estaban suspendidas desde el año pasado por la pandemia.
«¡Olé, olé», corearon varias veces los casi 3.000 espectadores en esta plaza de toros de Lurín, un distrito costero del sur de Lima, donde Ortega y Galdós mostraron sus habilidades con la capa y espada en el primer espectáculo taurino desde la irrupción de la pandemia en marzo de 2020.
«Lo que sientes en una plaza […] es equivalente a los gladiadores del Coliseo romano», dijo a la AFP Galdós, de 26 años, antes de entrar a la arena.
La Feria de la Esperanza continuará este domingo y el próximo fin de semana. Otro espectáculo taurino ya está programado el 12 de diciembre en esta misma plaza y pronto se realizarán otros en provincias.
Por la pandemia, todas las actividades masivas fueron paralizadas el año pasado en Perú, lo que propinó un duro golpe a los amantes de las corridas de toros.
«Para mí la fiesta de los toros es una gran pasión», dijo a la AFP Claudia Crispi, comunicadora de 26 años, quien acudió a la plaza de Lurín con amigos.
«Es una tradición que me enseñaron de muy niño», dijo por su parte Rodrigo Frías, un estudiante de derecho de 19 años.
En 2020, la paralización de las actividades masivas no solo afectó a los amantes de las corridas, sino también a los empresarios de espectáculos taurinos, a los criadores de ganado y toreros.
También a los mozos de estoques, los que confeccionan los trajes, los que tenían cuadras de caballos, los que transportaban el ganado y los vendedores de comida en las plazas adentro y afuera de las plazas.
Tradición colonial –
Las corridas de toros -que culminan con la muerte del animal- llegaron a América con los conquistadores españoles en el siglo XVI y todavía cautivan a miles de peruanos de todas las clases sociales. El país tiene más plazas de toros que estadios de fútbol.
En la plaza de Lurín, con capacidad para 2.900 espectadores, los abonos para los dos fines de semana se vendieron rápidamente a entre 208 y 445 dólares, más que las entradas para el fútbol, un precio cercano al salario mínimo del país de 233 dólares, y que se vendieron rápidamente.
Junto a la plaza se instalaron puestos de comida española y criolla, donde almorzaron muchos asistentes, y de venta de artesanías, sombreros y recuerdos. El público llegó unas tres horas antes del inicio del espectáculo.
En 2020, la pandemia logró lo que los animalistas no habían podido: cancelar los espectáculos taurinos, incluida la Feria del Señor de los Milagros, la principal de Perú.
Esta feria se realizaba cada año a fines de octubre en la Plaza de Acho de Lima, con capacidad para 14.000 espectadores, inaugurada hace 255 años, durante el virreinato español.
«La Esperanza es una plaza complementaria a una tradicional, que es Acho», dijo a la AFP el dueño de la arena de Lurín, Tito Fernández.
Acho está situada en el populoso distrito de Rímac, próximo al centro histórico de Lima. Es de las más antiguas plazas de toros del mundo (1766) y acogía desde 1946 la Feria del Señor de los Milagros.
Durante la fase más dura de la pandemia la centenaria arena sirvió como albergue temporal para ancianos sin hogar y todavía sigue cerrada.
Perú tiene 199 plazas de toros, según cifras oficiales, muy por encima de sus 80 estadios de fútbol. Y los portales taurinos destacan que los peruanos que pagan para ver corridas de toros duplican a quienes acuden al fútbol profesional.
«Pandemia dura» –
Además de la feria de Acho, antes de la pandemia se organizaban «unas 700 corridas al año» en las provincias peruanas. En ellas se mataban unos 2.500 toros, según el ganadero y torero retirado Rafael Puga, ganador en 1973 del Escapulario de Oro, máximo galardón en la centenaria arena limeña.
«Para nuestra alegría, La Esperanza viene ahora a cubrir el vacío de la Feria del Señor de los Milagros», dijo Puga, explicando que «para los taurinos ha sido muy dura esta pandemia de dos años».
«Lamentable» –
Como contrapartida, hay peruanos tristes por el retorno de la actividad taurina: los animalistas.
«Es lamentable que sigamos permaneciendo con estas practicas tradicionales, violentas, anacrónicas, desfasadas, que no aportan nada positivo a la sociedad», dijo a la AFP la activista Rota Oyague, del colectivo Perú Antitaurino.
En febrero de 2020, el Tribunal Constitucional de Perú se negó a proscribir las corridas de toros y las peleas de gallos (muy populares también en el país), como pedían 5.286 ciudadanos en una demanda colectiva para eliminar el maltrato a los animales.
Al fundamentar su fallo, el Tribunal afirmó que «no existe una ‘Declaración Universal de los Derechos de los Animales'».