Los Angeles (AFP) – Narcotraficantes, violadores, serpientes venenosas: el presidente Donald Trump aplica una vez más su ya incendiaria estrategia anti-inmigrantes, con la que logra azuzar su base sin que necesariamente le cueste el voto latino en contra.
A poco de las elecciones de medio mandato del 6 de noviembre, en las que el partido de gobierno podría perder el control del Congreso, el mandatario ha dicho que quiere abolir el derecho constitucional a la ciudadanía para los hijos de inmigrantes nacidos en Estados Unidos y ha ordenado disparar contra los miembros de la caravana de centroamericanos que traten de entrar al país ilegalmente.
Pero aunque Trump tiene el rechazo mayoritario de la comunidad latina, casi 30% de los votantes hispanos lo apoyaron en 2016.
«En 2016 muchos analistas indicaron que los comentarios del entonces candidato Trump contra los inmigrantes podría motivar a más latinos a ir a las urnas», pero «la participación cayó», dijo a la AFP Mark Hugo López, director de investigación migratoria y demográfica del Centro de Investigación Pew.
Un récord de 29 millones de hispanos están registrados para votar en estas elecciones, que renueva los 435 escaños en la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y las gobernaciones de 36 estados. Pero se espera que solo un cuarto vayan a las urnas el martes.
«Habrá que ver qué pasa este año», agregó López. «Los latinos pueden estar más interesados en votar pero hay indicios que muestran que la participación no subirá mucho en comparación con 2014», pese a que dos tercios de los hispanos estiman que las políticas de Trump les perjudican.
En las últimas elecciones de medio mandato, en 2014, la participación latina en las urnas fue de 27% (6,8 millones), la más baja desde 1986, según Pew.
Y esta alta abstención explica la falta de interés de los grandes partidos en invertir en campañas destinadas a conquistar el voto latino.
– Foco en la base –
Los latinos tienen una imagen «en decadencia» de ambos partidos, y aunque son más bien demócratas, creen que éstos «no están haciendo lo suficiente», estimó Christine Marie Sierra, profesora emérita de Ciencias Políticas de la Universidad de Nuevo México.
«Nos la pasamos escuchando que tienen que llegar a la clase trabajadora blanca o a las mujeres blancas de algunos suburbios, que está bien, pero esa no es su base, sino las comunidades de color», dijo a la AFP. «Tienen que invertir mucho más, especialmente en los latinos para superar esta falta de participación».
Un estudio de la organización Latino Decisions mostró que 63% de los hispanos registrados para votar quieren ejercer el sufragio, pero por lo menos la mitad no fue contactada aún por alguno de los candidatos de su distrito, la mayoría de las veces desconocidos para ellos.
«Cada vez que hay una elección se cumple la profecía de que aquellos votantes que son contactados son más propensos a votar», explicó David Ayón, que trabajó en este análisis. «Esto demuestra la desinversión crónica en la participación de latinos».
Sierra insiste en que «cualquier grupo electoral importa» en elecciones como esta, que se pueden decidir por un puñado de votos en estados donde incluso no haya una alta población hispana como California, Texas, Florida o Nueva York.
Pero tanto demócratas como republicanos pecan en ignorar a los latinos, que además constituyen un bloque muy diverso y no votan de forma monolítica.
Los republicanos, por ejemplo, cuentan con el apoyo de la mayoría de los cubano-estadounidenses, pero también de veteranos de guerra o evangélicos hispanos centroamericanos.
«La diversidad de la población latina y la forma en la que se identifica con los dos partidos políticos no está necesariamente ligada al origen», señaló López.
– Puerta a puerta –
En las elecciones se verá si el demócrata Beto O’Rourke finalmente conquista el voto de los latinos en Texas; si los puertorriqueños pueden inclinar la balanza hacia los demócratas en Florida, adonde han llegado en masa tras el huracán María el año pasado; y si California puede teñir de azul -el color del partido opositor- los pocos bastiones en control de los republicanos.
Ante la inacción de los partidos, varias organizaciones como ACLU, Mi Familia Vota o NextGen se han volcado a las calles para movilizar electores latinos.
Alex Galeana trabaja para NextGen en Modesto, una localidad conservadora en California. Es un mexicano de 22 años protegido por el programa DACA, creado por Barack Obama para proteger a miles de indocumentados traídos a Estados Unidos de niños y que Trump eliminó.
«No puedo votar» pero «quiero asegurarme que la gente que pueda votar, vote, para que escojamos un Congreso que se preocupe sobre los asuntos que nos importan».
«Tenemos varios electores latinos diciendo que participarán en la elección y una de las razones que nos dijeron para ir a votar es por el hombre que ocupa la Casa Blanca».