Laredo (Estados Unidos) (AFP) – Pete Saenz, el alcalde de la ciudad texana de Laredo, observa molesto la cerca de alambre de púas instalada por los militares estadounidenses que ahora bordea su activa y bulliciosa ciudad, en la frontera con México.
«Es una sorpresa para algunos de nosotros, un shock sinceramente. No estamos acostumbrados al alambre de púas», dice el alcalde a AFP.
Laredo, con una población de unas 260.000 personas de las cuales 96% son de origen latino, es una de las áreas que han sido «reforzadas» por el ejército por órdenes del presidente Donald Trump.
Como parte del refuerzo, mediante el envío de unos 5.900 militares a la frontera, el ejército también instaló una brillante cerca de metal con púas a lo largo de las verdes riberas de Laredo.
Y la población local se está comenzando a preocupar por las consecuencias que esto pueda traer a una ciudad que depende fuertemente del intercambio fronterizo.
En una entrevista en su oficina esta semana, donde la bandera mexicana se encuentra al lado de la de Texas, Saenz dice que entiende el deseo del gobierno federal de proteger la frontera.
Pero está preocupado de que la presencia militar pueda causar una caída en el paso legal de personas entre Laredo y su ciudad hermana de Nuevo Laredo, al otro lado del Río Grande, en México.
«Estéticamente, no luce bien. Si pudiéramos manifestarnos como ciudad creo que objetaríamos el alambre de púas», dice Saenz, destacando que la ciudad ha tenido algunas discusiones iniciales sobre la posibilidad de enfrentar la cerca instalada por las autoridades federales.
Clientes mexicanos representan entre 40% y 50% de los compradores minoristas en Laredo, en particular en un gran «outlet» que ofrece mejores precios y productos que cualquier lugar en Nuevo Laredo.
Los residentes mexicanos de Nuevo Laredo pueden pasar a Laredo para comprar y trabajar, con permisos especiales, y unas 17.000 personas cruzan diariamente de un lado al otro del puente.
– «Atados por la cadera» –
Incluso una pequeña caída en el paso de peatones podría tener un gran impacto en la economía local, una preocupación que se extiende por otras zonas fronterizas.
En Nogales, Arizona, por ejemplo, el tráfico peatonal desde México se ha reducido dramáticamente y los vendedores están sintiendo el impacto.
«No veo como algo positivo que (Trump) esté poniendo las cercas. La gente de México va y compra, deja su dinero allá», dice Sandra Chavez, una ciudadana estadounidense en Nuevo Laredo.
«No están haciendo nada malo», asegura.
Las preocupaciones crecen en esta época del año, cuando empieza la frenética temporada de compras navideñas.
Saenz dice que es pronto para saber si el paso legal de personas está cayendo, pero algunos vecinos dicen que observan cambios.
Comparado con hace dos años, «parece que muchas tiendas han cerrado, y parece más una ciudad fantasma», dice en el pintoresco centro de la localidad Laura Pole, una turista británica que ha visitado Laredo tres veces en los últimos años.
Pero lejos del centro, flanqueado por una catedral y construcciones al estilo hacienda, empleados de grandes tiendas dicen que por el momento no han notado cambios importantes.
Laredo está indudablemente vinculada a México y el español es de lejos la lengua dominante. La ciudad cambió de manos varias veces en el siglo XIX y fue una vez parte de México.
«Suelo decir que estamos atados por la cadera», dice Saenz.
El tráfico peatonal va en ambos sentidos, pues ciudadanos estadounidenses con frecuencia pasan a México a buscar medicinas y viviendas más baratas.
Algunas familias viven de ambos lados de la frontera.
«Que el ejército sea desplegado aquí es ridículo», dice Angela Torres, una estadounidense cuyo esposo fue deportado y ahora vive en Nuevo Laredo, mientras ella mantiene su casa del lado estadounidense y cruza a diario.
– Enorme puerto terrestre –
Los críticos han calificado la orden de Trump de costosa movida electoral, pues llegó justo antes de las elecciones de medio mandato del 6 de noviembre.
Pero un agente de la patrulla fronteriza, no autorizado a dar su nombre, saludó el refuerzo militar pues cada día cientos de migrantes intentan cruzar los 50 km de demarcación que vigila.
La operación fronteriza costará unos 72 millones de dólares, según el Pentágono. La misión está prevista hasta el 15 de diciembre.
Aparte de las ventas al por menor, Saenz dice que Laredo es el principal puerto terrestre para mercancías que llegan a Estados Unidos.
Unos 214.000 millones de dólares en mercancías pasan anualmnete por Laredo, según Saenz, mientras camiones de carga transitan cerca del centro de la ciudad hacia el puente fronterizo.
«Esto es lo que mueve nuestra ciudad, intercambio, logística, depósitos, distribución, y por eso nuestra relación con México es tan sensible», dice Saenz.
«Es fácil gobernar desde Washington o Austin (la capital estatal) algunas veces sin saber el impacto en la frontera misma», dice. «Nosotros lo vivimos, lo sentimos, lo asumimos y económicamente dependemos de ello», agrega.