Washington, 28 mar (EFE).- El presidente, Donald Trump, firmó hoy un decreto con el que busca la independencia energética del país y crear empleos, particularmente en la deprimida industria del carbón, a costa de empezar a desmantelar el legado contra el cambio climático de su predecesor en la Casa Blanca, Barack Obama.
En un breve discurso antes de firmar la orden en la sede de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, en inglés) en Washington, Trump proclamó el inicio de una «nueva era» para la producción de energía y la eliminación de la «intrusión» gubernamental en el sector.
Trump declaró, además, que la «guerra al carbón» ha terminado, al prometer la cancelación de regulaciones del Gobierno federal que, a su juicio, están «matando empleos» y anticipar una «nueva revolución energética», centrada en fomentar la producción nacional y reducir la dependencia del extranjero.
«La acción que estoy tomando hoy eliminará la extralimitación (del Gobierno) federal y permitirá a nuestros trabajadores prosperar, competir y tener éxito en igualdad de condiciones por primera vez desde hace mucho tiempo», enfatizó Trump.
Según el mandatario, se trata ante todo de recuperar empleos y «hacer a Estados Unidos rico de nuevo».
Para lograrlo, la orden de Trump pide revisar y reescribir las directrices del Plan de Energía Limpia de Obama, lanzado en 2015 con la meta de que Estados Unidos reduzca para 2030 en un 32 % las emisiones de carbono de las centrales eléctricas con respecto a los niveles de 2005.
Con ese plan, pieza fundamental de los esfuerzos de Obama contra el cambio climático y bloqueado provisionalmente por el Tribunal Supremo en febrero de 2016, el expresidente pretendía ir reemplazando las centrales eléctricas de carbón por plantas abastecidas con gas natural y energías limpias como la eólica o la solar.
Para el Gobierno de Trump, ese plan de Obama supone una «guerra» contra la industria del carbón y una prohibición de facto a la construcción de nuevas plantas.
Otra de las medidas incluidas en el decreto presidencial consiste en levantar la moratoria vigente sobre nuevas concesiones para explotación de carbón en tierras de propiedad federal.
Por otro lado, la orden de Trump elimina el requisito de que las agencias del Gobierno federal consideren el impacto para el cambio climático en su toma de decisiones sobre proyectos relacionados con el medioambiente, así como el reconocimiento de Obama de que frenar el calentamiento global es un asunto de seguridad nacional.
En la ceremonia celebrada en la sede de la EPA estuvieron acompañando a Trump el jefe de esa agencia y escéptico del cambio climático, Scott Pruitt, los secretarios de Energía, Rick Perry, e Interior, Ryan Zinke, y el vicepresidente, Mike Pence.
También estuvieron presentes trabajadores y mineros de la industria del carbón, una de las más afectadas por las «regulaciones devastadoras», en palabras de Trump, impuestas bajo el mandato de Obama.
Durante la campaña electoral, Trump prometió revivir la industria del carbón y recuperar empleos perdidos en los numerosos mítines que celebró en condados mineros.
El sector ha celebrado las medidas de Trump, pero los expertos advierten de que un aumento en la producción de carbón puede no ser sinónimo de nuevos empleos, dada la creciente mecanización.
El decreto de hoy no menciona el Acuerdo de París sobre el cambio climático que establece en el marco de las Naciones Unidas medidas para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y que entró en vigor a finales de 2016.
Durante la campaña electoral, Trump prometió sacar a EEUU del Acuerdo de París y llegó a decir que la amenaza del cambio climático era un «invento» de China.
Pero el Gobierno de Trump todavía no ha decidido si cumplirá los compromisos del Acuerdo de París y varios miembros del gabinete del magnate, entre ellos los secretarios de Defensa, James Mattis, y Estado, Rex Tillerson, han dado indicios de que están a favor de que EEUU continúe siendo parte del pacto climático.
Para la organización Sierra Club, el principal grupo medioambiental de Estados Unidos, la orden de Trump es el «mayor ataque» a las políticas contra el cambio climático «en la historia» del país.
El director ejecutivo de Sierra Club, Michael Brune, denunció en un comunicado que, además, el decreto de Trump «ignora» la realidad de que la economía vinculada a las energías limpias está creciendo en estados tanto demócratas como republicanos, «creando empleos» y protegiendo el aire y el agua.
Mientras, el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, acusó a Trump de ofrecer un «regalo» a la gran industria petrolera a expensas de la «salud y seguridad» del pueblo estadounidense y de todo el planeta.