Buenos Aires (AFP) – Raquel Esquivel, descendiente del pueblo originario qom, celebra que a casi un siglo de la matanza de sus ancestros en la denominada «Masacre de Napalpí» un tribunal haya sentenciado este jueves la responsabilidad del Estado argentino y diera voz a los indígenas.
«Que salgan a la luz los hechos y que se cuente con voces indígenas», expresó como deseo Esquivel en declaraciones telefónicas a la AFP.
«Es importante que se cuente, que salga la verdad», insistió Esquivel en una entrevista desde Machagai, una pequeña ciudad cercana a la reserva de Napalpí, 1.000 kilómetros al norte de Buenos Aires.
«Mi historia personal empieza por una búsqueda de la identidad, era algo que me faltaba: la lengua. Mi abuela habla el qom pero mi mamá y yo no lo hablamos. Esa era mi inquietud: ¿por qué mi abuela no le había enseñado a mi mamá?. Le pregunté y me contó que muchos hermanos -como llamamos a los de la misma comunidad- habían muerto. No me dio muchos detalles», rememora esta profesora de ciencias políticas.
Sin acusados vivos casi un siglo después, el «juicio por la verdad» buscó echar luz sobre lo ocurrido en la llamada «Masacre de Napalpí» (en la provincia del Chaco, norte), el 19 de julio de 1924, en la que se calcula que fueron masacrados entre 400 y 500 indígenas.
Ese día, un centenar de policías y gendarmes abrieron fuego contra un millar de indígenas de las etnias qom y mocoit -tobas y mocovíes en español- reunidos para protestar por las deplorables condiciones de vida en una reserva en la que trabajaban los campos de algodón en estado de semi esclavitud, según la sentencia.
«Las abuelas empezaron a contar» –
A sus 33 años, Esquivel es una de las personas que más investigó el caso junto al historiador Juan Chico, fallecido el año pasado. Además, fue una de las declarantes en este juicio histórico.
En 2007 encontró en una biblioteca pública la primera referencia que tuvo sobre la «Masacre de Napalpí»: «Eran apenas tres renglones», subraya.
Allí comenzó su investigación. «Primero en los libros donde había muy poca información. Me enteré que había una sobreviviente en Machagai, Melitona Enrique, y tuve la oportunidad de entrevistarla. Ella hablaba lengua qom pero no español, los hijos me facilitaron el contacto», explicó.
El 16 de enero de 2008, en ocasión de un acto en Machagai por el cumpleaños de Melitona Enrique -quien tenía más de 100 años y falleció poco después-, el entonces y actual gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, pidió perdón en nombre del Estado por esa masacre.
«Entonces se empezó a hablar un poco, empezamos ese caminito. Otras abuelas empezaron a contar. Es muy doloroso, el temor en ellas se sentía», afirma.
Pero Esquivel siguió investigando. «Lo que hicimos es una reconstrucción de la historia con trabajo de campo, con las memorias orales de nuestros abuelos y de los sobrevivientes y familiares. Muchos se animaron a hablar cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense comenzó a hacer excavaciones en Napalpí», detalla.
Asi fue que encontraron a la ‘Abuela Rosa’, Rosa Grillo, también centenaria y la última sobreviviente, cuyo testimonio filmado fue proyectado en la sala de audiencias del juicio.
«Se empezó a salir del silencio, los más ancianos hacen talleres en las comunidades para que los chicos aprendan», explica Esquivel.
La sentencia del juicio destacó que en 2010 se hayan oficializado en Chaco las tres lenguas de los pueblos nativos: el qom, mocoit y wichí.
«Nosotros somos consecuencia de la masacre de Napalpí. No tenemos nuestra lengua materna porque los que hablaban qom eran perseguidos por la policía y discriminados. Se llamaron a silencio para sobrevivir», señala Esquivel, quien está en pleno aprendizaje de la lengua y a punto de recibirse de licenciada en educación bilingüe intercultural.