San José (AFP) – Miles de trabajadores marcharon este miércoles en la capital de Costa Rica en repudio a un conjunto de proyectos de ley en discusión legislativa que buscan regular el empleo público y el derecho a huelga.
La marcha sindical se dio en momentos que la Asamblea Legislativa (congreso) elegía un nuevo directorio, que será encabezado por Carlos Ricardo Benavides, del opositor Partido Liberación Nacional (socialdemócrata), impulsor de algunos de los proyectos rechazados por los trabajadores.
Los manifestantes, con los colores de los diferentes movimientos sindicales, inundaron la céntrica avenida segunda en su marcha por San José.
Los trabajadores rechazaron un proyecto de ley de empleo público que busca profesionalizar la burocracia y regular los aumentos salariales en ese sector, así como una legislación sobre el derecho a huelga, que limita las condiciones en que los trabajadores pueden paralizar labores.
Esta última ley fue impulsada luego de una prolongada huelga del sector público en 2018 para intentar impedir una reforma fiscal, aprobada por el congreso, que contempla aumentos tributarios para ayudar a contener el déficit fiscal de 6% del PIB.
«Eliminan una serie de derechos adquiridos con esos proyectos de ley. El gobierno tiene miedo de que el pueblo trabajador se manifieste y diga la verdad», declaró en la manifestación Mélida Cedeño, presidenta de la Asociación de Profesores de Segunda Enseñanza.
Cedeño rechazó también otra iniciativa que busca declarar la educación como un «servicio esencial», lo que impediría a los trabajadores de ese sector paralizar labores.
En la marcha, el sindicato de empleados del seguro social creó un «árbol genealógico de la maldad», similar a un árbol de navidad adornado con fotos de diputados y jerarcas del gobierno, al que prendieron fuego como un acto de protesta.
Frente al parque La Merced, en otro punto de la capital, se produjo un enfrentamiento por la presencia de algunos simpatizantes de izquierda que se manifestaron a favor de los gobernantes de Venezuela, Nicolás Maduro, y Nicaragua, Daniel Ortega.
Su llegada provocó una reacción de rechazo de un grupo de exiliados nicaragüenses, lo que obligó a la policía a intervenir y detener a varias personas.