Tosagua.- Para un grupo de mujeres del distrito ecuatoriano de Tosagua, cerca de la costa del Pacífico, la vida cotidiana solía seguir el patrón de muchas comunidades agrícolas, cuidando de sus familias, los cultivos y el ganado.
Pero desde hace cinco años, las 127 integrantes de la Asociación de Mujeres Comunitarias de Tosagua (AMUCOMT) están al frente de una iniciativa pionera en el Ecuador para relanzar la producción de algodón en la zona.
Desde su apogeo en la década de 1970, el cultivo casi había desaparecido por una combinación de factores relacionados con el clima, las plagas y las tendencias de la economía mundial.
La reintroducción del algodón, con el apoyo de la FAO, la Agencia Brasileña de Cooperación del Ministerio de Asuntos Exteriores y el Ministerio de Agricultura y Ganadería del Ecuador, está ayudando a transformar la vida de las comunidades rurales, y de las mujeres en particular, como cultivadoras tradicionales de algodón, dentro de una estrategia de agricultura diversificada.
Siguiendo el modelo de las experiencias exitosas del Brasil, el proyecto hace rotar el algodón con los cultivos tradicionales de las campesinas—maní, yuca y maíz—, aumentando la resiliencia y la adaptabilidad de la comunidad al cambio climático.
El Ecuador es uno de los siete países de la región, junto con la Argentina, el Estado Plurinacional de Bolivia, Colombia, Haití, el Paraguay y el Perú, que implementan el proyecto +Algodón.
Esta iniciativa de cooperación trilateral Sur-Sur promueve el desarrollo sostenible de la cadena de valor del algodón en la región para incrementar los ingresos y las oportunidades de empleo de los agricultores familiares.
Este impulso a los ingresos de estas mujeres ecuatorianas ha reforzado también su confianza en ellas mismas. “Ahora sentimos que llevamos las riendas de esta empresa, que es el algodón”, asegura Melva Ormaza, miembro de la asociación.
El trabajo consiste en la elaboración de la fibra mediante una innovadora tecnología de desmotado en pequeña escala. Se trata de un avance que empodera a la comunidad para producir algodón de forma viable sin depender de las grandes desmotadoras, de las cuales la última que quedaba en el Ecuador cerró al inicio de la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19).
El proyecto proporcionó la mini-desmotadora, que actualmente es la única del país.
Las mujeres creen que este equipo garantiza beneficios considerables para el futuro, ya que les ofrece la posibilidad de emprender y dar el salto hacia la apertura de sus propios talleres de costura para la obtención de productos de valor añadido —como ropa— y la venta de las semillas como pienso.
La reactivación de la producción de algodón en la comunidad reforzará aún más la labor de estas mujeres que, desde que crearon su asociación en 2005, han tenido un papel fundamental en el seno de la economía local y de la comunidad como agentes de cambio social, lo que las convierte en modelos para muchas mujeres de la zona.
Este año, la asociación AMUCOMT recibió la certificación “SOMOS EPS” del Ecuador, otorgada a las organizaciones que cumplen con los principios de la Economía Popular y Solidaria (EPS) del país.
Esto les otorga ventajas, como la participación preferente en espacios de promoción y comercialización, así como el acceso de sus productos y servicios a las empresas privadas.
Y en octubre de 2022 deben recibir el sello de certificación nacional para los productos procedentes de la agricultura familiar.
Mientras la comunidad internacional celebra el Día Mundial del Algodón el 7 de octubre, la importancia de este proyecto y del trabajo de esta comunidad ecuatoriana, “va más allá de la simple producción de un producto básico; muestra el potencial del algodón para ayudar a promover los medios de vida decentes de una forma respetuosa con el medio ambiente y sostenible, obteniendo productos a precios justos”, afirma el Representante de la FAO en el Ecuador, Agustín Zimmermann.
Todavía hay que hacer más para allanar las dificultades en el mercado. Pero Zimmerman asegura que la reactivación del sector algodonero en el Ecuador tiene el potencial de ofrecer oportunidades y empleos decentes para las comunidades rurales.