Ciwidey (Indonesia).- Al contemplar el exuberante mosaico de tierras verdes arboladas que se intercalan con campos cultivados, a Pendi, líder de la comunidad de 49 años, le resulta difícil recordar el aspecto que tenían sus bosques comunitarios en 2005.
Por aquel entonces, esas mismas tierras del distrito de Ciwidey, a 200 kilómetros al sudeste de Yakarta, la capital de Indonesia, eran yermas e improductivas, sin ningún tipo de vegetación.
Durante aquella época, caracterizada por la inseguridad de los derechos de tenencia y el escaso sentido de propiedad de las tierras, el ritmo de la deforestación en Indonesia era galopante.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que el país perdió un promedio anual de 580 000 hectáreas de bosque entre 2000 y 2010.
Esta pérdida ha puesto en peligro no solo la biodiversidad del país, sino también los medios de subsistencia de las comunidades: alrededor de 40 millones de indonesios dependen de los bosques para ganarse la vida.
“Sin los bosques, nos cuesta llegar a fin de mes”, dice Pendi.
Al ver los efectos que estaba teniendo la pérdida de masa forestal en su modo de vida tradicional, Pendi y su grupo comunitario se propusieron revertir la deforestación y reclamar los terrenos rasos.
Comenzaron plantando árboles y diversos cultivos para ganarse la vida; sin embargo, al no ser los propietarios jurídicos de la tierra, se vieron expuestos a numerosas dificultades, como los frecuentes desalojos y los robos de cosechas.
Ahora esos esfuerzos comunitarios cuentan con el respaldo del programa de silvicultura social de Indonesia, una iniciativa que se ve aún más reforzada por el apoyo de la FAO, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y otros asociados a través del Programa de Colaboración de las Naciones Unidas para Reducir las Emisiones debidas a la Deforestación y la Degradación Forestal en los Países en Desarrollo (Programa ONU-REDD).
Silvicultura social
Gracias al programa de silvicultura social de Indonesia, adoptado en 2016, las comunidades locales han entrado en la nueva era de la gestión forestal. El programa está diseñado con el fin de reforzar los derechos de acceso a la tierra, empoderar a las comunidades y prestar apoyo a las prácticas de conservación de los bosques.
El Gobierno tiene como objetivo reasignar a las comunidades locales un total de 12,7 millones de hectáreas de bosques estatales, que equivalen al tamaño de la principal isla indonesia de Java, y permitirles gestionar sus bosques durante décadas.
A día de hoy, el programa ha concedido títulos de propiedad de 5,6 millones de hectáreas de bosque estatal a un millón de hogares.
En 2018, Pendi y su comunidad obtuvieron derechos de tenencia sobre unas 1.160 hectáreas de tierra por un período de 35 años.
Conceder derechos de gestión de la tierra a largo plazo a las comunidades locales ha generado beneficios notables; el resurgimiento de la vegetación ha ocupado el lugar de los terrenos baldíos e improductivos.
Mezclar con armonía la silvicultura y la agricultura
Al disponer de derechos seguros sobre la tierra, Pendi y su comunidad se sintieron con la confianza suficiente para intercalar cultivos, como el café, con diferentes especies de árboles.
“Gracias a los ingresos procedentes del café, nuestros medios de vida mejoraron. Además, nos proporcionaron fondos suficientes para seguir invirtiendo en la plantación de diferentes cultivos y en tecnologías que nos permitían controlar el uso de la tierra a través de una aplicación de teléfono móvil”, explica Pendi.
Sin embargo, la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID‑19), que se desató en 2020, les asestó un duro golpe: las restricciones obstaculizaron tanto la producción como el acceso a los mercados.
En ese contexto, la FAO y el PNUMA pusieron en marcha en la región el Programa ONU-REDD en apoyo de los agricultores. Con financiación de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, la ejecución del Programa ONU-REDD corre a cargo de la FAO y el PNUMA de forma conjunta, y en colaboración con la Secretaría de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN), el Centro Regional de Capacitación en Silvicultura Comunitaria (RECOFTC) para Asia y el Pacífico y otros asociados.
Aprovechando el aumento de la seguridad en la tenencia de la tierra propiciado por el programa de silvicultura social del país, en el marco del Programa ONU-REDD se impartieron módulos de capacitación para que Pendi y su comunidad mejoraran sus conocimientos técnicos en materia de agrosilvicultura.
Este apoyo ha sido decisivo a la hora de revitalizar sus medios de subsistencia tras la COVID‑19.
Liberar el potencial de la silvicultura social
Tanto en Indonesia como en otros países, en el marco del Programa ONU-REDD se está trabajando para que la silvicultura social “tenga un mayor reconocimiento como actividad de mitigación y adaptación que ayuda a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero”, afirma Serena Fortuna, Jefa del equipo de la FAO para el Programa ONU-REDD.
“Además, es importante que sirva para romper el vínculo entre la agricultura y la deforestación”, añade.
Mediante el programa se proporciona además a las comunidades locales un mejor acceso a la financiación y a los mercados, lo que constituye “un factor esencial para liberar todo el potencial de la silvicultura social en Indonesia”, afirma Alexis Corblin, Asesor Técnico Superior sobre clima y bosques del PNUMA.
“Este enfoque ofrece una forma de promover resultados medioambientales positivos al tiempo que crea oportunidades para el desarrollo empresarial y de los medios de subsistencia”.
La experiencia de Pendi demuestra que la silvicultura social puede representar un método prometedor para mejorar los medios de subsistencia de las comunidades y, al mismo tiempo, preservar los bosques y la biodiversidad.
Las tierras antaño degradadas se han transformado en prósperos ecosistemas que brindan la posibilidad de almacenar carbono, estabilizar las laderas y mejorar la calidad del agua, el aire y el suelo.
Además de Indonesia, en el marco del Programa ONU-REDD también se están poniendo en marcha actividades en Camboya y la República Democrática Popular Lao.
Con el apoyo adecuado a las comunidades, las iniciativas de silvicultura social pueden liberar el gran potencial que ofrecen los bosques para mitigar los efectos del cambio climático, y ofrecer al mismo tiempo un futuro más equitativo para todos.