Cuando Elissa Davey supo sobre el cuerpo de un bebé que había sido encontrado en Chula Vista, no pudo dejar de pensar en él.
“Mi primer pensamiento fue ‘cómo alguien pudo haber hecho algo asi’”
Un mes después llamó a la oficina del forense para saber que había sido del bebé y le comunicaron que si nadie lo reclamaba lo sepultarían en una fosa común.
“Cuando le pregunte, ‘como se reclama un cuerpo que no es de su familia, me respondió, ‘muestreme un lugar digno donde colocarlo y se lo entregamos’”, relata Davey. Asi fue como el pequeño, a quien bautizaron Adam, fue sepultado con dignidad.
Ese fue el comienzo de Jardin de Inocencia, un lugar donde los cuerpos de los bebés que son abandonados reciben sepultura en forma digna. En los últimos 17 años han sepultado mas de 300 bebés que han sido abandonados en botes de basura, han muerto en hospitales o han sido enviados a los crematorios pero nunca fueron reclamados por sus padres.
Actualmente existen 10 jardines en cementerios en varias ciudades de California y el país.
“Es algo que debe hacerse porque ellos [los pequeños] necesitan paz. Necesitan un cierre y ser enviados a casa con amor y dignidad, entre familiares y amigos”, dijo Davey, fundadora del Jardín de Inocencia Nacional y co-fundadora del Jardín de Inocencia de San Diego.
Es algo que ellos cumplen con cabalidad. En cada servicio asisten personas que nunca conocieron al pequeño pero que desean acompañarlo en el momento en que se coloca en su último lugar de descanso. Cada infante recibe un nombre propio y las personas demuestran su amor con flores, cantos y plegarias.
“Cuando regreso a casa siento que he logrado algo. Que hoy es un nuevo dia y salgo de aquí con un corazón más ligero sabiendo que hice algo especial, que todos los que asistieron hicieron algo especial”, dijo Davey.