San Salvador (AFP) – Los salvadoreños acuden este domingo a votar en un colorido ambiente de tranquilidad para elegir un nuevo presidente, con el exalcalde capitalino Nayib Bukele como favorito, ante el desgaste de los partidos tradicionales, en medio de la persistente violencia de las pandillas y el alto costo de vida.
Luego de superar retrasos en la apertura de algunas mesas de votación, el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Julio Olivo, en un primer balance pasadas tres horas de la jornada, dijo que «estamos muy satisfechos».
«Queremos decirle a la nación entera que el cien por ciento de los centros de votación han sido aperturados», destacó Olivo.
Mostrando camisetas celestes, rojas o tricolor de los partidos contendientes, centenares de simpatizantes formaban largas filas para ingresar a los centros de votación en diferentes puntos de la capital.
El presidente Salvador Sánchez Cerén declaró a la prensa que «no hay ningún reporte de dificultades en ningún centro», tras votar en la escuela salesiana Domingo Savio, en el este de la capital.
«La población está asistiendo con mucha tranquilidad y con mucha normalidad a emitir su voto sabiendo que su voto va a ser respetado», exclamó el mandatario.
Poco más de 5,2 millones de electores están llamados a votar durante las próximas 10 horas en unos 1.600 centros. Según el presidente del TSE, los resultados deben conocerse por la noche.
«Venimos a votar confiados que haya un cambio», declaró a la AFP Aracely Bonilla, quien se presentó a sufragar en la escuela parroquial de San Agustín, en Mejicanos, periferia norte de San Salvador.
El jefe de la misión de observación electoral de la Unión Europea, Carlos Iturgaiz, comentó que, «salvo mínimos retrasos por cuestiones organizativas», el proceso se desarrolla en un ambiente de tranquilidad.
Se trata de la sexta elección presidencial desde el fin de la guerra civil de 12 años en 1992, mediante la firma de acuerdos de paz entre el gobierno y la guerrilla.
Las encuestas señalan como favorito a Bukele, de 37 años, postulado por el conservador partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana), seguido por el empresario de supermercados Carlos Calleja (42), de una coalición de cuatro partidos de derecha liderada por Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
En el eventual caso de que Bukele lograra imponerse, deberá pactar una alianza para poder gobernar con la derecha que domina el actual Congreso, en funciones hasta 2021.
En la contienda de este domingo también participan el gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, exguerrilla izquierdista), que presenta al excanciller Hugo Martínez, tercero en las encuestas, y el empresario Josué Alvarado, del minoritario partido Vamos, con escasas posibilidades.
Si ningún candidato obtiene la mitad más uno de los votos, habrá un balotaje el 10 de marzo.
Coreando «el pueblo unido, jamás será vencido», el candidato Martínez votó en una escuela pública del oeste capitalino, mientras que Calleja lo hizo en la Feria Internacional, donde sus seguidores gritaban «Calleja presidente».
– Inseguridad, la prioridad –
Quien resulte ganador deberá atender el ya viejo problema de las violentas pandillas, que extorsionan a la población y fueron responsables de la mayoría de los 3.340 homicidios cometidos en 2018 en El Salvador, un país con una tasa de 51 muertes por cada 100.000 habitantes.
«El nuevo presidente debe ofrecer soluciones atrevidas en el tema de la seguridad«, declaró a la AFP el analista y profesor de la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) Carlos Carcach.
En el pasado, gobiernos de derecha apostaron por la represión o negociaron en secreto con las pandillas.
La izquierda, en tanto, con el expresidente Mauricio Funes (2009-2014), alentó una tregua entre las dos principales pandillas que redujo temporalmente los homicidios.
Cada año miles de salvadoreños emigran por la violencia y la falta de empleo.
Entre octubre y noviembre pasado, más de 3.000 salvadoreños abandonaron el país en caravanas con la intención de llegar a Estados Unidos.
– Estancamiento económico –
El futuro mandatario deberá enfrentar también el lento crecimiento de una economía dolarizada que en los últimos cinco años no ha logrado llegar al 3% de crecimiento anual.
«La debilidad de la economía salvadoreña está asociada a las reformas que se implementaron después de la guerra (1980-1992); reformas cuyo centro fue la liberalización», destacó en un editorial la jesuita Universidad Centroamericana (UCA).
Recordó que los gobiernos de derecha implantaron una reforma fiscal que redujo el impuesto a la renta y creó el impuesto al valor agregado (13,5%), vendieron los bancos estatales, privatizaron empresas y dolarizaron la economía para «acelerar el crecimiento vía libre mercado».
Según la UCA, «el único éxito del modelo fue la concentración de la riqueza en pocas manos» y el país vive las consecuencias con «la violencia, el desplazamiento, la migración forzada y las maras (que) son subproducto del modelo implementado».
«El Salvador necesita más fuentes de trabajo, y más seguridad en cada esquina», exigió este domingo Daniel Morales, un estudiante universitario de 24 años listo para ejercer su voto.