Lancaster (California).- En un día que marcó un doble hito, Freddie Hernández celebró no solo su cumpleaños número 47, sino también su «renacimiento». 

Este «renacimiento» fue posible gracias a la obtención de su título de licenciatura, junto con otros 10 estudiantes encarcelados, a través de la Iniciativa de Graduación de Prisiones (PGI)  de Cal State LA.

La ceremonia, realizada el jueves 5 de diciembre en la Prisión Estatal de California en el Condado de Los Ángeles, simbolizó mucho más que la entrega de títulos: representó transformación, esperanza y nuevas oportunidades para hombres que han pasado gran parte de sus vidas tras las rejas.

“Ya no me define el asesinato que cometí en 1998 cuando tenía 20 años. Hoy soy un erudito”, declaró Hernández, quien cumple una condena de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. 

Su discurso reflejó un mensaje de redención, enfoque en la educación y la importancia de aprovechar las oportunidades.

La iniciativa PGI: Educación como herramienta de transformación  

Fundada en 2016, la Iniciativa de Graduación de Prisiones de Cal State LA es el primer programa presencial en California que ofrece la posibilidad de completar una licenciatura a personas encarceladas. 

Desde su inicio, más de 50 estudiantes han obtenido su título, y la tasa de reincidencia entre quienes han sido liberados es del 0%.  

El programa comenzó con clases por correspondencia, pero ha evolucionado para incluir licenciaturas en Comunicación y Estudios Liberales. En 2027, se proyecta incorporar un grado en Administración de Empresas, ampliando las oportunidades para más de 170 estudiantes distribuidos en tres prisiones estatales.

Según Bidhan Roy, director del programa, la educación en prisión no solo brinda herramientas académicas, sino que también valida el valor personal de los estudiantes. 

«Muchos recuerdan haber sido etiquetados como incapaces o sin valor durante su juventud. Completar este programa les permite desafiar esas percepciones y sanar», explicó Roy.

Historias de resiliencia y nuevos comienzos  

Casi Amezcua, de 48 años, es un ejemplo de superación personal a través del programa. Tras más de dos décadas en prisión, su condena fue conmutada, y fue liberado en abril de 2023. 

Amezcua completó su licenciatura en Comunicación en el campus de Cal State LA y ahora participa en iniciativas que apoyan la reintegración laboral de exconvictos.

«Necesitaba un propósito en la vida», expresó Amezcua, quien ahora se enfoca en reconstruir relaciones con su familia y aspira a obtener una maestría. Su motivación, como la de muchos otros graduados, nació de un profundo deseo de cambio interno y de ser un mejor ejemplo para sus hijos.

El impacto duradero de la educación  

La ceremonia también contó con la presencia de graduados recientemente liberados, como Edwin Cruz y Dallas Wright, quienes regresaron a la prisión para acompañar a sus compañeros. 

Cruz, liberado en noviembre de 2024, habló sobre la mezcla de emociones que siente al volver: alegría por sus logros, pero también culpa por haber obtenido su libertad mientras otros compañeros permanecen encarcelados.

Durante su discurso, Freddie Hernández destacó a varios graduados que participaron en el programa de entrenamiento canino Paws For Life, una iniciativa que no solo ayuda a rehabilitar a los presos, sino que también fomenta habilidades de liderazgo y empatía.

Hernández también compartió su plan a futuro: convertirse en consejero especializado en rehabilitación de drogas y alcohol. Mientras tanto, continúa inspirando a otros dentro de la prisión a inscribirse en el PGI. Hasta ahora, ha convencido a cuatro compañeros de comenzar sus estudios.

Un futuro prometedor  

El programa PGI sigue creciendo, con planes de atender a 139 estudiantes en tres prisiones para 2024 y expandirse aún más en los próximos años. Según la presidenta de Cal State LA, Berenecea Johnson Eanes, iniciativas como esta no solo cambian vidas individuales, sino que también transforman comunidades enteras.  

«Este tipo de días son los que hacen que los días difíciles valgan la pena. Ver su resiliencia y dedicación es inspirador para todos nosotros», afirmó Eanes.

Para hombres como Hernández, Amezcua y Cruz, la educación ha sido más que un título: ha sido un símbolo de esperanza y redención, marcando el inicio de una nueva etapa en sus vidas. Como expresó Elizabeth Hernández, esposa de Freddie: «Tuvo que venir aquí para encontrar su verdadero yo».