Los Ángeles, 19 feb (EFE).- A 75 años de que se instaurarán en EEUU campos de concentración para personas de origen japonés, el nombre de un hispano sale a relucir por el gesto solidario que tuvo de internase voluntariamente en uno de esos centros.
Nacido y crecido en Los Ángeles, Ralph Lazo decidió ingresar de manera voluntaria y en apoyo a amigos que fueron encarcelados en un campo de concentración de California, creado tras la orden ejecutiva firmada por el presidente Franklin D. Roosevelt, el 19 de febrero de 1942.
«Cuando muy pocas personas apoyaron a los japoneses estadounidenses, Ralph hizo un acto muy valiente, renunciando a su libertad y se quedó al lado de sus amigos, por eso debemos recordar su aporte siempre», dijo hoy a Efe Kathy Masaoka, vocera del grupo pro japonés Nikkei for Civil Right Redress (NCRR).
Lazo creció en Bunker Hill, uno de los barrios de Los Ángeles con mayor diversidad cultural en las décadas de 1930 y 1940, y en la que la población blanca convivía con latinos, japoneses, vascos, judíos, filipinos, coreanos y afroamericanos.
Tras el decreto de Roosevelt, firmado un día como hoy hace 75 años, el país se vio sacudido por una orden que derivó en el encarcelamiento de más 122.000 estadounidenses de origen japonés, algunos de ellos latino-japoneses, bajo el argumento de que representaban un peligro para EEUU, que en esos años enfrentaba a Japón en la Segunda Guerra Mundial.
A sus 16 años, Lazo vio como, Yoshindo Shibuya, uno de sus mejores amigos de la escuela secundaria Belmont, fue detenido y llevado al campo de concentración de Manzanar, al norte de California. Tras recibir una carta de su compañero en la que le contaba sus penurias, el hispano decidió internarse en el campo de concentración para hacerle compañía.
Masaoka, quién junto a la organización NCRR, ha impulsado la divulgación del acto heroico del hispano, señaló que Lazo es considerado por la comunidad como un «buen amigo» que jamás será olvidado.
El hispano, de ascendencia mexicana e irlandesa, fue un alumno destacado de la secundaria de Manzanar y tras su graduación fue reclutado por el ejercito estadounidense.
Al cumplir su periodo militar estudio en la Universidad California Los Angeles (UCLA) donde se convirtió en profesor y continúo con el activismo comunitario, impulsando a los latinos a participar en los procesos electorales.
En 1988, cuatro años de fallecer, Lazo participó en una campaña para que el Gobierno estadounidense reconociera la injusticia que se cometió contra los estadounidenses de origen japonés y pidiera perdón a esta comunidad.
El caso de este hispano tiene un lugar reservado en el Museo Nacional Japonés Americano de Los Ángeles, en donde se expone la transcripción de una entrevista que dio, y en la que a la pregunta de porque fue al campo de concentración, solo se limitó a decir: «Ninguno de nosotros debió haber ido».
«La lección de solidaridad que nos dejó Lazo, no la podemos olvidar, en estos tiempos que debemos unirnos y apoyarnos como una sola comunidad», destacó Masaoka.