Sakon Nakhon (Tailandia).- Repleto de micronutrientes y vitaminas, el arroz integral germinado que produce la empresa comunitaria Ban Lao, en la provincia tailandesa de Sakon Nakhon, al noreste del país, goza desde hace tiempo de gran popularidad entre los consumidores que desean cuidar su salud.
Sin embargo, conseguir que su producción fuera rentable solía ser una tarea complicada. La elaboración de esta especialidad de arroz implica remojo y fermentación o germinación durante la noche, seguidos de cocción al vapor para cocer el grano antes de secarlo.
“Si lo secábamos demasiado poco, el arroz se enmohecía. Si lo secábamos demasiado, se rompía durante el proceso de molienda, por lo que obteníamos menos arroz”, explica Natakarn Dakawong, Presidente del Grupo Brown Rice Ban Lao Community Regeneration.
Pero todo eso ha cambiado gracias a un proyecto destinado a reducir la pérdida de alimentos en las operaciones de elaboración y distribución de las microempresas y las pequeñas y medianas empresas (mipymes) productoras de alimentos y a disminuir el desperdicio en sus operaciones de venta al por menor.
El proyecto, financiado por el Gobierno del Japón, fue formulado y supervisado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Se implementó con el Gobierno tailandés, con el apoyo técnico de la Universidad Mahidol de Tailandia.
Gracias al uso de instrumentos simples proporcionados en el marco del proyecto —como un medidor de humedad para controlar el proceso de secado y un termómetro digital—, la comunidad pudo reducir las pérdidas en la elaboración y mejorar la calidad del producto final.
También se redujeron las pérdidas durante el transporte utilizando una máquina de sellado al vacío y transportando el arroz envasado en cajas de plástico poco profundas. Todas estas medidas han contribuido a alargar la vida útil del producto, reducir el desperdicio en la venta al por menor y garantizar el cumplimiento de los reglamentos y las normas tailandesas.
Estos cambios se traducen en más arroz de mejor calidad para los consumidores y más dinero en los bolsillos de los miembros de la comunidad. Con una capacidad de producción de 1 500 kilogramos al mes y unos 450 kilogramos de pérdidas evitadas, eso supone un aumento de aproximadamente 1 000 USD (36 000 THB) en los ingresos totales.
Y este es solo un ejemplo de las 25 mipymes tailandesas que recibieron apoyo del proyecto en cinco sectores: productos de origen animal, productos lácteos, pesca, productos a base de arroz y aperitivos.
Lecciones aprendidas sobre la pérdida de alimentos
Las causas subyacentes comunes de la pérdida de alimentos eran la mala calidad de la materia prima, la falta de una gestión adecuada de las operaciones de elaboración (en lo relativo a la temperatura, el pH, el contenido de humedad y el tiempo) y un envasado y sellado inadecuados de los productos acabados.
Dado que el 91 % de los negocios agroalimentarios del Sudeste asiático está gestionado por mipymes, el papel de estas es absolutamente crucial.
Pero, ¿hasta qué punto aprenden a reducir la pérdida de productos alimentarios en sus operaciones?
“Las mipymes tienen su propia tradición local, que es muy útil para identificar las medidas mejoradas. Conocen sus propios problemas y limitaciones y están dispuestas a trabajar para mejorar la eficacia de sus operaciones”, asegura Nattapol Tangsuphoom, responsable nacional de la FAO en el proyecto.
Hacer frente a esos puntos críticos donde se producen pérdidas de alimentos “no cuesta mucho”, asegura Rosa Rolle, Jefa del equipo de la FAO encargado de las cuestiones relacionadas con la pérdida y el desperdicio de alimentos.
“Se puede mejorar enormemente con simples instrumentos que resultan novedosos para las personas que nunca han tenido la oportunidad de utilizarlos”.
Estos cambios no solo ayudan a mejorar la calidad del producto, aumentar los ingresos y reducir las pérdidas de alimentos, sino que también pueden resultar útiles si se utilizan los subproductos para compostar los campos o alimentar a los animales.
El Gobierno tailandés se ha centrado en especial en reducir las pérdidas de alimentos en el sector arrocero, equipando a la cooperativa con un secador solar para mejorar la eficacia de sus operaciones de secado.
En palabras de Vanida Khumnirdpetch, del Ministerio de Agricultura y Cooperativas de Tailandia: “Al fin y al cabo, todo el mundo tiene que participar de la forma que mejor se adapte a sus capacidades, y así podremos conseguirlo juntos”.
Esto pone de relieve una oportunidad para que más países sigan el ejemplo. “Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos es fundamental para transformar los sistemas agroalimentarios y mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición”, afirma Rolle.
“Siempre abogamos por que los gobiernos hagan más en términos de formulación de políticas y creación de un entorno propicio para apoyar la reducción de las pérdidas de alimentos. Hacer frente a la pérdida de alimentos en una industria compuesta en gran parte por mipymes es fundamental, ya que son una fuente muy importante de alimentos para sus poblaciones”, concluye Rolle.
La FAO está finalizando un manual multilingüe de capacitación y un curso en línea para ayudar a reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos en las operaciones de elaboración, distribución y venta al por menor de las mipymes.
El hecho de que una sola empresa haya evitado la pérdida de varios cientos de kilos de arroz al mes muestra el enorme potencial que pueden tener estas medidas a escala mundial. La FAO está tratando de ampliar estas medidas entre las mipymes de otros países del mundo.
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