Caracas (AFP) – «No estamos logrando nada con esto», lamentó Antonio Figueroa, refiriéndose a manifestaciones contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. El llamado del líder opositor Juan Guaidó a una nueva jornada de protestas este lunes tuvo una pobre acogida.
«Yo he ido a marchas bastante, pero no he visto nada. El país sigue igualito», aseguró este comerciante de 53 años, mientras caminaba por una despejada plaza Francia en Altamira (este), un bastión de la oposición en Caracas. Ni siquiera sabía que Guaidó había convocado movilizaciones callejeras.
Unas 100 personas se concentraron en la neurálgica avenida Libertador, que comunica el este con el oeste de la capital venezolana, sosteniendo pancartas con mensajes como «calle sin retorno» y «calle por la libertad».
Un piquete de policías, con equipos antimotines, dispersó a empujones esa concentración.
Fue una floja respuesta ante la «agenda de conflicto» con la que Guaidó, jefe del Parlamento reconocido como presidente encargado de Venezuela por medio centenar de países, busca reactivar protestas para intentar expulsar a Maduro del poder, denunciando que su reelección en 2018 fue fraudulenta.
«La protesta es sinónimo de que no nos acostumbramos a la tragedia (…). Depende de todos hacer frente a la dictadura», escribió este lunes Guaidó en Twitter.
En El Marqués (este), Fátima Alayoubi protestaba en una acera con una bandera tricolor en mano junto a una decena de personas. «Todos tenemos miedo, pero en la casa no vamos a llegar a nada», dijo a la AFP la maquilladora de 34 años, que se resigna a apoyar a «su único líder».
Miles de personas acompañaron la autoproclamación de Guaidó a comienzos de año. Sin embargo, la asistencia a protestas políticas ha mermado en los últimos meses.
Venezuela sufre la peor crisis de su historia moderna, con el desplome de la vital producción de crudo y una inflación galopante que el FMI prevé cierre 2019 en 200.000%.