Santiago (AFP) – Su buen olfato para los negocios lo llevó a convertirse en uno de los hombres más ricos de Chile, y su persistencia a ser el primer mandatario de derecha en casi 50 años (2010-2014). El empresario Sebastián Piñera ganó la primera vuelta de las presidenciales chilenas de este domingo y ahora deberá enfrentar un balotaje.
Piñera se impuso con el 36,64% de los votos y disputará el balotaje el próximo 17 de diciembre ante el candidato del oficialismo, el periodista Alejandro Guillier.
Los votos que obtuvo, sin embargo, son menos de los previstos por las proyecciones de analistas, que planteaban incluso su triunfo en primera vuelta. Menor también a la votación obtenida en la elección de 2009 frente al demócrata cristiano Eduardo Frei, cuando obtuvo el 44%.
Si Piñera finalmente gana el balotaje, sería el único político de derecha en gobernar Chile en dos ocasiones desde hace casi un siglo, al final de un largo camino que siempre transitó conjuntamente con el manejo de sus negocios, que lo llevaron a tener hoy una fortuna valorada en 2.700 millones de dólares, según Forbes.
Piñera, que cumple 68 años el 1 de diciembre, ha transitado por una fina línea que se confunde entre la gestión de su patrimonio con los deberes de un hombre de Estado y ha debido doblegar un carácter impulsivo para ganarse la confianza del electorado de centro derecha.
«No puede estar dedicado a ganar plata y además a gobernar el país. Es lo uno o lo otro», acusó Guillier en campaña.
Cuando en 2010 llegó a la Presidencia, después de dos décadas de carrera política, dilató la venta de acciones de un canal de televisión, de la aerolínea LAN (ahora LATAM tras la fusión con la brasileña TAM) y del club de fútbol Colo Colo.
«En la vida uno no siempre hace lo que quiere y por las razones que ustedes conocen, tomamos la decisión de vender Colo Colo», dijo Piñera para justificar esa operación, que le reportó ganancias por 7,4 millones de dólares.
Mientras era mandatario y se discutía un litigio marítimo entre Chile y Perú en la Corte de Justicia de La Haya, una de sus empresas compró acciones de la pesquera peruana Exalmar, que se benefició del resultado de la sentencia internacional que modificó el límite marítimo entre ambos países, agregando para Perú unos 22.000 km de mar. Fue sobreseído recientemente en ese caso por la justicia chilena.
– «Aprender de los errores» –
Tras una primera derrota contra Michelle Bachelet en 2005, cuatro años después Piñera logró romper dos décadas de hegemonía de gobiernos de centro-izquierda para alcanzar la presidencia de Chile tras ser senador, liderando, después del retorno de la democracia, la renovación de la derecha en la llamada ‘Patrulla Juvenil’.
Sus promesas de una nueva forma de gobernar pronto se desmoronaron. La realidad se impuso: gobernar un país no es lo mismo que administrar empresas.
«Se dio cuenta que fue mucho más complejo de lo que pensaba. Su periodo en La Moneda lo hizo aprender que las cosas son más difíciles», según una de sus biógrafas, la periodista Bernardita del Solar.
A tropiezos e incluso burlas públicas por los frecuentes errores en los que incurre al citar datos históricos, compilados por el semanario ‘The Clinic’ en las llamadas ‘Piñericosas’, llevaron a Piñera a cultivar la templanza en esta campaña para la reelección, trazada desde el mismo día en que dejó el palacio presidencial de La Moneda con un 50% de apoyo.
– Nueva campaña, viejos problemas –
En medio de la caída de la popularidad de Bachelet tras el escándalo de corrupción que involucró a su hijo mayor, su imagen de hombre próspero volvió a embelesar al electorado chileno para permitirle encabezar este domingo la primera vuelta de la elección, aunque sin poder evitar un balotaje.
Una revancha para Piñera que al final de su gobierno confesó sentir «envidia» de Bachelet, por el carisma innato y la gran cercanía que logra con las masas. En cambio, él parece frío, distante y soberbio.
Con su nueva candidatura volvieron también a la escena pública sus tics nerviosos – un molesto movimiento de hombros – su rostro crispado, su ostentoso reloj rojo que rompe con su preferencia por los trajes oscuros, y las bromas (algunas machistas de mal gusto) con las que suele hacer frente a situaciones públicas.