Lima (AFP) – Perú enfrenta nuevamente la posibilidad de una abrupta salida de su presidente, un año después de haber tenido tres mandatarios en apenas cinco días.
El Congreso peruano, dominado por la oposición, decidirá este martes si acepta debatir una moción de destitución del presidente izquierdista Pedro Castillo, lo que recuerda las caídas de los mandatarios Pedro Pablo Kuczynski en 2018 y Martín Vizcarra en 2020.
«El actuar del presidente deja mucho que desear», expresó la legisladora Heidy Juárez, de Alianza para el Progreso (centroderecha), al apoyar la moción presentada el 26 de noviembre por tres partidos de derecha, entre ellos el fujimorista Fuerza Popular.
«El objetivo de estos grupos es vacar al presidente sin ningún sustento y con absoluta irresponsabilidad», reaccionó Castillo en un mensaje al país, el lunes.
Castillo, un maestro rural de 52 años que ganó un reñido balotaje en junio frente a la derechista Keiko Fujimori, lleva 120 días de mandato acosado por la oposición y pugnas en el oficialismo, lo que ha gatillado la salida de una docena de ministros.
El presidente fue salpicado por un escándalo de supuesta injerencia de su gobierno en los ascensos militares por el que fue citado a declarar el 14 de diciembre ante la fiscal nacional, Zoraida Ávalos.
Por este caso renunciaron el ministro de Defensa, Walter Ayala, y el secretario de la Presidencia, Bruno Pacheco. El nivel de desaprobación del presidente pasó de 46% en septiembre a 57% en noviembre.
«La mejor salida a la crisis sería la destitución de Castillo y su vicepresidenta [Dina Boluarte], y convocar a nuevas elecciones presidenciales», dijo a la AFP el sociólogo Fernando Rospigliosi, asesor de Fujimori.
«Es una embestida de la derecha, porque nunca aceptaron democráticamente haber sido derrotados en las urnas», declaró por su parte a la AFP la excongresista de izquierda y escritora Rocío Silva Santisteban.
«Incapacidad moral» –
La admisión a debate de la moción no está garantizada, pues este paso requiere el 40% de los votos de los legisladores asistentes. Y para remover a un presidente se necesitan los votos de al menos 87 del total de 130 parlamentarios.
La moción la presentaron parlamentarios de los partidos derechistas Avanza País, Fuerza Popular y Renovación Popular, que representan un tercio del Congreso. El oficialismo tiene una cifra similar.
La posible destitución de Castillo ronda en el aire desde su elección, cuando esos tres partidos denunciaron «fraude» a pesar del aval dado al proceso electoral por observadores de la OEA y la Unión Europea.
«Declárase la permanente incapacidad moral del Presidente de la República, ciudadano José Pedro Castillo Terrones», dice la moción.
La incertidumbre política levanta nubarrones sobre la economía peruana: el dólar está en alza y mientras cae la inversión privada, lo que frenaría el crecimiento.
«La moción de destitución pone su granito de arena en aumentar la incertidumbre», dijo a la AFP el economista independiente Jorge González Izquierdo.
Protestas –
La presunta «incapacidad moral» también fue invocada para deshacerse de Kuczynski y de Vizcarra.
El 21 de diciembre de 2017, Kuzcynski (derecha) sobrevivió a un intento de vacancia gracias a los votos de Kenji Fujimori y una decena de fujimoristas disidentes, lo que enfureció a su hermana Keiko Fujimori, jefa del partido.
Sin embargo, el antiguo banquero de Wall Street renunció el 21 de marzo de 2018, un día antes de que el Congreso votara una segunda moción que, previsiblemente, iba a ser aprobada.
Vizcarra, quien debía completar el mandato de Kuczynski, superó un intento de destitución el 18 de septiembre de 2020, pero no pudo escapar del segundo dos meses después.
La remoción del popular mandatario de centro desató multitudinarias protestas, reprimidas con saldo de dos muertos y un centenar de heridos.
La represión generó una ola de repudio que condujo a la dimisión de Manuel Merino, el jefe parlamentario derechista que lo había reemplazado cinco días antes. Fue sustituido por el legislador centrista Francisco Sagasti, quien le entregó el poder a Castillo, el 28 de julio.
«La gente va a salir» –
Si Castillo es destituido debería asumir la vicepresidenta Boluarte, quien posiblemente enfrentaría similar destino.
Si ella también fuera vacada, el sillón presidencial lo ocuparía la jefa del Congreso, la derechista María del Carmen Alva, quien tendría que convocar a elecciones en seis meses.
«Es un riesgo de que esto [nuevas elecciones] no nos lleve a una situación mejor, pero lo que tenemos ahora nos lleva al desastre», afirmó Rospigliosi.
Pero Silva Santisteban advirtió que una eventual remoción de Castillo acarreará masivas protestas, como ocurrió con Vizcarra.
«Va a haber una movilización en contra, la gente va a salir a las calles», vaticinó.