París (AFP) – La pandemia no da tregua a la deforestación: el año pasado se perdió una superficie equivalente a la de Holanda en bosques vírgenes tropicales, con Brasil a la cabeza de una lista en la que Bolivia escaló al tercer puesto.
En total, los incendios y la tala de árboles destruyeron 4,2 millones de hectáreas de bosques tropicales primarios, un alza de 12% respecto a 2019, según el informe anual Global Forest Watch, divulgado el miércoles por el World Resources Institute (WRI).
Esta pérdida se tradujo en 2,64 gigatoneladas de emisiones de CO2, equivalentes a las emisiones anuales de 570 millones de autos, más del doble de los que hay en circulación en Estados Unidos.
Teniendo en cuenta el conjunto de bosques y plantaciones de los trópicos, el año pasado desapareció una superficie total de 12,2 millones de hectáreas.
Esta destrucción se debe principalmente a la agricultura, pero también a los incendios provocados por las olas de calor y las sequías en países como Brasil, Australia y Siberia, según el informe, que se basa en datos obtenidos mediante satélites.
Estos datos muestran una «emergencia climática, una crisis de biodiversidad, un desastre humanitario y una pérdida de oportunidades económicas», alertó Frances Seymour, del WRI, con sede en Washington.
«Desolador» –
Brasil concentró más de un tercio de la superficie de bosques vírgenes destruidos –1,7 millones de hectáreas (+25% anual)–, y mientras en 2019 los incendios se registraron sobre todo en zonas ya arrasadas del Amazonía, en 2020 «los fuegos provocados por el hombre abarcaron también zonas forestales, puesto que se propagaron debido a las sequías».
Solo en la región amazónica, el alza anual de deforestación fue de 15%.
Estudios recientes mostraron que la deforestación en la cuenca del Amazonas podría acabar suscitando un nuevo régimen climático, convirtiendo en sabana los bosques tropicales de la región.
El gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, en el poder desde 2019, es objeto de críticas por su gestión medioambiental y su política de favorecer la actividad de la industria minera y agropecuaria en las zonas forestales.
«Brasil, que había logrado reducir significativamente la deforestación en la Amazonía, ahora ve cómo se esfuman todos esos esfuerzos. Es desolador», según Seymour.
Los incendios también devastaron la región de Pantanal, que se extiende de Brasil a Bolivia, país que escaló del cuarto al tercer lugar de la clasificación del WRI, detrás de República Democrática del Congo.
El informe estima que casi 30% de la superficie de este territorio natural se redujo a cenizas en 2020, privando a grupos indígenas de agua y comida, como fue el caso del pueblo nómada de los guatos del sureste de Brasil, y provocando la muerte de miles de animales de especies vulnerables, como los jaguares.
«Las zonas húmedas arden (…) La naturaleza nos murmuraba desde hacía un tiempo que se avecinaba el peligro. Ahora, lo dice gritando», añadió Seymour, para quien este fenómeno muestra claramente que los bosques tropicales ya son víctimas del cambio climático.
América del Sur, la región más golpeada –
En los 10 puestos de la lista, figuran un año más cinco países sudamericanos: además de Brasil y Bolivia, Perú ocupa el quinto lugar, Colombia, el sexto, y México, el último.
Indonesia en cambio logró reducir por cuarto año consecutivo la deforestación (-17% en 2020), retrocediendo al cuarto lugar por primera vez desde que el WRI empezó a elaborar su informe hace 20 años.
Según el estudio, el dato es una señal de que las políticas del gobierno indonesio, favorecidas el año pasado por unas condiciones climáticas más propicias, «parecen surtir efecto a largo plazo».
Los bosques cubren más del 30% de la superficie terrestre de la Tierra y los tropicales albergan entre 50% y 90% de las especies terrestres.
El lunes, un estudio publicado en la revista Nature Ecology & Evolution mostró cómo la creciente demanda de productos como el café y la soja por parte de los países ricos está acelerando la deforestación en los trópicos.