Bogotá (AFP) – Colombia se prepara para unas elecciones presidenciales decisivas. Los flagelos del narcotráfico, la corrupción y la desigualdad se suman a la necesidad de consolidar una paz aún frágil pese al histórico acuerdo con las FARC.
La violencia de los grupos armados que se disputan el control de antiguos feudos de la exguerrilla comunista, en particular en las fronteras del país, y la inseguridad en las ciudades también marcan la primera vuelta de la elección, que se celebrará el 27 de mayo.
– Implementar la paz –
«Terminado el conflicto, los colombianos tenemos por delante el enorme desafío de construir la paz», ha reiterado el presidente Juan Manuel Santos, quien por ley dejará el poder en agosto tras ocho años de mandato.
Premio Nobel de Paz 2016, Santos fue el artesano del acuerdo firmado ese año con las entonces Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Pero sus esfuerzos para acabar con el último conflicto armado de América no se reflejan en su popularidad, que según encuestas es inferior al 20%.
Nacido en 1964 de una insurrección campesina que reclamaba mayor distribución de tierras, el que fue el grupo rebelde más poderoso del continente se desarmó y devino en partido político el año pasado.
La implementación del pacto -cuestionada por los exguerrilleros que acusan incumplimientos del Estado- será una de las principales tareas del próximo gobierno.
«El nuevo presidente de Colombia se enfrentará a la decisión de si implementar el acuerdo como está o modificarlo», dijo a AFP Cristian Rojas, director del Programa de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana.
No obstante, los puntos estructurales del pacto difícilmente podrán ser cambiados.
Entre los seis candidatos en contienda, el abogado Iván Duque, de 41 años, quien promete reformar el acuerdo de paz, figura como favorito bajo los colores del derechista Centro Democrático (CD), del influyente senador y expresidente Álvaro Uribe (2002-2010).
El CD considera que el acuerdo garantiza «impunidad» a los responsables de delitos graves. La colectividad advirtió primero con «hacer trizas» el pacto, pero luego llamó a reformarlo.
Un eventual mandato de Duque «sería problemático» para impulsar los cambios «estructurales» convenidos en el acuerdo, que incluye reformas electoral y agraria para combatir la desigualdad, señaló Yann Basset, director del Observatorio de Representación Política de la Universidad del Rosario.
– Desigualdad –
A Colombia la ha desgarrado una guerra fratricida que, en medio siglo, ha enfrentado a guerrillas, paramilitares de ultraderecha y agentes estatales, dejando más de ocho millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados.
Rica en minerales, biodiversidad y piedras preciosas, Colombia es también uno de los países más desiguales del continente, solo superado por Haití y Honduras.
La pobreza impacta a 17% de los 49 millones de habitantes, con picos de 36,6% en las regiones más aisladas, particularmente en zonas rurales, según cifras oficiales.
La lucha contra la desigualdad es una de las banderas del exalcalde de Bogotá, el exguerrillero Gustavo Petro, del movimiento Colombia Humana, segundo en los sondeos a 10 puntos de Duque.
Ninguno de los dos parece tener capacidad de rebasar el 50% de votos para ganar en primera vuelta. Tendrían que enfrentarse, entonces, en un balotaje el 17 de junio.
Detrás vienen el exalcalde de Medellín Sergio Fajardo (12%, centro), el exvicepresidente Germán Vargas (7,5%, centroderecha) y el exnegociador de paz Humberto de la Calle (2,5%, centroizquierda).
La posibilidad de poder de la izquierda es una novedad en un país históricamente gobernado por la derecha. Pero la tendencia puede cambiar. «Hay mucha volatilidad en las preferencias», advierte Basset.
Para el experto, la subida de la izquierda, visible en las elecciones legislativas de marzo, se debe al hecho de que «la guerrilla hoy en día no da tanto miedo».
Las FARC tuvieron 0,5% del total de las votaciones parlamentarias, aunque el pacto les garantiza diez escaños.
– Corrupción y narcotráfico –
Colombia está en el puesto 96 en el escalafón de percepción de corrupción de Transparencia Internacional, que mide a 180 países.
Además de irregularidades en la entrega de licitaciones públicas, al país lo sacudió la trama global de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht.
La firma reconoció haber entregado 11,1 millones de dólares en coimas en Colombia. La fiscalía las evalúa en más de 27,7 millones.
En las elecciones «cuenta también el clima de descontento con la clase política, con muchos asuntos de corrupción en los últimos dos años», apuntó Basset.
Pero la corrupción no solo está ligada al funcionamiento estatal. Desde la década de 1980 Colombia está en el radar mundial por cuenta del narcotráfico.
Pese a una lucha a muerte contra el tráfico de drogas, el país sigue siendo el principal productor mundial de cocaína, un mercado que se disputan a sangre y fuego disidentes de las FARC, bandas criminales y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), reconocido por el gobierno como el último grupo rebelde.
«Hoy el narcotráfico sigue siendo la principal amenaza para la paz», advirtió el 24 de abril en la ONU Santos, quien espera firmar un acuerdo con el ELN similar al de las FARC para silenciar por completo el conflicto.
Para el analista Juan Cárdenas, el próximo presidente tendrá un «reto muy fuerte» relacionado con el control territorial.
Para ello el Estado debe recuperar el monopolio de la fuerza y hacer «presencia institucional» en un país con una geografía compleja, agregó.