Montevideo (AFP) – Ni juntos, ni separados. La pandemia se cobró una víctima de la que no se suele hablar, el amor, y dejó en el limbo a numerosas relaciones de parejas, aferradas a las frías pantallas.
Estas son las historias de cuatro parejas a las que la pandemia del coronavirus sorprendió en distintos países.
Rodrigo y Alejandra – El Salvador/Ecuador
El amor entre el salvadoreño Rodrigo Torres (24) y la ecuatoriana Alejandra (28) nació en el mismo lugar que aquello que iba a separarlos meses después: se conocieron en la ciudad china de Wuhan en diciembre de 2018.
Vivían en el mismo edificio estudiantil para extranjeros. «Estaba justo arriba de mi departamento, pero nunca habíamos hablado», cuenta Rodrigo. Hasta que se toparon en la cocina comunitaria. «Me invitó a comer chicharrones y así fue como la conocí».
Comenzaron a salir en junio de 2019 con la promesa de continuar a distancia: ella partió a Sri Lanka a estudiar inglés y él, análisis de datos a Hong Kong.
Cuando las protestas antigubernamentales estallaron en el territorio chino, llenando el aire de gases lacrimógenos e incertidumbre, Rodrigo decidió visitar a Alejandra en Sri Lanka. «Hong Kong parecía una zona de guerra», cuenta.
A su regreso a China se empezó a hablar de un virus y su relación pasó al terreno del Whatsapp. «Se ha complicado mucho para volvernos a encontrar», lamenta Rodrigo. Finalmente rompieron, hace un mes, agobiados por la distancia y las restricciones. «Si ella hubiera podido entrar como turista, creo que hubiéramos podido continuar juntos».
Alejandra y Gary – Perú/Nueva Zelanda
Alejandra (29) no olvidará nunca su último cumpleaños, el 15 de marzo. Ese día la acompañaban su familia y su novio Gary (38), a quien había conocido en mayo de 2019 en Nueva Zelanda, donde ella había ido a hacer un programa de trabajo y vacaciones.
La visita a Sudamérica era solo una parada antes de instalarse en Australia, para después volver a Nueva Zelanda. Pero ese día, con el anuncio del cierre de fronteras en Perú, todo se vino abajo. Sin trabajo, la pareja decidió que Gary tomara un vuelo de repatriación en abril. Seis días después, Alejandra se enteró de que estaba embarazada. Recibieron la noticia con tanta sorpresa como alegría.
Alejandra solicitó una visa de excepción para viajar, pero la rechazaron varias veces. Y mientras la pandemia se enseñaba con Perú, tuvo que confinarse, sin trabajo y alejada de su novio por dos océanos.
En una consulta de rutina, sola, le informaron de que el embarazo no iba a llegar a término. «Ya me había ilusionado, habíamos hecho planes (…) él tuvo que acompañarme mientras lloraba por videollamada», cuenta.
Alejandra lamenta la rigidez del gobierno neozelandés, al que acusa de privilegiar a las empresas sobre las personas. «La última rueda del coche han sido las familias», dice.
Ahora les queda una salida: que Gary vaya a buscarla a Perú, una costosa excepción que permite el gobierno neozelandés y que lo obligaría a él a ausentarse más de un mes del único trabajo que consiguió. «Si podemos superar esto, podemos superar todo», dice Alejandra.
María Teresa y Mario – Chile/Brasil
El flechazo fue inmediato. Mario (35) se acercó a María Teresa (30) durante una fiesta en Santiago en febrero de 2017. Ella, enfermera chilena, pasaba tiempo con sus amigas. Él, un biólogo brasileño reconvertido en paisajista, disfrutaba de unas vacaciones en Chile. Hasta que la vio y desde entonces están juntos.
Antes de la pandemia lograban verse una vez al mes. Pero los dos querían más y Mario le propuso matrimonio en diciembre de 2019. Ella dijo que sí.
Se vieron por última vez a mediados de abril, antes de que Chile cerrara fronteras. Cinco meses, pero el tiempo ha volado. Mario, que tiene una boutique de plantas en Río de Janeiro, ha tenido un éxito inesperado durante el confinamiento. María Teresa tampoco ha parado, entregada a la lucha contra la pandemia en un hospital público.
«Nos echamos mucho de menos, sobre todo cuando uno está más frágil», dice. Él la llama cada mañana, luego intercambian mensajes por Whatsapp, y en la noche, una videollamada.
Ahora el covid-19 les ha echado una mano: tras contagiarse los dos ven el panorama más despejado. Quieren reunirse a fin de mes en Brasil, pero si el plan falla, estarán tranquilos, saben que tienen mucho tiempo por delante. «Eso nos consuela», dice.
Santiago y Nicolás – Colombia/Reino Unido
Santiago (28) conoció a Nicolás (27) en Bogotá hace casi cinco años en Tinder. Y desde entonces nunca se habían separado por tanto tiempo como ahora.
Nicolás se marchó en mayo de 2019 a Londres para hacer un programa en la empresa en la que trabaja en Colombia. Esperaban pasar el año sin extrañarse demasiado. En octubre Santiago fue a visitarlo, y en diciembre Nicolás volvió para las fiestas. Pero el siguiente encuentro, en marzo, quedó frustrado.
«Cuando se canceló el vuelo, pensé que sería solo una postergación por una cuarentena», cuenta Santiago. Ya van nueve meses sin verse y el regreso de su novio ya ha sido aplazado dos veces.
La diferencia horaria de seis horas les complica la comunicación. «Hablamos en la mañana y luego nos pasamos el reporte del día, le cuento sobre mí y sobre nuestro perro. Se vuelve rutinario. Y también, cuando yo tengo tiempo para hablar, él quiere dormir porque ya es medianoche», dice Santiago.
Aun sin saber cuándo, Santiago ya hace planes para el regreso de Nicolás. «Ya está sentenciado: luego de llegar y cumplir la cuarentena, nos vamos de viaje los tres solos (con el perro)».