La Paz (AFP) – Las calles multicolores del barrio aymara de Chualluma, en una zona pobre de La Paz, dejaron de recibir turistas por el coronavirus, frenando la idea de sus vecinos de montar un circuito turístico para obtener mayores ingresos económicos.
Los vecinos de Chualluma o Ch’uwa Uma (vertiente cristalina en aymara) consiguieron en 2019 fondos estatales para refaccionar sus destartaladas casas de adobe y ladrillo. Artistas locales pintaron las 140 viviendas con tonos pastel -rojos, celestes, rosados, amarillos, verdes, azules y naranjas- y figuras andinas.
También embellecieron las paredes con coloridos murales y grafitis, convirtiendo el barrio en el macromural más grande de Bolivia.
«Los murales se concentran 100% en reivindicar la historia del barrio. Todos los murales relatan a las personas que viven en el barrio», dice a la AFP la muralista Knorke Leaf, directora del proyecto de mejoramiento turístico Macro Mural Chualluma, que comenzó en marzo del año pasado y se concluyó en cuatro meses a un costo superior al medio millón de dólares.
La obra incluyó además la construcción de escaleras y barandas y pavimentación de las callejuelas, que eran de tierra y piedras.
El barrio tiene una superficie de 18.000 mt2 y se ubica a 3.800 mts de altitud en la empobrecida ladera oeste de La Paz. Unas 400 familias viven en las multicolores casas que se destacan de los otros barrios cercanos en los que predomina el ladrillo y el tono ocre.
«Nos abandonaron» –
Decenas de turistas visitaban diariamente las casas de Chualluma, que también se aprecian desde una de las 10 líneas del teleférico que cruza esa zona de La Paz.
Pero la llegada del coronavirus, en marzo, vació sus callejuelas debido al cierre de las fronteras y restricción de circulación en Bolivia.
«Hace meses que los turistas nos abandonaron», dice a la AFP Susana Rojas, vecina que se dedica a la artesanía.
Rojas dejó la tienda que tenía en un mercado de La Paz para vender sus artesanías en su casa en Chualluma.
Pero sin clientes a quien ofrecer sus productos, se reunió con otras mujeres artesanas para elaborar un plan que convierta el barrio en un circuito turístico que les permita obtener ingresos cuando vuelvan los visitantes, principalmente extranjeros.
«Con este proyecto queremos que la gente conozca más el barrio, organizarnos en toda la zona si es que vienen turistas. Hay algunos lugares que se nos están despintando y esperamos que nos den algo [de dinero] para hacer refacciones», afirma Susana.
La idea de estas mujeres es animar a todos los vecinos, en su mayoría migrantes aymaras que trabajan como costureros, cocineros o albañiles, para levantar un café con mesas con manteles de aguayo (tela multicolor de lana), tiendas de artesanía y realizar visitas guiadas.
Tras seis meses de aislamiento por la pandemia, el gobierno boliviano reanudó este mes los vuelos internacionales y relajó las restricciones de circulación en La Paz, lo que da esperanza a los vecinos de que vuelvan pronto el turismo.
«Cuando se vaya el coronavirus va a venir mucho turista, como antes», sostiene esperanzada Marisol Mamani, dirigente de las artesanas.
En Bolivia, con 11 millones de habitantes, la pandemia ha contagiado a 140.000 personas y matado a 8.600.
A cargo de mujeres –
Los vecinos afirman que el colorido del barrio les cambió la vida y les dio felicidad, sacándolos de la pobreza de un vecindario donde el consumo de alcohol es habitual y hay casos de violencia doméstica.
El proyecto turístico es una oportunidad de «obtener recursos para ayudarnos a las mujeres», dice Marisol, de 43 años.
«La idea es generar un turismo comunitario donde sean las mujeres que se encarguen de este tour», explica la muralista Leaf.
Este barrio es único en Bolivia, aunque no en el mundo. Hay otros macromurales como Palmitas en la ciudad de Pachuca, en el estado mexicano de Hidalgo; o el barrio Buenavista en Bogotá, Colombia; además de algunas favelas brasileñas.
El proyecto de Chualluma es finalista de la Séptima Bienal Iberoamericana de Diseño de España 2020.