Montevideo (AFP) – Los expertos en arte se frotan las manos: obras desconocidas de José Gurvich, maestro uruguayo que pintó los kibutz y los rascacielos de Nueva York al estilo de la «Escuela del Sur», empiezan el jueves un viaje que les llevará hasta Washington y Miami.
Los trabajos forman parte de un catálogo de más de 400 obras, entre acuarelas, témperas, dibujos, esculturas y grabados, que gestiona Martín Gurvich, hijo del artista nacido en 1927 y que falleció en 1974. Esta colección será puesta a la venta y expuesta en espacios de Uruguay y Estados Unidos hasta marzo del año que viene.
«Hay obras del acervo familiar que nunca se han visto hasta ahora. Tenemos de todo: óleos, apuntes, esbozos… Gurvich siempre estaba con una libreta y un lápiz en la mano», explicó a la AFP Héctor Pérez, director de la galería montevideana Al Sur Art, donde comienza la exposición itinerante.
«Intentaba romper las fronteras entre la plástica, la música y la poesía. Tiene un cuadro a su mujer llamado : ‘Toto, mi canción para ti’. Pero no sólo trascendía barreras artísticas sino también geográficas. Hay obras suyas repartidas por todo el mundo: Argentina, Brasil, Estados Unidos, Suiza», señala.
– «Un judío errante»
«La historia de mi padre es la historia de un inmigrante», cuenta Martín Gurvich a la AFP. «Nació en Lituania, en una familia judía que emigró a Montevideo cuando era niño. Más tarde viajo y trabajó en varios países de Europa, y además vivió en Israel y en Nueva York», donde murió de un infarto a los 47 años.
«Allá dónde iba, pintaba lo que veía: la gente, los pueblos, la velocidad urbana, el campo. Una vez una revista lo calificó de ‘Wandering Jew’, y yo creo que eso es lo que él fue: un judío errante», sostiene.
Gurvich fue uno de los alumnos destacados del famoso Taller del maestro Joaquín Torres García, que funcionó en los años 40 y 50, cuya herencia artística fue conocida como «Escuela del Sur» y cuyas obras tardaron en ser aceptadas y en adquirir un sello ahora inconfundible en el mercado.
«Había tertulias entre ellos, exposiciones, iban a muchos boliches (bares). Se usaban más que facebook hoy en día», recuerda Pérez. «Torres García los tenía al trote, produciendo muchísimo, y por eso había mucha amistad y mucho sentido de grupo».
«A medida que transcurre la década de los años 50 las escenas de la vida cotidiana de Gurvich se cargan con un fuerte sentimiento de comunidad, de proximidad afectuosa», señala el escritor uruguayo y exdirector del Museo Blanes, Gabriel Peluffo Linari.
Después de tres meses en Montevideo, algunos trabajos del artista volarán a Washington donde se juntarán con otros del mismo catálogo procedentes de Nueva York y Bélgica, que serán expuestos en la capital estadounidenses, y de ahí viajarán a Miami a la Feria de Arte contemporáneo Pinta y a la Sammer Gallery.
«Se han llegado a vender cuadros de Gurvich hasta por 800.000 dólares», dice Héctor Pérez. «No me extrañaría que, a la luz de los movimientos del mercado artístico hoy en día, alguna de sus obras pudieran venderse en el futuro por un millón de dólares o más».