El pequeño Ángel Monroy nació ciego pero sus padres lo han motivado a ser independiente, explorando todo tipo de actividades. Una de ellas es la música.
“Le gusta la música en español, sobre todo las rancheras, por los instrumentos que lleva”, dijo su padre, del mismo nombre. “Queremos algo que le sirva de distracción, pero que sea bueno para él.
Su padre destaca que el niño es muy inteligente, tiene muy buena memoria y todo lo aprende rápido en la escuela. Es por ello que desean aprovechar esa ventaja para que adquiera otros conocimientos, además de lo académico.
“Queremos que aprenda, que aprenda algún oficio. Que sea autosuficiente”, dijo Montoya.
Una academia de música para niños ciegos
Para poner a su hijo en contacto con la música, la familia Montoya viajó desde San Bernardino hasta Whittier, para inscribirlo en la Academia de Música para Niños Ciegos (AMB).
La academia nació hace 14 años cuando David Pinto (AMB Video), quien enseñaba música a adultos ciegos, decidió expandir esa oportunidad a los niños con esa discapacidad.
Al comienzo, solo enseñaban piano y canto pero fueron incluyendo otras clases e instrumentos a medida que transcurría el tiempo.
“Algunos niños tienen un talento nato y no necesitan que se les enseñe mucho. Solo hay que ofrecerles el ambiente para que crezcan”, dijo Pinto. “Otros no son tan talentosos pero son tan aplicados”
Ante esa esa variedad de estudiantes, los profesores han desarrollado métodos para enseñar a cada uno de ellos de acuerdo a sus habilidades.
“Hemos tenido que aprender a enseñar a los que enfrentan dificultades y a los que son talentosos natos”, dijo Pinto. “Pero eso es lo que hemos aprendido durante todos estos años: a ser mejores”.
El programa educativo de la AMB funciona los sábados en la First Christian Church, en Whittier. Al mismo asisten 20 niños, de los cuales el 40 por ciento es de origen latino. Los niños deben demostrar que tienen deseos de aprender música y tener la capacidad de aprender a un ritmo normal o incluso más alto y que pueda interactuar socialmente sin problemas.
La escuela cuenta con 20 maestros y en la mayoría de las clases, los estudiantes reciben instrucción personalizada. Sin embargo, la instrucción de coro, baile, o banda se lleva a cabo en grupos.
Una puerta hacia el aprendizaje
Pinto destaca que en la academia se enseñan todos los aspectos de la música, que incluyen canto, guitarra, piano, batería e instrumentos de viento. Pero también aprenden arte dramático y baile.
La combinación de todas esas clases los ayuda a desarrollar también destrezas sociales.
“Los niños están orgullosos de lo que son. Son ciegos pero están orgullosos de ello. Pero también saben que deben aprender a integrarse a un mundo más grande y nosotros los ayudamos”, dijo Pinto.
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Pero también considera que es una puerta hacia el aprendizaje de otras materias, como las matemáticas, a través del ritmo, o inglés mediante la composición de canciones.
Pinto también considera que los niños invidentes han sido también sus maestros. Con ellos ha aprendido la importancia de aceptar a las personas por lo que son.
“Ellos han abierto una nueva puerta de percepción para mí. Ellos [los niños ciegos] quieren a todo el mundo, basados en su carácter, no en la forma en que lucen”.
Lorena Pérez Batista, quien enseña batería, coincide con Pinto con respecto a lo que han aprendido como maestros de los niños.
“Los niños me han enseñado a ser feliz. Todo es muy positivo, uno viene aquí y sale muy contento”, dijo Pérez Batista. “Es bonito verlos, desde muy pequeñitos, como van evolucionando trabajando juntos, creando una amistad muy bonita entre todos acá”.
Un lugar donde todos comparten sus sueños
AMB no es solo una escuela donde los estudiantes invidentes aprenden música sino también un espacio donde comparten con otros pequeños con su misma discapacidad y forjan amistades que duran muchos años.
Eso es algo que ha experimentado Isela Martínez, quien comenzó hace dos años en la escuela.
“Me gusta cuando todos estamos juntos y hablamos de qué está pasando en la escuela, en sus grados, muchas cosas”, dijo Martínez, de 10 años. Aunque le gustan mucho las clases de canto, quiere ser maestra.
Algunos padres consideran que la escuela ayuda a sus hijos a lograr metas en la vida.
“Me gusta acompañarla para que ella salga adelante y logre lo que ella quiere. Porque dice que quiere ser cantante y yo vengo con ella para ayudarle a que crezca. El sábado lo dedico a ella”, dijo Imelda Vieira Calderón, quien reside en Baldwin Park y acompaña a su nieta Brianna cada semana.
Una escuela que depende de la generosidad de otros
La mayoría de los niños reciben becas para estudiar en la academia y los fondos para esas becas y otros gastos de la escuela provienen de donantes privados. Sin embargo, la AMB recibió recientemente su primera subvención del condado para comprar una impresora de Braille.
“Somos una organización sin fines de lucro por lo que dependemos de las donaciones de las personas que tienen dinero para que los niños puedan venir a la escuela”, dijo Pinto.
La escuela desea ampliar la capacidad para recibir hasta 40 estudiantes pero necesitan los fondos para hacerlo.
“No podemos recibir más por los momentos porque necesitamos más dinero. Necesitamos que más personas generosas nos ayuden”, dijo Pinto.