Caracas (AFP) – Compras nerviosas, largas filas de vehículos en gasolineras y una disparada del dólar negro marcan la antesala de la puesta en circulación de nuevos billetes que restan cinco ceros al bolívar, la moneda venezolana.
A la espera de la entrada en vigencia del nuevo cono monetario, el próximo lunes, muchos salieron a comprar comida hasta donde el bolsillo aguantó.
«No se sabe qué puede pasar», dijo a la AFP Óscar Cabrera, acompañado por su esposa, al salir de un supermercado en Caracas.
Las compras de estos jubilados fueron escasas, por una demoledora hiperinflación que el Fondo Monetario Internacional proyecta en 1.000.000% para 2018. «Jabón, un poquito de carne, un poquito de queso… ¡Y nos gastamos 70 millones!», lamentó Omaira Ávila.
La cifra equivaldrá a 700 bolívares tras la reconversión monetaria dispuesta por el presidente Nicolás Maduro. El nuevo cono incluye desde una moneda de 0,5 hasta un billete de 500.
Destruido por el aumento del costo de vida y la devaluación del bolívar, el salario mínimo representa menos de un dólar. Las pensiones están por debajo.
La inquietud también es palpable en ciudades como Maracaibo, en el petrolero estado Zulia (noroeste), o San Cristóbal (Táchira, oeste).
«Si me roban al pagar, ni me daré cuenta», se quejó Carolina Palencia, docente de 22 años, previendo confusiones con los billetes, que convivirán por un tiempo indeterminado con los anteriores.
Las menores denominaciones del cono saliente dejaron de ser aceptadas por comerciantes hace unos días.
En Zulia, el cambio de billetes llega en medio de una grave crisis eléctrica, que ha dejado sin servicio a algunos sectores por más de 160 horas continuas.
En San Cristóbal, en tanto, muchos negocios han cerrado por la incertidumbre. «Prefiero cerrar, pues yo misma no entiendo cómo vamos a hacer con las dos monedas», expresó a la AFP Luisa Guerra, comerciante de 53 años.
– «Dólar negro» desatado –
A la reconversión monetaria, la segunda tras la realizada por el fallecido expresidente Hugo Chávez (1999-2013) en 2008, que le restó tres ceros al bolívar, se sumarán medidas de flexibilización a un rígido control cambiario que rige desde 2003 y, posiblemente, un aumento al precio de la gasolina.
Sin embargo, no hay mayores detalles sobre esas medidas.
«Es increíble que todo arranca el lunes y nadie anuncia nada. ¿Cuánto va a valer la gasolina? ¿Cómo indexar salarios? Así no se genera credibilidad y mucho menos confianza», apuntó el economista Alejandro Grisanti.
En medio del nerviosismo, el dólar negro, que domina la economía, sigue fuera de control.
Su cotización está alrededor de los siete millones de bolívares por dólar, 28 veces mayor a la tasa oficial. Hace una semana se ubicaba en 3,5 millones.
Los venezolanos no olvidan los retrasos en la distribución de los billetes salientes, lanzados en diciembre de 2016, con protestas que dejaron cuatro muertos y centenares de comercios saqueados.
Maduro decretó el lunes como día no laborable para la adecuación del nuevo sistema.
La banca electrónica -indispensable en Venezuela para cualquier transacción ante la falta de efectivo- será suspendida hasta por 24 horas a partir de las 18H00 locales del domingo (22H00 GMT).
– Sed de gasolina –
En tanto, automóviles se agolpan en las gasolineras, con conductores que prefieren llenar el tanque de sus vehículos ante cualquier imprevisto.
Con un dólar cambiado en el mercado negro se compran siete millones de litros de gasolina.
«La gente está desesperada por echar gasolina», dijo a la AFP Luis Torres, de 34 años, trabajador de una estación de servicio en el este de la ciudad. Los suministros diarios de combustible de 95 octanos, cuenta, solo duran entre dos y tres horas.
El gobierno mantendrá un subsidio a los poseedores de un carnet que da acceso a beneficios sociales y que la oposición denuncia como «mecanismo de chantaje y control social». El resto tendrá que pagar la nafta a «precios internacionales», según Maduro, que no precisó ni tarifas ni plazos para su aplicación.
Los interesados, además, debían censar su vehículo hasta este viernes. En los puntos de registro, centenares de personas esperaban turno.
«Yo no tengo ese carnet y ahora me están diciendo que tengo que pagar la gasolina a precio internacional (…) Voy a tener que vender el carro», protestó en Maracaibo Andrés Sandoval, de 37 años.