Senegal.- La emoción asoma a los ojos de Maia Diagne cuando describe los lazos que la han unido durante toda su vida a los nenúfares, una planta muy abundante en su zona del Senegal. “Nací entre nenúfares, en una pequeña embarcación, justo cuando mi madre iba camino del Santuario Nacional de Aves de Djoudj para recolectarlos.”
No es de extrañar, pues, que cuando Maia prepara una thieboudienne, el guiso típico del África occidental, a base de pescado y arroz en una espesa salsa de tomate, el ingrediente más preciado de la receta de su familia sea las semillas de nenúfar blanco (Nymphaea lotus).
Su comunidad y ella están trabajando para recuperar estas tradiciones culinarias con la ayuda del Proyecto RESSOURCE*, ejecutado por la FAO y un consorcio de asociados, que se centra en los humedales del Sahel y está integrado en el Programa de gestión sostenible de la fauna silvestre.
Plantados en los humedales naturales por la comunidad local, los nenúfares se cultivan orgánicamente sin fertilizantes ni plaguicidas. Sus semillas pueden aderezar muchos platos, como la thieboudienne, o transformarse en una nutritiva harina, que sirve para preparar buñuelos, pequeñas tortas o deliciosos panqueques.
“Antiguamente, todas las mujeres de la aldea iban al delta a recolectar nenúfares. Esta planta era un alimento básico para toda la población, y tradicionalmente se utilizaba por sus propiedades terapéuticas”, explica Maia.
Aquí, igual que en muchas otras zonas rurales del mundo, las plantas silvestres contribuyen a mejorar la calidad de la dieta, proporcionan nutrientes esenciales y son una importante fuente de ingresos para una de cada cinco personas, en particular mujeres y niños.
Sin embargo, a causa de la degradación de los humedales y la propagación de las plantas acuáticas invasivas, este recurso escasea, y debido al creciente costo del combustible necesario para llegar a esas zonas, las comunidades tienen más dificultades para acceder a los nenúfares.
Ahora, ella y los demás habitantes de su aldea han vuelto a recolectar esta planta silvestre que, según creían los antepasados de Maia, los waalo-waalo del delta del río Senegal, ayuda a prevenir la diabetes y a tratar diversas dolencias como las jaquecas o el dolor de estómago.
Antes, los nenúfares abundaban en los humedales de la región.
“Hoy en día, apenas se comen”, dice Maia. Con los años, el cultivo intensivo de arroz ha desplazado a los humedales naturales ricos en nenúfares. “Desde que el arroz ha sustituido a las semillas de nenúfar en nuestra dieta, me pongo enferma más a menudo que antes”, añade Maia con preocupación.
En su esfuerzo para rehabilitar los arrozales que ya no son productivos y, en consecuencia, han sido abandonados, el Proyecto RESSOURCE tiene el objetivo de restaurar esos ecosistemas y convertirlos de nuevo en estanques aptos para el cultivo de nenúfares. Eso beneficiaría tanto a las comunidades locales como a las numerosas especies de aves acuáticas, muy atraídas por estas plantas acuáticas.
El Proyecto RESSOURCE forma parte del Programa de gestión sostenible de la fauna silvestre, una iniciativa de la Organización de Estados de África, el Caribe y el Pacífico, financiada por la Unión Europea y cofinanciada por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial de Francia y la Agencia Francesa de Desarrollo.
Lo ejecuta un consorcio de asociados compuesto por la FAO, el Centro francés de Cooperación Internacional en Investigación Agrícola para el Desarrollo, el Centro de Investigación Forestal Internacional y la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre.
En el Senegal, el Proyecto trabaja desde 2017 con las comunidades, las autoridades y sus asociados técnicos para hacer frente a estos desafíos. Su objetivo principal es encontrar una manera para conciliar el desarrollo local y la conservación de la biodiversidad.
Es un esfuerzo que, según Maia, ya ha dado fruto.
“Ahora nos es más fácil acceder a los nenúfares”, dice. “Antes no vendíamos los nenúfares. Solo los recolectábamos para su consumo. En estos momentos, los nenúfares, además de alimentar y curar, se venden muy bien”, prosigue.
Gracias a la intervención del Proyecto en la región, el valor de un kilogramo de nenúfares ha pasado en un año de 3 a 7,5 dólares estadounidenses (de 2 000 a 5 000 francos senegaleses).
Este aumento de la demanda y del precio de venta es una buena noticia para las mujeres rurales que participan en la iniciativa y que ven que gracias a sus técnicas tradicionales pueden contribuir en mayor medida a los ingresos de la familia.
“Como yo nací en el entorno de la recolección del nenúfar, me gustaría que mis hijos también tuvieran la posibilidad de disfrutarlo. Me gustaría que mis hijos y mis nietos contaran con un mercado local donde puedan vender esta planta silvestre”, concluye.
Maia quiere incluir en esta iniciativa a mujeres de otras aldeas, productores de arroz y propietarios de restaurantes. Esta es precisamente la clase de ampliación de la iniciativa que el Proyecto RESSOURCE desea apoyar.
La participación de la FAO en el Proyecto es un destacado ejemplo de su labor para promover una mayor biodiversidad.
“El éxito y la repercusión de este proyecto en la mejora de la dieta de las comunidades locales demuestran la importancia de reintroducir en las dietas la sabiduría ancestral y la diversidad que se han perdido a causa de la prevalencia de un número reducido de cultivos en todo el mundo, lo que es alarmante”, dice Bruno Portier, Coordinador del Proyecto RESSOURCE para la FAO.
*RESSOURCE es un acrónimo en francés que significa “Fortalecimiento de los conocimientos especializados sobre las aves en el sur del Sáhara y su utilización racional en beneficio de las comunidades y su entorno«.