San José de las Lajas (Cuba) (AFP) – El Jueves Santo, trece vecinos de un pueblo del occidente de Cuba se lanzaron al mar en una balsa de madera con seis remos; al segundo día de la travesía se quedaron sin comida y al cuarto creyeron que morirían tras ser azotados por el mal tiempo.
Cuba vive una oleada migratoria agravada por salidas por mar cada vez más frecuentes, como en tiempos de antaño.
La noche del 16 de abril estos hombres, de entre 22 y 49 años, pasaron horas bocabajo abrazados a las tablas de su rústica balsa, sacudida por olas inmensas que la lanzaban de un lado a otro, narraron a la AFP cinco de ellos, ya de regreso en San José de las Lajas, en la occidental provincia de Mayabeque.
«Le pedimos a Dios, le pedimos a todo el que nos estuviera escuchando allá arriba y nos tapamos, y cuando amanecimos en la mañana estábamos pegados a las aguas de Estados Unidos, eso fue una cosa increíble», dice emocionado Oniel Machado, un herrero de 49 años.
A las afueras del pueblo, en el patio de su casa, donde permanecen residuos del material con que fabricaron la balsa, los cinco sobrevivientes se arrebatan la palabra tratando de reconstruir el viaje.
Aquella mañana estaban a solo seis millas (11,11 kilómetros) de Cayo Hueso, en la Florida. Lo supieron porque llevaban un teléfono con GPS. «Pegamos a dar remo y remo y remo» pero «el viento nos viró, ya la vela no nos funcionó más. ¡Qué va! No pudimos, estábamos muy desmayados», dice Machado, con una venda en una rodilla.
Ese día el grupo fue interceptado por la Guardia Costera de Estados Unidos, igual que otros 1.446 balseros en los últimos seis meses, según informó esta agencia en un comunicado la semana pasada.
Una balsa «bien amarradita» –
En 20 días construyeron la embarcación. «La hicimos bien amarradita, buscamos tornillos. Le pusimos tablas arriba y abajo (…) y una poliespuma (…) por los lados» para que flotara junto a dos cámaras de tractor, además de seis remos y una vela de nylón «bien grande», describe Oniel Machado.
La noche de su partida, desarmaron la balsa para trasladarla de manera furtiva a la costa y en la orilla juntaron las partes y se lanzaron al agua. La aventura duró 13 días. Fueron repatriados el 27 de abril por un barco de la Guardia Costera.
Antes de partir en balsa, pensaron en viajar en avión a Nicaragua para tratar de alcanzar la frontera sur de Estados Unidos como miles de compatriotas que eligieron esa ruta desde noviembre, cuando el país centroamericano eliminó la visa para los cubanos.
«Los que tienen dinero han vendido todo y se han ido por la vía de Nicaragua, pero resulta que nosotros no tenemos la posibilidad», explica Chayanne Roque, de 30 años, otro sobreviviente, padre de un niño de cuatro años.
Según Estados Unidos, más de 78.000 cubanos entraron a su territorio por la frontera con México entre octubre y marzo, casi el doble del número de cubanos que abandonó la isla durante la llamada «crisis de los balseros» en 1994.
Ante el vertiginoso aumento, Washington y La Habana retomaron recientemente negociaciones migratorias. La Habana reclama 20.000 visas anuales de emigración que Estados Unidos está comprometido a otorgar desde 1995.
«Es por la necesidad» –
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, inicia este domingo una visita de trabajo a la isla tras pedir a Estados Unidos no excluir a ningún país de la Cumbre de las Américas, que se realizará en Los Angeles en junio con énfasis en la crisis migratoria.
Los intentos de migración masiva ocurren en medio de la peor crisis económica en Cuba en casi tres décadas, provocada por la pandemia y por el endurecimiento del embargo de Estados Unidos.
«Todos los que estamos intentándolo –son miles, asegura– es por un solo motivo, es por la necesidad que vive el país», dice alzando la voz José Luis Roque, de 32 años y padre de dos niños.
En redes sociales es común encontrar ofertas de motores, GPS u otros implementos de navegación. Se busca «una lancha rápida, somos siete y se pagan hasta 11 mil» dólares, publicó en días recientes un usuario en Facebook.
También suelen publicarse mensajes de familiares que buscan a algún ser querido del que no tienen noticias.
«Si ellos sufrieron en el mar, más sufrimos nosotros aquí que le estábamos pidiendo a Dios que los protegiera (…); No aparecían por ningún lado», dice aún conmocionada Yelisset Pagán, esposa de Oniel Machado y madre dos hijos de 18 años y 18 meses.
Los hermanos Roque lo han intentado tres veces. «Si la cosa sigue poniéndose tan difícil, tan dura, no me queda otro remedio por mi familia, por mis hijos, yo sí lo intentaría» otra vez, enfatiza impotente José Luis.
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