Managua (AFP) – José Galeano está a punto de emprender el viaje más importante de su vida y tiene miedo. Empeñó su casa en Nicaragua, pidió un préstamo y pagó a traficantes para iniciar un peligroso viaje hasta la frontera con Estados Unidos.
Tras trabajar como agricultor, jardinero y albañil, este exestudiante de veterinaria de 35 años es uno de los miles de migrantes que huye de Nicaragua, el segundo país más pobre de Latinoamérica. Hay «poco trabajo, pagan poco. No hay oportunidad», lamenta el día de su partida.
La migración nicaragüense se ha disparado en el último año ante la agobiante carestía de la vida, la falta de trabajo y el cierre de espacios para disentir.
Galeano se marcha hacia Estados Unidos con un hermano y dos primos. «Nos vamos con la esperanza de llegar y trabajar», cuenta a la AFP en su humilde hogar en Managua. Deja atrás a una niña, su madre y su abuela.
«Hicimos un préstamo, empeñamos el terreno, la casa, y con eso nos vamos (…) Nunca he salido tan largo y pues (estoy) asustado, con miedo», cuenta.
Su sueño es regresar con dinero para poner una panadería en Managua.
En la casa de Galeano, la pesadumbre se apodera de familiares y amigos que se reúnen para la despedida y lo abrazan llorando.
«Solo estamos quedando los viejos» –
Según medios locales que citan a familiares de víctimas, en 2022 al menos 40 migrantes nicaragüenses murieron por asfixia, ahogados o en accidentes de tráfico en su camino hacia Estados Unidos.
Cientos de hombres, mujeres y niños, solo con una mochila en mano, se agrupan en distintos puntos de Managua para abordar autobuses que ofrecen «excursiones» de turismo a Guatemala.
Es la primera etapa de un viaje que implica pagar entre 2.000 y 5.000 dólares a un «coyote» para llegar desde Guatemala a Estados Unidos. Este año emigraron al menos 60 vecinos de la comarca de Galeano.
«Siguen yéndose, solo estamos quedando los viejos, Nicaragua se va a quedar sola», lamentó Roger Sánchez, un agricultor de 60 años. Tres de sus hijos migraron a Estados Unidos y una cuarta tiene planes de irse.
Un 57% de los nicaragüenses está dispuesto a migrar, sobre todo a Estados Unidos, según una encuesta de la firma costarricense Cid Gallup efectuada entre septiembre y octubre, divulgada por el diario digital Confidencial.
Las tres principales razones de la migración son «la falta de empleo», el «alto costo de la vida» y «la corrupción en el gobierno», indicó el sondeo.
Días y noches de fila –
El éxodo provoca aglomeraciones en las oficinas de migración en Managua, donde miles de personas venidas de todo el país para tramitar el pasaporte duermen a la intemperie en colchones o cartones colocados en la acera, y hasta en hamacas.
La salida de nicaragüenses no es registrada de forma oficial, aunque la oficina de Migración y Extranjería reportó en su sitio web que solo entre el 17 de septiembre y el 7 de octubre se emitieron 20.192 pasaportes, incluidos cerca de 2.000 para menores de edad.
El presidente Daniel Ortega, quien gobierna Nicaragua desde 2007, aseguró la semana pasada que la migración masiva se debe a las sanciones que Estados Unidos impone a Nicaragua y a otros países como Cuba y Venezuela.
Washington ha sancionado desde 2018 a más de 30 familiares y allegados de Ortega y a empresas vinculadas al gobierno.
«Sigan poniendo sanciones e irán más inmigrantes hacia Estados Unidos por mucho que les quieran cerrar las puertas», señaló Ortega.
Datos de la patrulla fronteriza de Estados Unidos (CBP) indican que en el año fiscal 2022 detuvieron en la frontera a 164.600 nicaragüenses sin papeles, tres veces más que en el período anterior.
Nicaragua, con el 24% de sus 6,5 millones de habitantes afectados por la pobreza, según datos oficiales, está sumida en una crisis política y social desde las protestas antigubernamentales de 2018, en medio de un creciente autoritarismo.
Para Manuel Orozco, director del programa de migración, remesas y desarrollo del centro de análisis Diálogo Interamericano, con sede en Washington, la migración tiene también razones políticas: «La situación de persecución en Nicaragua es tan bestial que (las personas) mejor se arriesgan a viajar que quedarse y exponerse a más represión», asegura.
Más de 200 opositores están presos y unas 2.000 organizaciones civiles han sido declaradas ilegales en Nicaragua.