San Ysidro (Estados Unidos) (AFP) – La mexicana Isabel González aguardó 20 meses para volver a abrazar a sus hijos radicados en Estados Unidos, debido al cierre parcial de la frontera terrestre que este país impuso por la pandemia. La espera acabó esta madrugada: «Gracias a Dios, ya estamos aquí».
«Estoy muy contenta», dijo González, de 63 años, al cruzar caminando desde Tijuana, en México, hacia San Ysidro, en Estados Unidos, minutos antes de la medianoche del domingo, cuando entró en vigencia la flexibilización de las restricciones fronterizas.
González acostumbraba visitar mensualmente a sus hijos que viven en San Diego, a unos 25 minutos de la frontera. Pero cuando Washington anunció las restricciones en marzo de 2020, la familia se separó sin saber cuánto tiempo tendrían que esperar y si podrían reunirse. Durante meses vieron el avance de la pandemia que cobraba vidas por doquier.
«Pues ¿te imaginas? fue mucha tristeza. (…) Lo que más extrañaba era la convivencia con mis hijos, nosotros somos muy unidos», lamentó la pensionada que vive en Tijuana y viajó acompañada por una nieta.
«Era la primera vez que pasaba tanto tiempo lejos de ellos, pero ya estamos aquí para comer pizza y McDonalds. Ahora que me lleven a Disney», dijo riendo.
Hasta el domingo, Estados Unidos sólo permitía el ingreso por tierra desde México a trabajadores considerados esenciales, y a sus residentes y ciudadanos nacionales.
Las restricciones aplicaban también en los aeropuertos a extranjeros de Brasil y de la Unión Europea, entre otros. A partir de este lunes, podrán entrar todos aquellos con una visa y un certificado que compruebe que tienen una vacuna contra el covid-19 aceptada por las autoridades estadounidenses.
«Era necesario» –
Isabel González fue la primera persona en cruzar a pie bajo la flexibilización. Ella sabía que sólo podría entrar a la medianoche, sin embargo llegó cuatro horas antes al puesto fronterizo en Tijuana. «Es tanta la emoción que hasta los males se me curaron», bromeó.
Vacunada con el inmunizante del laboratorio Pfizer -uno de los aceptados por Estados Unidos- y con una visa de turista, el trámite migratorio le tomó menos de media hora.
Herminia Urieta, quien viajó durante tres días desde Guerrero, en el sur de México, cruzó la frontera junto a su hermana poco después. «Estoy bien contenta», contó la también pensionada que no estaba segura de si lograría entrar a Estados Unidos, donde vive su hermana a quien no ve desde el comienzo de la pandemia.
A pesar del peso emocional, González y Urieta no criticaron las restricciones impuestas. «Pues sí, por la enfermedad, era necesario».
Durante las primeras horas de este lunes, la puerta de entrada para peatones provenientes de México registró poco movimiento. No había familiares esperando, ni hubo escenas emotivas, sólo turistas y trabajadores caminando con prisa.
La mayoría de las personas que cruzan a diario esta frontera son trabajadores considerados esenciales o personas con ambas ciudadanías.
Sin embargo, la expectativa en San Ysidro era grande.
«Pensé que sería un desastre» –
A pesar de que las restricciones no afectaban al grueso de quienes cruzan a diario hacia San Ysidro, la pequeña ciudad con poco más de 2.000 habitantes sufrió el impacto de la disminución del turismo, afirman sus residentes.
«Las ventas decayeron mucho», cuenta Gael Romero, gerente de una tienda de ropa en el centro comercial outlet Las Américas, que alberga renombradas marcas a precios competitivos.
«La gente venía a diario a hacer compras pero con el cierre fue difícil», agrega el joven de 28 años que espera que la flexibilización -que se produce pocos días antes de la temporada de ofertas- reactive el comercio.
«Con [las promociones por] el Black Friday y Navidad, creo que podemos volver al nivel de antes», dijo Romero.
Había poco movimiento la tarde del domingo en el centro comercial que se extiende a cielo abierto a lo largo de varios kilómetros cuadrados.
«Mañana esto va a estar lleno», dijo Ariadna Islas, quien trabaja en una tienda de accesorios.
«Para el negocio va a estar muy bien, vamos a tener más trabajo, pero a nivel personal creo que va a ser más complicado», agregó Islas, quien reside en Tijuana y temía que la vuelta a la normalidad aumentase los tiempos de espera en la frontera.
Con esto en mente, algunos trabajadores decidieron cruzar más temprano este lunes. «Llegué como a las 3 de la mañana porque pensé que sería un desastre, que habría mucha fila», contó José Anguiano, un obrero de la construcción que usualmente llega al puesto fronterizo a las 6 de la mañana.
«Pero estaba fluyendo. Todas las garitas están abiertas y todos los migras están trabajando», dijo Anguiano mientras mataba el tiempo antes de que comenzara su horario de trabajo.
El deportista Marcos Ribero entró temprano en la mañana. Además de reencontrar a su primo en San Diego, Ribero vino a Estados Unidos para una competencia de pesas. Celebró la flexibilización por varios motivos, entre ellos, poder volver a hacer turismo. «Fueron dos años sin poder hacer un viajecito», dijo. «Ahora voy a aprovechar las vacaciones».