Durante varios años, los angelinos que utilizan la estación del Metro de WestLake/MacArthur Park tropezaban con los vendedores ambulantes ubicados en la acera frente a la entrada de la misma.
Pero con la implementación de un proyecto piloto, estos comerciantes informales contarán con un espacio donde ofrecer su mercancía, en forma más segura y organizada y no en las aceras, como lo han estado haciendo por varios años.
El programa es una colaboración entre la Autoridad de Metropolitana de Transporte del Condado de los Ángeles (Metro), la Unión de Vendedores Ambulantes y concejales de la ciudad. Contará con 38 puestos para los vendedores y tendrá un periodo de prueba de un año.
Dependiendo de los resultados, podría extenderse a otras estaciones de Metro con espacio para ello.
“Estamos creando un nueva estructura de soporte, una nuevo mecanismo, para ayudar a los florecientes comerciantes, en una forma clara y sistemática”, dijo Hilda Solís, Supervisora del Distrito 1 del Condado de Los Ángeles.
Por su parte, el concejal Gil Cedillo del Distrito 1 de Los Ángeles, destacó que el esfuerzo de múltiples departamentos de la ciudad y el condado, junto con las autoridades de Metro lograron que el proyecto se convirtiera en realidad.
“Estamos tomando un escenario donde estábamos criminalizando personas que solo estaban tratando de ganarse la vida y ahora los organizamos y creamos un escenario donde las personas puedan estar aquí y se involucren en sus actividades comerciales con dignidad y respeto”, dijo Cedillo.
John Fasana, presidente de la Junta de Metro y alcalde de la ciudad de Duarte, señaló que la estación de Westlake/MacArthur Park es la más activa y congestionada con los vendedores ambulantes en todo el sistema de Metro
Transformación de un ambiente
Con esta iniciativa, las autoridades buscan transformar el ambiente del lugar mediante la eliminación de la venta prohibida en las calles, además de reducir el índice de delitos.
“Aca se esta mucho mejor, se esta mas comodo, organizado, es más limpio. Todo es más seguro”, dijo María Rocha, quien tiene 10 años vendiendo en el lugar y a quien le asignaron un puesto. “Sobre todo, no tenemos que estar poniéndolo en el piso ni estar corriendo de la policía.
Rocha dijo que los vendedores como ella tenían tres años luchando por lograr un espacio allí, como miembros de la Unión de Vendedores.
“Esperemos que todo salga bien, para que mucha más gente sean vendedores ambulantes como nosotros tengan la facilidad de que estén vendiendo en un lugarcito asi, dentro, y no lo esté haciendo afuera”, dijo Rocha.
El programa recibirá fondos de la ciudad y el condado y será administrado por el Central City Neighborhood Partners, el cual mantendrá registros de las solicitudes de los proveedores, coordinará las contribuciones de los miembros, la asignación de los permisos y los costos operativos.
Para participar en el programa, el vendedor debe vivir en el área o demostrar que lleva al menos un año vendiendo en la zona. Cada uno deberá pagar una cuota que será recaudada por la Unión de Vendedores.
Rafael Morales, de la Unión de Vendedores, destacó que el proyecto tendrá listas de espera para dar oportunidad a los vendedores que no alcanzaron a obtener un puesto. Quienes no vayan todos los días a vender en el lugar, pueden compartir el puesto con otra persona.
“Ahora todo va a ser estar mucho más seguros [los vendedores] y hasta la policía nos ha dicho que ha bajado delincuencia”, dijo Morales. “Porque habían muchos problemas con eso”.
Por los momentos, dijo Morales, solo los vendedores de ropa y otros artículos podrán estar en la plaza, ya que se está estudiando la posibilidad de otorgar permisos a quienes venden alimentos.
‘Aquí perdemos la clientela’
Aunque tienen mayores comodidades, algunos vendedores no están conformes con que los hayan alejados de las aceras, donde consideran que tienen más contacto con su clientes.
“Yo creo que perdemos clientela porque allá [en la acera] estábamos como más a la orilla y la gente a veces pasa y aunque no quiera comprar, pero mira y ya se anima”, dijo Génesis, quien no quiso dar su apellido.
“Pero aquí van a pasar los que en verdad quieran o prefieran comprar nada”, añadió la vendedora, quien tenía su puesto al lado de la parada del bus y siempre había alguien que le compraba.
A pesar de que estaba a la orilla de la avenida, Génesis le tenía más miedo a los alguaciles que a los autos que pasaban cerca de ella.
“Pero todo es probando, como dicen, porque donde tengas que vender, vas a vender”, dijo resignada Génesis, quien a pesar de todo manifestó estar agradecida por la oportunidad que le daban.