Buenos Aires (AFP) – Más de treinta años después, Mario Sandoval, conocido como el «carnicero» de la dictadura argentina, regresará a su país desde Francia, donde vivía una nueva vida. Enfrentará a la Justicia por la desaparición de un estudiante, uno de los centenares de crímenes que se le atribuyen.
Aunque Argentina sospecha que Sandoval participó en más de 500 asesinatos, torturas y secuestros durante la dictadura militar (1976-83), se apoyó solamente en el caso del presunto secuestro y desaparición del estudiante Hernán Abriata en octubre de 1976 para pedir la extradición ya que hay una decena de testimonios que lo implican.
Tras una larga batalla judicial, el gobierno francés dio luz verde a su extradición el 21 de agosto y este miércoles fue detenido.
En la noche del 30 de octubre de 1976 sonó el timbre en la casa de los Abriata en Buenos Aires. Los padres abrieron la puerta y vieron a un hombre de uniforme de fajina que se identificó como «Sandoval, de Coordinación Federal», una temida sección de secuestros políticos y torturas.
«Es un procedimiento de rutina», mintió ese hombre, apodado «Churrasco», como le dicen en este país al bistec de carne. Los familiares de Abriata nunca olvidaron el rostro del Sandoval que se llevó detenido a su hijo, a quien no vieron nunca más.
Abriata, estudiante de arquitectura, fue recluido en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los principales centros de tortura de la dictadura argentina (1976-1983), donde desaparecieron unas 5.000 personas, a menudo lanzadas desde aviones al Río de la Plata.
Carlos Loza, un compañero de cautiverio en la ESMA, dijo al juez que Abriata «sufrió torturas» y que la última vez que lo vio «fue entre el 4 y el 5 de enero de 1977, cuando lo ‘trasladaron’ (expresión que significaba muerte)».
– «Yo no soy» –
Sandoval se exilió en Francia tras la caída de la dictadura militar en (1976-83) y obtuvo la nacionalidad francesa en 1997.
Argentina reclama desde 2012 su extradición.
«Yo no soy el Sandoval que buscan», fue lo primero que dijo cuando la policía francesa lo fue a detener con una orden de arresto dictada por el juez argentino Sergio Torres.
Torres fue el primer gran investigador del plan de eliminación de personas en la ESMA, ahora convertida en museo de la memoria.
Más de 5.000 prisioneros políticos pasaron por sus mazmorras, que incluían hasta una maternidad para robar bebés. La mayoría siguen desaparecidos.
Sandoval se defendió con uñas y dientes. Usó la justicia para acusar a los medios franceses de mentir sobre su identidad. Les imputó que no lo dejaran ejercer normalmente su profesión de conferencista y consejero.
«Soy víctima de una campaña de difamaciones e incluido sin contemplaciones en una lista negra», dijo en su alegato.
– Su disfraz: consejero y profesor –
En Francia se había organizado una nueva vida, pero sin ocultar su nombre y apellido, solamente su pasado. Logró ser consejero del expresidente francés Nicolas Sarkozy. También colaboró con grupos paramilitares colombianos.
Trabajó como profesor en el Instituto de Altos Estudios de América Latina de La Sorbonne Nouvelle y de la Universidad de Marne-la-Vallé. Nadie se había percatado que era aquel «Sandoval, de Coordinación Federal» hasta que lo reconocieron en una foto. Los profesores de Marne-la-Vallé pidieron su arresto en una declaración.
«Era un tipo muy extraño, hacía inteligencia, un tipo intelectualmente de los más preparados dentro de la ESMA (Grupo 3.3). Si te podía ‘boletear’ (matar), te ‘boleteaba'», testimonió otro sobreviviente, Alfredo Buzzalino.
La dictadura argentina dejó unos 30.000 desaparecidos, según los organismos de defensa de los derechos humanos. La justicia ha condenado hasta ahora a más de 1.000 militares y policías, además de jueces y médicos, entre otros.