San Pedro Sula (Honduras) (AFP) – Luis Gutiérrez lamenta ver perdido el patrimonio del que vivió toda su vida. La laguna donde pescaba desde niño se secó por la mano criminal del hombre y la intensa sequía atribuida al cambio climático, que flagela al norte de Honduras desde hace tres años.
«Aproximadamente 200 o 300 (personas) vivíamos de la pesca», comentó Gutiérrez, de 42 años, mientras cortaba leña frente a unos cultivos de maíz sembrados en lo que fue el fondo la laguna Jucutuma, periferia de San Pedro Sula, la capital industrial de Honduras, 180 km al norte de Tegucigalpa.
Jucutuma, de 400 hectáreas y de unos cinco metros de profundidad, y su hermana menor, Ticamaya, de 317 hectáreas, se secaron completamente. Otro embalse vecino de menor tamaño, El Carmen, también sucumbió en un desastre ecológico.
La temporada de lluvias que inició en mayo pasado ha sido fuerte en toda Honduras, menos en la zona de las lagunas.
Cuando había lagunas «pescábamos guapote, tilapia y toda clase de pescaditos», recordó Luis, quien ahora trata de vivir vendiendo leña, un negocio poco rentable.
«Aquí venían los domingos muchas personas a sacar su pescadito y a divertirse» navegando, comentó otro pescador Walter Villanueva.
Turismo y pesca
«Para mí es un pesar porque era un lugar turístico… donde de las escuelas, colegios, venían a hacer actividad y ahora ya no existe el agua», deploró Ana Ramos, de 42 años, quien junto a su esposo, Víctor López, de 50, han vivido a la orilla de la laguna Ticamaya.
«Hubo personas que hallaron hasta los cascarones de la tortugas, los animalitos carbonizados», apuntó Ana.
En el lecho de las lagunas florecen frondosos cultivos de maíz sembrados en la forma rudimentaria de quemar la tierra para limpiar la maleza. Así quemaron los animales que quedaron en el lecho de la laguna.
Con la sequía desaparecieron lagartos, tortugas, diversos peces y otras especies de fauna acuática.
A la orilla de Ticamaya permanece un destacamento militar de seis efectivos a cargo de un suboficial, quien dijo a la AFP que estaban allí para supervisar la pesca, pero que no pudieron evitar que la laguna se secara.
Otro vecino que se identificó como Juan Diego Orellana, de 44 años, manifestó que en el ecocidio se conjugaron tres años sin lluvias, y un bloqueo del agua que baja de las montañas y de los ríos Chotepeque y Blanquito.
Los dos ríos se contaminaron con la expansión demográfica, con la construcción de cinco barrios en el área de amortiguamiento de Jucutuma, a los que les lanzaron las aguas residuales a falta de laguna de oxidación.
Crimen ambiental
También Juan Diego vio que empresarios poderosos y autoridades de la ciudad construyeron barreras de cemento en las fuentes que alimentaban Jucutuma para secar los espejos de agua y dar espacio a la expansión de la ciudad, de un millón de habitantes.
«La ciudad ya no tiene para donde crecer y aquí había tierras nacionales para la expansión», aseveró Juan Diego a la AFP, mientras hacía un alto en la limpieza de su cultivo de maíz.
Las lagunas se secaron «porque a Ticamaya le hicieron unos diques en el perímetro y poco a poco se fueron vaciando, porque estaban conectadas», dijo a la AFP el director de Bioversidad del Ministerio de Ambiente, Elvis Rodas.
Explicó que los diques fueron construidos para irrigar unos cultivos de caña de azúcar y otros productos.
«Realmente hubo mano criminal y autoridades municipales se prestaron para hacer esas obras», denunció Rodas.
El portavoz de la fiscalía en San Pedro Sula, Elvis Guzmán, informó a la AFP que una comisión del gobierno investiga si hay responsabilidad criminal.
«Estamos esperando el informe, en el que se va a identificar qué es lo que ha pasado y todo va a depender del informe» para determinar las sanciones, explicó.
Honduras está considerada como uno de los tres países del mundo más afectados por el cambio climático, sobre todo con sequías prolongadas y, en ocasiones, exceso de lluvias.