Caracas (AFP) – El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, asumirá el jueves un segundo mandato de seis años con una sombra de ilegitimidad que presagia más aislamiento internacional, y en la peor crisis económica en la historia reciente del país petrolero.
Maduro, de 56 años, jurará ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) -y no frente al Congreso, único poder no oficialista-, tras ser reelegido el 20 de mayo en comicios boicoteados por la oposición, que denunció un fraude, y desconocidos por Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y 12 países latinoamericanos.
A excepción de México y respaldado por Estados Unidos, el Grupo de Lima, integrado por 14 países americanos, instó el viernes al mandatario socialista a no posesionarse y transferir el poder al Parlamento, lo que Caracas consideró una incitación a un golpe de Estado.
El nuevo mandato de Maduro coincide con la llegada al poder en Brasil del ultraderechista Jair Bolsonaro, que con el apoyo del gobierno de Donald Trump busca liderar una coalición regional contra la que tilda de «dictadura».
«No creo que haya ruptura masiva de relaciones, sino una degradación importante del nivel» de esos nexos, opinó el internacionalista Mariano de Alba, coincidiendo con Peter Hakim, de Diálogo Interamericano, quien espera «discursos» y no acciones de «impacto serio».
Aún así los expertos auguran una mayor presión internacional, ante lo cual Caracas se acercó más a sus aliados: Rusia, China, Irán, Turquía y Corea del Norte. De entrada, el mismo jueves, la Organización de Estados Americanos (OEA) tendrá sesión extraordinaria sobre Venezuela.
«El que no reconozca la legitimidad de las instituciones venezolanas le daremos su respuesta recíproca y oportuna, actuaremos con mucha firmeza», advirtió Maduro, cuyo mandato será reconocido el jueves por la Fuerza Armada, y el viernes por la oficialista Asamblea Constituyente.
– «Venezuela no va a cambiar» –
Al clima internacional adverso se suma la desesperanza y malestar de quienes culpan al mandatario de la ruina del otrora próspero país.
Según el FMI, la economía, que se redujo a la mitad durante el gobierno de Maduro, se contraerá 5% en 2019, y la hiperinflación alcanzará 10.000.000%.
«Algunos piensan que estamos en lo más duro (…) Habrá niveles mucho más críticos», advirtió Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, quien cree que el gobierno podría verse forzado a tomar «medidas pragmáticas», sin cambiar el modelo de intervención de la economía.
«Venezuela no va a cambiar con Maduro en la presidencia, los medicamentos no se consiguen, la gente está pasando hambre», dijo a la AFP Gleidimir Peña, de 23 años, antes de emigrar a Perú hace tres días.
En lo que considera la migración más masiva de la historia reciente de América Latina, la ONU calcula que 2,3 millones de venezolanos salieron desde 2015, y estima que esa cifra subirá a 5,3 millones en 2019.
Ante el derrumbe de la vital producción petrolera -de 3,2 millones de barriles diarios a 1,13 millones en la última década-, Maduro invitó a sus aliados a invertir en la explotación de oro, diamante y coltán.
– Oposición sin poder ni autoridad –
Con el control institucional y militar, y una oposición fracturada, Maduro se dice más fuerte y legítimo que nunca, caminando con pie propio tras heredar el poder de Hugo Chávez (1999-2013), quien hace 20 años fundó la «revolución bolivariana».
Sus adversarios han hecho casi todo para desplazarlo: protestas que dejaron unos 200 muertos, un intento de referendo revocatorio, diálogos y promovido sanciones internacionales.
Pero hoy están enfrascados en luchas por el liderazgo y con sus principales dirigentes presos, inhabilitados o en el exilio.
Además, el Parlamento fue sustituido en la práctica por la Constituyente -con poderes absolutos-, pues el TSJ lo declaró en desacato y anula sus decisiones.
Pese a ello, el pasado sábado el Legislativo declaró a Maduro «usurpador», se proclamó como el único poder legítimo y anunció que impulsará un «gobierno de transición» que llame a elecciones.
«Nada surgirá del Parlamento que pueda tener el menor impacto en las políticas, prácticas o miembros del gobierno» porque «no tiene poder ni autoridad», opina Hakim.
Para el politólogo Luis Salamanca, la oposición -acusada por Maduro de intentar matarlo el pasado 4 de agosto- debe comenzar por «reconstruirse», aprender a luchar en un escenario «sin GPS constitucional» y evitar medidas inaplicables que generen «frustración».
Un diálogo por lo pronto luce lejano. Pero de darse, Hakim cree que la oposición debe buscar objetivos realizables para paliar la crisis: «Ningún gobierno autoritario y represivo cae porque sus oponentes -débiles y desorganizados- lo exigen».
Para «defender la revolución», el oficialismo movilizará a sus partidarios el jueves, luego de que el lunes una caravana, que incluyó encapuchados con fusiles, jurara defender a Maduro a sangre y fuego.