Lima (AFP) – «Vivo siempre pensando en él», asegura Raida Cóndor, quien a sus 78 años guarda la esperanza de hallar los restos de su hijo desaparecido el 18 de julio de 1992 por militares peruanos durante la represión contra el terrorismo de Sendero Luminoso.
«Son 30 años que vamos a cumplir, (y) hasta hoy no encuentro sus restos. Ha sido muy doloroso para mí», dice a la AFP esta madre, cuyo hijo Armando Amaro Cóndor, es una de las 10 víctimas de la masacre de La Cantuta, un emblemático caso por el que fue condenado el expresidente Alberto Fujimori.
«Solamente me conformo con sus fotos», lamentó tras encender en su casa una vela frente al retrato de su hijo de 25 años.
El 18 de julio de 1992, militares del destacamento «Colina» ingresaron por la noche a la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle, ubicada en La Cantuta, 30 kms al este de Lima, donde detuvieron a nueve estudiantes y un profesor bajo la sospecha de pertenecer al grupo maoísta Sendero Luminoso.
Los militares los subieron a un camión, tomaron la carretera de retorno a Lima para entregarlos a sus jefes e interrogarlos, pero a medio camino cambiaron de parecer y decidieron hacer justicia por mano propia.
Los diez detenidos de La Cantuta fueron torturados, asesinados y sus cuerpos quemados con kerosene, se supo luego durante un juicio al escuadrón militar de operaciones especiales.
«Me conformaría con que digan ‘este es el resto de Armando’. Si pudieran, dármelo para guardármelo, pero quizá nunca voy a conseguir eso», agrega entre sollozos Raida Cóndor, quien lleva colgada una foto de su hijo pegada a un pedazo de madera.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos determinó en 2006 la responsabilidad del Estado peruano en el caso de «La Cantuta» por la violación de los derechos del profesor y los nueve estudiantes.
Un mes atrás un equipo forense de la fiscalía reinició la búsqueda de los restos en la desértica quebrada Chavilca en Cieneguilla, al este de Lima. La labor, sin embargo, se postergó hasta agosto, por cambios de los fiscales que investigan el caso.
La fiscalía debe encontrar aún los restos de cinco estudiantes que todavía siguen desaparecidos, entre ellos Armando Amaro Cóndor. Los otros cinco desaparecidos fueron hallados por fiscales en 1993 en una fosa común, con evidencia de haber sido torturados y ejecutados de un tiro en la nuca.
Nos marcó la vida –
Por los 30 años de la masacre, el domingo decenas de familiares realizaron una romería con fotografías y flores en «El ojo que llora» un monumento que en memoria de los 70.000 muertos y 20.000 desaparecidos durante el conflicto interno en Perú (1980-2000).
«Es un hecho trágico que marco nuestras vidas. Ninguno de los familiares ha podido recuperarse de esa pérdida», dijo a la AFP la exministra de Cultura Gisela Ortiz, quien perdió a su hermano Luis Enrique Ortiz, de 22 años, en esta operación represiva.
«Han sido 30 años difíciles de vivir», indicó Ortiz.
Chile extraditó en 2007 al expresidente Fujimori (1990-2000) para juzgarlo por las matanzas de La Cantuta y de Barrios Altos (15 muertos, un niño entre ellos), perpetradas bajo su mandato por el escuadrón de aniquilamieno conocido como Colina.
Fujimori fue condenado a 25 años de prisión en 2009 como coautor de homicidio calificado, tortura y desaparición forzada de personas. El tribunal determinó, además, que ninguna de las 10 víctimas del caso La Cantuta pertenecía a grupos terroristas.
La justicia señaló que el escuadrón militar actuaba bajo órdenes del servicio de inteligencia que dirigía Vlademiro Montesinos, brazo derecho de Fujimori.
Respuesta a atentado –
La masacre de La Cantuta ocurrió dos días después del atentado con coche-bomba de Sendero Luminoso en la calle Tarata, del turístico distrito limeño de Miraflores, la noche del 16 de julio de 1992.
La explosión mató a 25 personas, dejó unos 150 heridos, destruyó viviendas, autos y comercios.
«Hasta hoy recuerdo el fuego y a la gente que pedía auxilio», dijo Vanesa Quiroga, quien siendo una niña perdió una pierna en ese atentado, durante una ceremonia en memoria de las víctimas la noche del sábado en Miraflores.