Mérida (Venezuela) (AFP) – Henry La Cruz salta de su moto, corre y sujeta con fuerza el brazo de un joven que iba a saltar desde un viaducto. Evitó así una nueva muerte en Mérida, en los Andes de Venezuela.
Pero este bombero de 42 años no siempre tiene la misma suerte en la región con la mayor tasa de suicidios del país.
El Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), referencia por la falta de cifras oficiales, estima que en 2021 ocurrieron 1.164 suicidios, una tasa de 4,3 por cada 100.000 personas.
La tasa alcanzó 9,9 en Mérida, estado agrícola y turístico en cuya capital homónima funciona la sede central de la pública Universidad de Los Andes, uno de los principales centros de educación superior del país.
La última información oficial data de 2016: el Ministerio de Salud contabilizó 843 suicidios aquel año, 97 en el estado andino.
El 1,8% de las muertes en Mérida se produjeron por «lesiones autoinfligidas intencionalmente», según ese informe, y la mayoría de los suicidios fueron cometidos por hombres entre 15 y 44 años (47,4%).
No hay estudios que expliquen el porqué de la alta incidencia en esa apacible región montañosa que alberga 860.000 personas de los 30 millones que habitan Venezuela.
El Consejo Legislativo de Mérida lanzó a finales de julio una campaña de prevención, «Aquí estamos», que ofrecerá atención especializada gratuita, aunque no se conocen cuáles serán los protocolos para acceder a esa ayuda.
El primer paso es «llegar a las escuelas con charlas informativas de concientización», explica a la AFP la legisladora Fabiana Santamaría.
«Necesitamos formar a la sociedad (…), que las personas dejen de pensar en esto como un tabú, que pierdan el miedo a mencionar la palabra suicidio», sigue Santamaría. «No es solamente decirle a la persona que no atente contra su vida, es darle herramientas para vivir, enamorarlo de la vida».
«No es tu final» –
En el viaducto donde Henry La Cruz evitó el suicidio de un muchacho de 21 años, un grupo religioso pega con cinta plástica mensajes en la baranda: «El suicidio no es tu final. Hay una historia en el corazón de Dios que lleva tu nombre».
El patrullaje en lugares de riesgo ha aumentado, asegura La Cruz, bombero de la brigada motorizada.
Al momento del rescate, respondía a una llamada sobre otro posible suicidio y cuando buscaba una víctima bajo el puente, en el río o en la vegetación circundante, notó al chico.
«Cuando llegamos, llevaba la sirena prendida. (Él) voltea y se sube a la baranda… Salté de la unidad, me tiré y lo agarré, él intentó irse pero, como pude, con mucha fuerza, lo halo a la orilla de la acera», relata.
Comenzaron a hablar. Casi dos horas después, lo convenció de que el suicidio no era la respuesta a sus problemas.
«Hemos detectado que la ideación suicida, o los intentos suicidas, están muy presentes en colectivos especialmente vulnerables» por orientación sexual o situación económica, dice a la AFP Jau Ramírez, director de la ONG SOMOS, enfocada en la comunidad LGBTI y que dirige grupos de apoyo.
Tocar fondo –
La depresión es una de las principales causas de suicidio, según el OVV, que basa sus cifras en casos reseñados por la prensa y reportes parciales de autoridades.
Cuando su esposo la abandonó de la noche a la mañana, quedando sola con sus seis hijos, Thais Beltrán atentó contra su vida. «Me fui consumiendo», recuerda.
Hoy trabaja con personas con discapacidad en una ONG: es fisioterapeuta, pero también ayuda a pacientes con pensamientos suicidas.
«Saber lo que se siente, saber tocar fondo» es su baza al trabajar con personas vulnerables. «Saberles hablar, saberlos entender».
La federación de psicólogos tiene una línea telefónica para asistencia, iniciativa insuficiente, sostienen expertos, frente al déficit de programas estatales de ayuda psiquiátrica y centros de salud especializados en Mérida.
Una de cada 100 muertes en el mundo son suicidios, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).