Lima (AFP) – El presidente de Perú, Pedro Castillo, cumplió el viernes 100 días en el poder lidiando con su propia inexperiencia política y con las piedras que siembran tanto sus adversarios de la derecha como sus aliados del ala radical de la frágil coalición de izquierda que lo apoya.
«El primer presidente pobre del Perú», según lo definió a la AFP el analista Hugo Otero, exhibe avances en la vacunación contra el covid-19, pero su supuesta falta de liderazgo para tomar decisiones frena la acción del gobierno mientras el país busca dejar atrás la pandemia y los roces de la polarizada campaña electoral que lo llevó a asumir el poder el 28 de julio.
«Los primeros 100 días han sido decepcionantes porque ha quedado claro para una mayoría que el presidente no da la talla para el cargo y tiene problemas para comprender la dimensión del triunfo electoral», dice a la AFP el analista político Augusto Álvarez Rodrich.
«Hay un tema de impericia muy grande en sus declaraciones, en su enfoque conceptual de cómo encarar políticas públicas», afirma Álvarez, columnista del diario La República (centroizquierda).
Maestro rural de la norteña Cajamarca, Castillo canalizó un voto de protesta al ser un rostro nuevo, ajeno a los partidos dominantes de la política peruana, salpicados por la corrupción.
Desde que asumió el mando, quedó claro que su relación con el Congreso sería una piedra en el zapato para su frágil gobierno. Las amenazas veladas de destituirlo sobrevuelan el ambiente, bajo el recuerdo latente del choque entre el Legislativo y Ejecutivo que llevó a Perú a tener cinco presidentes desde 2018.
Aunque el partido oficialista Perú Libre (marxista) es primera minoría con 37 de 130 bancas, el fragmentado Congreso es dominado por la oposición de derecha.
Asamblea Constituyente –
«Estamos ante un gobierno de coalición de izquierda, sin personalismos, donde hay más actores desde partidos pequeños, movimientos regionales, sindicatos», destaca a la AFP el politólogo Carlos Meléndez al definir la gestión y los problemas de Castillo.
«Es un socialismo más del siglo XX que del siglo XXI. El norte común es la Asamblea Constituyente a pesar de las discrepancias internas por la velocidad», añade Meléndez, al aludir a una de las banderas que llevó a Castillo al poder.
Las pugnas en la coalición quedaron al desnudo el jueves cuando 16 legisladores del ala dura oficialista negaron el voto de confianza al gabinete ministerial de Castillo, que encabeza la moderada Mirtha Vásquez y que no obstante fue ratificado por 68 votos a favor, 56 en contra y una abstención.
La promesa de una Constituyente a través de un plebiscito es un dolor de cabeza para la derecha, que acusa a Castillo de querer imitar a Venezuela.
«El partido oficialista está haciendo campaña a favor de una Constituyente y siguen copando organismos importantes, lo que nos llevará más cerca del chavismo», señala a la AFP el analista Fernando Rospigliosi, exasesor de Keiko Fujimori, la candidata de derecha derrotada por Castillo en el balotaje de junio.
Economía y pandemia –
A los problemas políticos y de liderazgo se suman los de la economía, que se contrajo 11,12% en 2020 por la pandemia tras dos décadas de crecimiento sostenido.
El país cayó en una recesión de la cual emergió en junio pasado. Sin embargo, la llegada al poder del izquierdista paralizó la inversión y erosionó la confianza de los empresarios, a la espera de señales claras. La moneda peruana, el sol, se devaluó más del 12% desde junio.
En un intento de tender puentes al mercado, Castillo ratificó al jefe del Banco Central, Julio Velarde, y puso al frente del ministerio de Economía y Finanzas al moderado Pedro Francke, lo que desató críticas del ala dura de su coalición.
Pero esas designaciones no han sido suficientes para dar confianza y la ausencia de inversión privada es «grande, peligrosa y no generará empleo», advierte Álvarez. En 2020, más de 2,1 millones quedaron desempleados por la pandemia.
Parte del problema son las declaraciones de Castillo sobre economía, que suelen ir a contrapelo de lo que dice su jefa de gabinete o el titular de Finanzas.
«No están resolviendo ninguno de los problemas del país, como empleo, seguridad, inflación. No se vislumbra ninguna salida, porque no hay rumbo y abundan las declaraciones que desalientan la inversión», afirma Rospigliosi.
Castillo dio el batacazo al encabezar en abril el escrutinio de la primera vuelta presidencial y luego se impuso en el balotaje a la hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori (1990-2000).
Muchos peruanos lo apoyaron animados por su promesa de renegociar los contratos de Camisea, el mayor yacimiento de gas natural del país, y convocar a una Asamblea Constituyente para reemplazar a la actual carta magna, promulgada en 1993 por Alberto Fujimori, que privilegia la economía de libre mercado.
Pero ambas metas parecen muy lejanas por la férrea oposición de la derecha y los errores, debilidades y pugnas en el oficialismo, que han conducido en los primeros 100 días a la salida de nueve ministros del gabinete de Castillo.