Coroico (Bolivia) (AFP) – El uso de pesticidas contra las plagas de los campos de coca, sumado al cambio climático y otros factores amenazan la supervivencia de las abejas en Bolivia, según apicultores y expertos.
«Los cocales están usando de manera masiva e intensiva pesticidas químicos que afectan directamente a la salud de las abejas», explica Rene Villca, apicultor en la municipalidad de Coroico, en la región de Nor Yungas, al norte de La Paz. «De las 20 colmenas que tengo, diez están produciendo de manera normal y diez no. Obviamente tienen población, pero tienen mucha menos», lamenta.
De acuerdo con la última Encuesta de Cultivo de Coca presentada por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (UNODC) y el gobierno boliviano, la cantidad de cultivos de hoja de coca subió un 6% en el país en 2017, un incremento de 1.400 hectáreas de plantaciones, de 23.100 a 24.500.
«El área de cultivo de coca se ha expandido y el bosque nativo se ha reducido a niveles alarmantes», señala Miguel Limachi, entomólogo de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz.
En las escarpadas laderas de los valles de la región, el bosque lozano se ha sembrado de pequeñas parcelas de coca dispuestas en terrazas. Algunas áreas son de color marrón y muestran manchas pequeñas de tierra muerta y gastada.
El panorama parece ensombrecerse aún más porque la extensión de los cultivos de hoja de coca puede llevar a la destrucción de otro tipo de bosques capaces de generar una respuesta natural a las plagas asociadas a la hoja de coca.
«Un monocultivo (cultivo de una sola especie) es más atacado por plagas de insectos u hongos porque ya no existe la cobertura vegetal nativa, ya no hay controladores naturales», explica Limachi. «Y entonces se manejan más pesticidas en mayores concentraciones».
– Tóxico para los humanos –
Además de la prevención de las plagas que afectan a la coca –principalmente una polilla minúscula y un hongo– los pesticidas también se utilizan para proteger otros cultivos del país como plantaciones de café o algunas frutas tropicales.
Los efectos de estos productos químicos en las abejas son irreversibles y afectan principalmente sus aptitudes motoras y espaciales, alteradas por componentes altamente tóxicos llamados organofosforados.
«Quiere decir que derivan del ácido fosfórico, el cual es altamente tóxico. Se acumula en el organismo y a la vez también repercute en el sistema nervioso central. Es como si las abejas estuvieran consumiendo raticidas», aclara Limachi.
«Como son insectos sociales y extremadamente organizados, al verse afectado su sistema nervioso, su conducta cambia a patrones irregulares de comportamiento que causan un doble gasto de energía y desorganización en la colonia».
El peligro para los manipuladores de estos productos y trabajadores de las plantaciones se incrementa, además, en la misma proporción que su uso.
Estos pesticidas «permanecen en el suelo, en la superficie de las plantas y obviamente contaminan a todos los organismos presentes. Tanto a los propios cultivadores, a los niños y a sus familias, como a la fauna silvestre», alerta.
– «No nos queda otra que utilizarlo» –
En el otro lado, quienes utilizan los pesticidas a sabiendas de sus elevados índices de toxicidad son conscientes de los peligros de estos productos químicos y se cubren la cara con un paño antes de rociar, pero esgrimen otro tipo de prioridades.
«Utilizamos los pesticidas para las plagas porque las plagas se comen la coca en pedacitos, y esto afecta a nuestra economía. Hasta las plantas se pueden resecar, y de esa forma nosotros perdemos, como productores de coca, económicamente», dice el trabajador cocalero Exalto Mamani.
Para él, no queda otra opción: «Muchos de los productores de coca somos conscientes de que estamos afectando con estos productos químicos al medio ambiente, pero no nos queda otra alternativa porque la coquita nos mantiene y nos da la economía para mantener nuestra familia», señala.
«Ahora con el cambio climático las plagas han aumentado y sí o sí tenemos que usar productos químicos», añade Exalto, mencionando otro de los factores que más afecta a la población de abejas.
«Los efectos del cambio climático también ayudan a que las poblaciones de abejas disminuyan», confirma Limachi. «Años muy secos y otros años de demasiada lluvia alteran la cantidad de flores, de las que las abejas se sirven para alimentar a las colmenas».
Pero los pesticidas no son los únicos factores que perjudican la salud de las abejas: «La contaminación electromagnética: emisión de ondas de celulares, microondas, radios, televisión… afectan a su comunicación y al funcionamiento de la colmena porque interrumpen procesos como recolección de alimento, cuidado de las larvas o el aseo de la colonia», explica Limachi.
En Coroico, Villca sueña con un cambio: «Esperamos que los productores se den cuenta del valor que tiene este insecto de oro».