Bruselas (AFP) – Los agricultores europeos alzaron la voz de inmediato contra el acuerdo comercial que la UE y el Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) cerraron el viernes por la noche en Bruselas, que amenaza, según ellos, su actividad.
En cuanto se anunció el acuerdo, empezaron a proliferar tuits y comunicados furibundos, en contraste con las amplias sonrisas de los negociadores europeos y sudamericanos, satisfechos por este «histórico» compromiso tras 20 años de discusiones.
La Copa Cogeca, el principal sindicato agrícola de la UE, criticó «una política comercial de doble rasero y con doble vara de medir», que aumenta «la brecha entre lo que se le pide a los agricultores europeos y lo que se tolera a los productores de Mercosur», cuyas normas sanitarias y medioambientales no son las mismas que en Europa.
En Alemania, Joachim Rukwied, responsable del principal sindicato agrícola, Deutscher Bauernverband, declaró que el acuerdo es «totalmente desequilibrado» y que pondrá en peligro «muchas explotaciones agrícolas familiares».
«Unas semanas después de las elecciones europeas, es inaceptable la firma de un acuerdo Mercosur-UE que expondrá a los agricultores europeos a una competencia desleal y a los consumidores a un engaño total», tuiteó la jefa del primer sindicato agrícola francés, FNSEA, Christiane Lambert.
El acuerdo, uno de los más importantes del mundo, pues afectará a 770 millones de personas e implicará un cuarto del PIB mundial (18 billones de euros), ha generado fuertes dudas sobre su aplicación.
En este contexto tenso, la necesaria aprobación de los 28 Estados miembros y del Parlamento Europeo parece más incierta que nunca.
A ellos se suma la carta abierta que firmaron recientemente 340 oenegés europeas y sudamericanas, incluyendo Greenpeace y Friends of the Earth, en la que criticaban las negociaciones en otros dos frentes: el medio ambiente y los derechos humanos, debilitados por la política del presidente brasileño Jair Bolsonaro (ultraderecha), según ellas.
– «Riesgos alimentarios» –
Para lograr un compromiso, el Mercosur tuvo que abrir su puertas a la industria europea, particularmente a la de la automoción, pero también a los sectores químico y farmacéutico, así como sus mercados públicos.
A cambio, la UE facilitará el acceso a su mercado los cuatro países sudamericanos ávidos de vender azúcar, etanol, carne de ave y de ternera.
Con el acuerdo, Mercosur podrá exportar a la UE unas 99.000 toneladas de carne de ternera con un tipo preferencial de 7,5%, lo que debilitará la posición de los ganaderos europeos.
En Francia, ese sector, muy dependiente de las subvenciones europeas, considera que no lograrán competir con las «fábricas de carne» latinoamericanas.
Y más aún teniendo en cuenta las diferencias en las prácticas de ambos continentes, que no les favorece: mientras que en la UE cada vez hay más normas medioambientales, en América se usan antibióticos como hormonas del crecimiento y soja modificada genéticamente.
Asimismo, la principal organización de agricultores de Italia, Coldiretti, advirtió de los «graves riesgos alimentarios» en algunos países de Mercosur.
Como respuesta, el comisario europeo de Agricultura, Phil Hogan, prometió el viernes por la noche una «ayuda financiera» de hasta 1.000 millones de euros «en caso de perturbación del mercado», si bien admitió que el texto implica «algunos desafíos para los agricultores europeos».
Su compatriota, el ministro irlandés de Agricultura, Michael Creed, afirmó estar «muy decepcionado» por «el importante contingente arancelario» sobre la ternera, justo cuando el sector «enfrenta una gran incertidumbre».
El presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que se trataba de un «buen» acuerdo pero avisó que Francia estará «vigilante».
En el plano medioambiental, el francés se declaró satisfecho porque el texto -todavía no publicado- recoja una referencia explícita al acuerdo de París sobre el clima, y que garantice, según él, «el respeto» de las normas medioambientales y sanitarias de la UE.
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