México (AFP) – Arribista, egoísta, inescrupuloso. Así califica el presidente Andrés Manuel López Obrador a un sector de la clase media que le retiró el apoyo electoral en Ciudad de México, considerado su bastión y emblema progresista del país.
Su partido Morena no solo se debilitó en la Cámara de Diputados en los comicios del 6 de junio; también perdió cuatro de 11 alcaldías que controlaba en la capital de nueve millones de habitantes.
AMLO, acrónimo con el que se conoce al mandatario izquierdista, vio erosionado así el amplio respaldo que construyó desde que fue alcalde de la megaurbe (2000-2005), si bien Morena conserva el gobierno de la ciudad.
El presidente atribuye el retroceso a «la guerra sucia y el bombardeo de mentiras» de sus adversarios que, según él, «se creyeron» algunos capitalinos de clase media.
«Hay un sector de la clase media que siempre ha sido muy individualista, que le da la espalda al prójimo, aspiracionista (sic), que lo que quiere es ser como los de arriba y encaramarse lo más que se pueda, sin escrúpulos», alega.
Pero para Manuel Silva, exfuncionario de 46 años que hoy realiza consultorías independientes, remitirse al «aspiracionismo» es «estúpido». «Todos los mexicanos tienen el derecho y el deseo de hacer más», defiende.
Servidor público durante 13 años, fue despedido a raíz de la férrea austeridad de López Obrador para reducir una supuesta «burocracia dorada». El plan, según análisis privados, busca eliminar 226.000 de los 1,5 millones de puestos estatales.
Aunque no votó por AMLO en 2018, Silva afirma que excolegas y familiares que lo apoyaron, hoy se arrepienten.
El gobernante, de 67 años, mantiene una aprobación de 61%, según la analista de opinión Oraculus.
Clase media «pobre» –
Para el columnista Julio Hernández «Astillero», López Obrador erige a la clase media como «fantasma expiatorio de las culpas de Morena» en la capital.
Además de ser el epicentro de la pandemia -que deja 231.500 muertos en el país-, la ciudad fue sacudida por un accidente en el metro con saldo de 26 fallecidos el pasado 3 de mayo.
El tramo siniestrado fue construido por Marcelo Ebrard, exalcalde (2006-2012) y hoy canciller, aunque un peritaje preliminar sugiere negligencias de los contratistas privados.
Hernández, identificado con causas progresistas, alerta que el mandatario no puede prescindir de «su base electoral histórica», pues «de ahí nació el obradorismo».
AMLO ganó la presidencia con 53,2% de la votación. Más de 10% de ese caudal provino de Ciudad de México.
Atenuando su postura, esta semana afirmó que quiere construir una clase media «más humana, fraterna y solidaria». «Claro que hay que superarnos, pero no volvernos egoístas y aspirar a ser fifí (elitista)».
Hernández caracteriza al votante de clase media como «ilustrado y crítico», pero también presto a reclamar cuando «tocan su bolsillo».
Por ingresos, este segmento en México está a la zaga de sus pares de la OCDE, de la que forma parte el país (decimoquinta economía mundial).
Un informe de 2019 estableció que un mexicano gana entre 3.800 y 10.000 dólares anuales, contra 23.000 que percibe el quintil de clase media en 25 de los 35 países OCDE.
En promedio, 61% de la población en el llamado «club de países ricos» es de clase media frente a 45% de los mexicanos.
Aunque comparativamente «pobre», en México ese sector «busca mejorar su situación y la de sus hijos» y «tener propiedades para heredar», explica el analista Macario Schettino.
«Es el soporte de la democracia liberal», destaca.
«Ofensivo» –
La burocracia, una masa crítica concentrada en la capital, no es la única que se siente afectada por la retórica de López Obrador. Académicos, personal de oenegés y activistas también son criticados.
El discurso presidencial ha sido «demasiado ofensivo» con segmentos «que crean opinión pública», señala Hernández.
Sofía, seudónimo de una feminista que protege su identidad, se declara «decepcionada» tras haber votado por AMLO.
Lamenta que presente al feminismo como un arma política contra su gobierno y que no haya tenido una «respuesta contundente ni sensible» a sus reclamos.
López Obrador, quien dice no ser feminista sino «humanista», sostiene que «la derecha» manipula al movimiento.
La militante, de 38 años, afirma que su lucha desde la clase media es por la «supervivencia», pues ni si quiera está en condiciones de comprar una propiedad.
Por eso rechaza que el presidente pretenda enfrentar a este sector con el «pueblo» que dice representar.
«No es una buena idea atacar a personas que trabajan un montón de horas al día para mejorar su situación (…). Creo que sí le va a costar» políticamente, estima Schettino.