Washington (AFP) – La vaquita marina está al borde de la extinción: quedan tan solo 10 miembros de la especie en un único hábitat en el Golfo de México en California.
Sin embargo, un nuevo estudio publicado el jueves en la revista Science ofrece esperanza: el mamífero marino en mayor peligro de extinción en el mundo no está condenado por una falta de diversidad genética, y puede recuperarse si la pesca ilegal con «redes de enmalle» cesa inmediatamente.
«Rechazamos la idea de que no hay esperanza, de que no se puede hacer nada para salvarlas en este momento. No es una idea exacta», dijo a la AFP la principal investigadora del estudio, Jacqueline Robinson, de la Universidad de California en San Francisco.
Las vaquitas son cercanas a los delfines, con quienes comparten muchas cosas, como su gran inteligencia.
La vaquita mide alrededor de metro y medio de largo: es el más pequeño de los cetáceos.
Tímida y esquiva, es conocida por los distintivos círculos negros que rodean sus ojos y sus relativamente amplias aletas dorsales, que se cree que les ayudan a disipar el calor en su cálido hábitat.
El número de vaquitas marinas se vio diezmado en el siglo XX porque solían resultar accidentalmente atrapadas y ahogarse en redes de enmalle: largos muros de redes colgadas en aguas abiertas para atrapar pescados y camarones.
Los pescadores buscaban sobre todo totoabas, un gran pez del tamaño de la vaquita, cuya vejiga natatoria es apreciada en la medicina tradicional china.
La totoaba también está en peligro y su pesca es ilegal, pero no siempre se respeta la prohibición.
Se desconoce la abundancia histórica de la vaquita, pero al momento del primer estudio, en 1997, solo quedaban 570.
Se temía que mutaciones perjudiciales entre las vaquitas sobrevivientes pudieran sellar el destino de la especie debido a una inevitable endogamia.
Para descubrir si era el caso, los investigadores analizaron los genomas de unas 20 vaquitas que vivieron entre 1985 y 2017, y descubrieron que en los últimos 250.000 años la población nunca excedió unos pocos miles.
También aprendieron que su diversidad genética siempre ha sido baja, en comparación con otras especies de cetáceos como delfines, orcas, y otras ballenas.
Beneficios de una baja diversidad genética –
«En general tenderíamos a pensar que una baja diversidad genética es algo malo. Pero en este caso, es de alguna manera ventajoso para las vaquitas para su posible recuperación a futuro», dijo Robinson.
La endogamia aumenta las posibilidades de que los descendientes hereden dos copias de mutaciones perjudiciales, llevando a posibles trastornos genéticos.
Pero resultó que la frecuencia de esas mutaciones genéticas en la vaca marina es muy baja, porque la población siempre ha sido pequeña.
«Así que estas mutaciones fueron históricamente eliminadas mucho más efectivamente que en una población más amplia, en donde esas mutaciones podrían persistir y mantenerse ocultas a la selección natural», explicó Robinson.
Hay otras especies que parece más resistentes a la llamada «depresión por endogamia», incluyendo los gorilas de montañas y narvales, por razones similares.
El equipo llevó a cabo simulaciones para predecir el futuro de la especie.
De manera alentadora, solo hay seis por ciento de posibilidades de que se extinga la vaquita si se eliminan las redes de enmalle.
Pero si la pesca solo se reduce, el riesgo de extinción crece dramáticamente.
Incluso con una reducción del 80% de la pesca, las vaquitas tienen 62% de posibilidades de desaparecer.
«Aunque ahora sabemos que la habilidad de la especie para recuperarse no está limitada por su genética, a las vaquitas les queda muy poco tiempo», dijo el coautor del estudio Christopher Kyriazis, también de la Universidad de California, de Los Ángeles, en un comunicado.
«Si las perdemos, será el resultado de decisiones humanas, no de factores genéticos inherentes».