Washington, 9 abr (EFE).- La sonda espacial internacional Cassini, que orbita Saturno desde 2004, se prepara para su acto final, su desintegración en la atmósfera del planeta de los anillos, tras una misión de 20 años plagada de descubrimientos asombrosos, entre ellos la posibilidad de vida fuera de la Tierra.
Es precisamente esa posibilidad la que ha llevado a los responsables de la misión a precipitar el robot espacial contra la superficie de Saturno para evitar que su caída accidental en alguna de sus lunas comprometiera el desarrollo de vida incipiente.
En concreto, el peligro es que cayera sobre Encélado, la pequeña luna helada de Saturno a la que Casinni realizó un histórico acercamiento en 2015 que permitió determinar por primera vez la existencia fuera de la Tierra de agua, energía química disponible y material orgánico, las condiciones para el desarrollo de la vida.
Aunque la sonda lleva casi 20 años surcando el espacio exterior, los experimentos llevados a cabo en la Estación Espacial Internacional (EEI) han mostrado que los microbios pueden sobrevivir durante años a temperaturas extremas, a la radicación y al vacío espacial, según han explicado los científicos de la NASA.
Al llegar el fin de sus misiones debido al agotamiento del combustible que les permite cambiar de trayectoria aprovechando las fuerzas gravitacionales, algunas sondas espaciales son abandonadas orbitando perpetuamente los objetos celestes que han estudiado, pero en este caso los científicos no quieren correr riesgos.
De caer accidentalmente en Encélado o en alguna de las otras 61 lunas de Saturno, algunas de las cuales pudieran tener características similares, como Titán, los organismos microscópicos vivos que pudiera portar Cassini podrían comprometer el eventual desarrollo de vida en ella.
La sonda Cassini, un proyecto conjunto de la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la italiana (ASI), va a ser ahora puesta en un curso por una zona no explorada entre Saturno y sus anillos para que, a los 122.000 kilómetros por hora a que vuela, entre en la atmósfera gaseosa de ese planeta en septiembre próximo.
De este modo, el robot espacial «se romperá, derretirá, vaporizará y se convertirse en una parte del mismo planeta al que partió hace 20 años para explorarlo», aseguró esta semana el responsable del proyecto Cassini, Earl Maize.
El próximo martes, el equipo responsable de la misión enviará a Cassini los comandos definitivos para su cambio de rumbo, para que el 22 de abril la sonda pasé por última vez junto a Titán y el 26 se lance en su nuevo curso, a través de una separación entre Saturno y su anillo de lunas, en lo que será el comienzo de su gran final.
Antes de precipitarse contra el planeta Gigante, a mediados de septiembre, el robot espacial orbitará 22 veces el curso inexplorado al que será lanzado, con el fin de conseguir las últimas observaciones científicas de su misión.
«Ninguna nave espacial ha atravesado esta región única que intentaremos cruzar 22 veces» antes del final definitivo de la sonda, dijo Thomas Zurbuchen, administrador adjunto de la Dirección de Misiones Científicas de la NASA en Washington.
La sonda robótica fue lanzada al espacio en octubre de 1997 y, desde entonces, ha estado estudiando el inmenso planeta, sus anillos y su campo magnético, especialmente desde 2004, en que llegó a sus inmediaciones y empezó el estudio de Titán, la luna mayor de Saturno, y sus otros satélites.
Pese a que se suponía que la sonda debía concluir sus trabajos a finales de 2008, se mantuvo activa, con sus 12 instrumentos transmitiendo información del sistema, por lo que la NASA decidió en 2010 prolongar su misión hasta este año.
Durante el tiempo que ha estudiado Saturno, Cassini ha hecho numerosos e increíbles descubrimientos, incluyendo la actividad hidrotermal existente en el «océano global» dentro de la luna helada de Encélado, así como los mares líquidos de metano de Titán.
Además de mandar imágenes inéditas de Saturno, sus anillos y sus lunas, la sonda también descubrió que Encélado tiene una gran actividad geológica, incluida una nube de hielo, vapor de agua y moléculas orgánicas emanando de su región polar sur.
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