Madrid (AFP) – La poetisa uruguaya Ida Vitale ganó este jueves el Premio Cervantes 2018, el galardón más prestigioso de las letras españolas por su «destacado y reconocido» lenguaje y una trayectoria «de primer orden» que ya recibió múltiples recompensas.
A sus 95 años, la escritora montevideana corona con este galardón «una trayectoria poética, intelectual, crítica y traductora de primer orden», según el acta del jurado leída por el ministro español de Cultura, José Guirao.
La premiada recibió la noticia mientras empezaba a regar las plantas de su departamento en Montevideo, sin «tener idea» de que al otro lado del océano Atlántico se le entregaba el considerado como el Nobel de las letras hispanas.
El premio ha sido una «sorpresa, e injustificado, un exceso de generosidad de España», dijo Vitale a la AFP, que lamentó no poder compartir la alegría con su marido Enrique Fierro, poeta fallecido en 2016, uno de «esos escritores secretos».
El jurado alabó especialmente el lenguaje de Vitale, «uno de los más destacados y reconocidos de la poesía moderna en español, que es al mismo tiempo intelectual y popular, universal y personal, transparente y honda», explicó Guirao en una comparecencia en Madrid.
Unas cualidades que la convirtieron «desde hace tiempo en un referente fundamental para poetas de todas las generaciones en todos los rincones del español», añadió durante el anuncio del premio, dotado con 125.000 euros (141.000 dólares).
Autora de más de una veintena de poemarios, como «La luz de esta memoria», «Procura de lo imposible» o «Cada uno en su noche», Vitale vive en su vejez una oleada de reconocimientos.
En 2015 se hizo con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2015, un año después ganó el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca en 2016 y el 24 de noviembre recogerá en Guadalajara (México) el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2018.
«Nunca he esperado premios, es un desconcierto absoluto», insistía a la AFP.
– La quinta mujer premiada –
Su elección también sorprendió a los expertos, no por el valor de su obra, sino por su origen: después de premiar en 2017 al nicaragüense Sergio Ramírez, por primera vez desde 1996 se rompió la norma no escrita de alternar ganadores españoles y latinoamericanos.
En cambio, en pleno auge mundial de las reivindicaciones feministas, el jurado hizo justicia con las escritoras en español: sólo cuatro mujeres habían ganado el galardón en sus 43 ediciones anteriores.
Vitale será la quinta después de la mexicana Elena Poniatowska (2012), la cubana Dulce María Loynaz (1992) y las españolas Ana María Matute (2010) y Maríz Zambrano (1988).
Hasta ahora un solo uruguayo había ganado este premio, Juan Carlos Onetti, integrante como ella o Mario Benedetti de la «Generación del 45» de escritores de ese país, aunque la etiqueta no termine de convencer a Vitale.
«Es un vicio ya de la historia literaria juntar a la gente por generaciones», refunfuñaba recientemente en una entrevista a la AFP en su apartamento en Montevideo, donde pulía los detalles de su última obra «Shakespeare Palace».
Nacida en una familia culta y cosmopolita de Montevideo, Vitale bien pronto se orientó hacia las letras a pesar de que sus padres le recriminaran que era «una perdedera de tiempo».
Estudió humanidades y fue profesora universitaria hasta 1974 cuando la dictadura de Juan María Bordaberry (1973-1976) la empujó a exiliarse a México, donde conoció a Octavio Paz que la introdujo en el comité asesor de su revista «Vuelta».
Y es que más allá de su obra poética, Vitale también destacó en la crítica literaria, los ensayos, las traducciones y el periodismo. «Donde el lenguaje brille, basta», aseguraba en esa entrevista a la AFP.
Como es tradición, el premio se le entregará el 23 de abril, aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes (1547-1616), en un acto en la localidad madrileña de Alcalá de Henares, cuna del autor de «El Quijote».