Caracas (AFP) – La oposición venezolana retomó en los últimos días la ofensiva para sacar del poder al presidente Nicolás Maduro, abogando por quebrar el decisivo apoyo militar, reactivar las protestas y estrechar el cerco diplomático y económico internacional contra el gobierno.
Encabezados por Juan Guaidó, jefe del Congreso, de mayoría opositora, los adversarios del gobierno socialista tratan de golpearlo en varios frentes, aprovechando la creciente presión de Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y gran parte de América Latina, que no reconocen el segundo mandato que inició Maduro el 10 de enero.
El Parlamento declaró al mandatario «usurpador» de la presidencia, prometió «amnistía» a militares que no lo reconozcan y pidió a la comunidad internacional congelar activos y cuentas de Venezuela.
Sus decisiones son consideradas nulas, sin embargo, por el Poder Judicial, de línea oficialista, que lo declaró en desacato en 2016.
Como parte de su hoja de ruta, Guaidó llamó a manifestaciones el 23 de enero en respaldo a un «gobierno de transición», ante lo que el oficialismo convocó una contramarcha. Será el primer gran pulso en la calle tras las violentas protestas que dejaron unos 125 muertos entre abril y agosto de 2017.
Para el centro de análisis de riesgo Eurasia Group, aunque el aislamiento internacional del gobierno se profundiza, «una ruptura interna no es inminente».
«La oposición relanzó su estrategia, pero falta mucho más que una base constitucional para lograr el cambio. Hace falta un apoyo más determinado de la comunidad internacional y que las protestas obliguen a la Fuerza Armada y al aparato represivo a ceder», dijo a AFP Diego Moya-Ocampos, del IHS Markit (Londres).
– Objetivo militar –
Ingeniero de 35 años, Guaidó, quien tomó la jefatura legislativa el 5 de enero, dio un paso al frente el pasado viernes cuando se dijo dispuesto a liderar una transición, pidiendo apoyo popular y militar.
De inmediato obtuvo respaldo de Luis Almagro, secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), quien lo llamó «presidente interino», y el aplauso de países como Estados Unidos y Brasil.
«Pero la clave es la Fuerza Armada, dirigida por una cúpula que teme perder su influencia política y económica, y un cambio de gobierno» porque tiene cuentas pendientes «por corrupción y violaciones de derechos humanos», observó Moya-Ocampos.
Apuntando a ello, el Legislativo aprobó el martes un acuerdo en el que se compromete a «decretar una ley de amnistía» para «funcionarios civiles o militares que colaboren» para establecer un gobierno de transición que convoque elecciones.
«Los estamos esperando», dijo este miércoles Guaidó, dirigiéndose a los uniformados.
La breve detención del líder parlamentario por el servicio de inteligencia (SEBIN) el domingo último fue interpretada por el diputado y otros sectores como una señal de descontrol en el aparato de seguridad y fisuras en el gobierno, que aseguró que los agentes actuaron por su cuenta.
Doce efectivos del SEBIN fueron enviados a prisión, informó una fuente judicial.
El Congreso pretende igualmente cerrarle el grifo financiero a Maduro en momentos en que el país vive la peor crisis económica de su historia reciente.
La víspera, el Parlamento pidió a 46 países de América, Europa y Asia, incluidos Rusia, China y Turquía, aliados de Maduro, prohibir el manejo de fondos, cuentas y activos del Estado venezolano.
Ya Estados Unidos ha advertido que podría endurecer sus sanciones contra Venezuela y su petrolera PDVSA.
Por ahora, Washington ha prohibido a sus ciudadanos y empresas negociar nueva deuda del país y han impuesto sanciones individuales a Maduro y decenas de jerarcas oficialistas.
– Superar las divisiones –
El perfil de Guaidó se elevó con su detención. El vicepresidente estadounidense, Mike Pence, dialogó con él por teléfono el martes para elogiar su «valiente liderazgo» y prometió el «apoyo continuo» de Washington.
Pero sus desafíos se antojan enormes con una oposición fracturada, con muchos de sus líderes en el exilio o encarcelados, y desprestigiada incluso entre una parte de sus seguidores.
«El reconocimiento internacional generalizado y persistente del Parlamento y el apoyo a Guaidó también podrían hacer de la oposición un actor más relevante en una transición política. Aún así, sigue estando profundamente dividida, con poca capacidad para afectar el cambio político», advirtió Eurasia.
Para el analista Luis Vicente León, «es fácil para la oposición articularse circunstancialmente alrededor de demandas de salida de Maduro», pero el «verdadero reto» es unirse en torno a una «estrategia real, un plan de acción y un liderazgo único».