Ginebra (Suiza).- La Niña podría regresar en los próximos meses, aunque con menor intensidad y duración, según las últimas previsiones climáticas de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Este fenómeno, caracterizado por el enfriamiento significativo de las superficies oceánicas en el Pacífico ecuatorial, podría empezar a manifestarse entre diciembre de 2024 y febrero de 2025, con una probabilidad estimada en un 55%.
Las condiciones neutras en términos del fenómeno de la Oscilación del Sur de El Niño (ENSO) que han prevalecido desde mayo podrían dar paso a esta fase fría. A pesar de su breve posible aparición, La Niña es conocida por sus amplios impactos climáticos, particularmente en las regiones tropicales, donde tiende a producir patrones opuestos a los de El Niño, incluyendo cambios en la precipitación y en la presión atmosférica.
Sin embargo, la preocupación principal no termina con la fluctuación natural de estas condiciones.
«El año 2024 comenzó bajo la influencia de El Niño y se encamina a ser el más caluroso registrado», afirmó Celeste Saulo, Secretaria General de la OMM. «Incluso un fenómeno de La Niña no podrá contrarrestar el calentamiento continuo provocado por los gases de efecto invernadero», advirtió.
Desde el último trimestre de 2024, los expertos han observado que, aunque las temperaturas en el Pacífico ecuatorial central y oriental están por debajo de lo normal, aún no se alcanzan los umbrales típicos de La Niña. Esto podría deberse a fuertes anomalías en los vientos del oeste que han dominado desde septiembre hasta noviembre, dificultando el desarrollo del fenómeno.
La posibilidad de que La Niña se materialice sigue siendo incierta, y se espera que las condiciones neutras se reanuden entre febrero y abril de 2025. Este ciclo breve y débil, enmarcado dentro de un contexto más amplio de cambio climático antropogénico, sugiere que los impactos podrían ser menos pronunciados pero aún significativos.
La relevancia de estas previsiones va más allá del ámbito científico, impactando directamente en la planificación y las políticas públicas. Las predicciones climáticas estacionales de la OMM, que también toman en cuenta otros factores de variabilidad como la Oscilación del Atlántico Norte y el Dipolo del Océano Índico, son fundamentales para la emisión de alertas tempranas y la toma de decisiones en sectores sensibles al clima.
Mientras tanto, se espera que las temperaturas superficiales del mar permanezcan por encima de lo normal en casi todas las cuencas oceánicas, excepto en el área del Pacífico oriental cercano al ecuador.
Este patrón apoya la previsión de temperaturas elevadas a nivel global y una variabilidad en las precipitaciones que podría manifestarse en un aumento de lluvias e inundaciones en ciertas áreas, fenómenos que, según Saulo, «lamentablemente se han convertido en la nueva norma en nuestro clima cambiante».
Los próximos meses serán cruciales para monitorear el desarrollo potencial de La Niña y su interacción con las fuerzas más amplias del cambio climático. Los centros regionales sobre el clima de la OMM y los servicios meteorológicos e hidrológicos nacionales continuarán vigilando de cerca estos cambios, proporcionando información vital para proteger vidas y medios de subsistencia ante los retos climáticos inminentes.