Bogotá (AFP) – El Clan del Golfo, la banda narcotraficante más poderosa de Colombia, comandada por un exparamilitar buscado por Estados Unidos, está dispuesta a someterse a las autoridades tras casi dos años de intensa cacería policial, anunció el presidente Juan Manuel Santos este martes.
El domingo «recibimos del jefe del Clan del Golfo una manifestación expresa de la voluntad (…) de someterse a la justicia él con todos sus hombres», afirmó el mandatario en un discurso en la sede de gobierno.
Santos agregó que el ministro de Justicia Enrique Gil y el fiscal general Néstor Martínez evaluarán el ofrecimiento de la organización armada para «tomar las acciones pertinentes».
«Se trataría de un sometimiento a la justicia, no de una negociación política», enfatizó el jefe de Estado en víspera de la llegada del papa Francisco a Colombia.
En un comunicado, Martínez aclaró que el «sometimiento colectivo de organizaciones criminales» no está previsto en la legislación colombiana, pero que una vez se defina una fórmula jurídica la organización deberá entregar todo su patrimonio ilegal junto con los cultivos y las rutas del narcotráfico.
El Clan del Golfo se conformó con los remanentes de los grupos paramilitares que combatieron a muerte a las guerrillas izquierdistas que ya negociaron la paz o están en diálogos con el gobierno de Santos.
La mayoría de esas milicias derechistas se desmovilizaron en 2006, pero algunos de los comandantes organizaron nuevas bandas dedicadas al tráfico de drogas y la minería ilegal.
Tienen presencia en 236 de los 1052 municipios de Colombia, principalmente en el Pacífico, un lugar estratégico para la salida de cargamentos de droga, indicó a AFP el experto de la Fundación Paz y Reconciliación, Ariel Ávila.
En 2015, Colombia, el mayor productor de cocaína en el mundo según la ONU, lanzó una ofensiva por aire y tierra contra el Clan del Golfo en las selvas del noroeste del país.
De un ejército de 4.000 miembros, la organización se redujo a unos 1.800 tras los golpes propinados por las autoridades, incluida la muerte, el jueves último, de Roberto Vargas Gutiérrez, alias «Gavilán», segundo al mando de la banda.
Conocida antes como Clan Úsuga o Los Urabeños, la organización controla hasta un 45% del tráfico de droga hacia Estados Unidos, a través de las llamadas rutas del Pacífico por cuyos puertos salen lanchas rápidas cargadas de droga con destino a Centroamérica y México, según Ávila.
El Clan del Golfo devino en un «cártel que tiene un poder militar grande, logra administrar gran parte de las rutas del narcotráfico y la producción de cocaína» y tiene «muy buenas relaciones con los mexicanos», agregó el analista.
– El más buscado –
Tras la muerte de Gavilán, las autoridades están tras Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, jefe máximo del Clan, el hombre más buscado en Colombia y por quien Estados Unidos ofrece una recompensa de cinco millones de dólares.
El Departamento de Estado describe a Otoniel como el líder de una organización «fuertemente armada, extremadamente violenta», que «usa la violencia y la intimidación» para controlar el narcotráfico.
Úsuga, de 45 años, es un exguerrillero y exparamilitar que controla una zona bananera de Urabá, fronteriza con Panamá.
Los analistas coinciden en que es un campesino no ideologizado en cuyo prontuario, además del narcotráfico, se incluye minería ilegal y paso de inmigrantes a Panamá.
Además, la policía lo acusa de pagar a lugareños y lugartenientes por llevarle niñas vírgenes a sus guaridas.
El líder del Clan del Golfo ha logrado escabullirse con tácticas guerrilleras. Solo se comunica a través de correos humanos y cada tres horas cambia de lugar, según la policía.
A raíz de la ofensiva oficial, la organización activó el llamado «plan pistola», una estrategia de intimidación que empleó en su momento el abatido capo del narcotráfico Pablo Escobar.
Hasta mayo diez policías habían sido asesinados en medio de esta campaña a través de la cual los narcotraficantes pagan a cualquiera que asesine a un uniformado.