Santiago (AFP) – La inédita elección paritaria del próximo domingo en Chile para escoger a quienes redactarán la nueva Constitución, marcará un paso más en la participación y representación electoral de las mujeres y consagra un grito que resonó en las calles del país: «Nunca más sin nosotras».
Han pasado 72 años desde que Chile concediera el derecho a voto a las mujeres que ahora serán protagonistas del proceso electoral más importante de las últimas tres décadas en el país, la elección de los 155 miembros de la Convención Constituyente que redactará una nueva Carta Magna para reemplazar a la vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Esta será la primera vez en el mundo que se realice una elección bajo criterios de paridad de género tanto para la inscripción de candidatos como para definir los representantes que resulten elegidos. Así, por ejemplo, si dos hombres son los más votados, la lista correrá hasta la mujer con más sufragios.
«Este es un punto de inflexión en la participación política de las mujeres», dijo Mónica Zalaquett, ministra de la Mujer y Equidad de Género de Chile, en una reciente conferencia de prensa.
Si bien la ley de cuotas establecida en 2016 aumentó la participación de las mujeres en política, sigue siendo escasa en Chile. La brecha salarial (28%) tampoco ha bajado, y la participación laboral femenina es una de las más bajas de la región (41,2%).
En el actual Congreso, de los 155 diputados sólo 35 son mujeres y entre los 43 senadores se cuentan 10 mujeres.
Larga lucha –
La posibilidad de que igual número de hombres y mujeres escriban la nueva Constitución es uno de los mayores logros del potente movimiento feminista que se configuró en los últimos años en Chile.
«Esto es histórico, porque abre una ventana de posibilidades muy tremenda», dijo a la AFP Emilia Schneider, candidata constituyente que en 2019 se convirtió en la primera presidenta transgénero de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.
Schneider cobró notoriedad como vocera de la masiva marcha feminista del 8 de marzo de 2018, que antecedió a las tomas que se extendieron ese año y que fueron consideradas el punto que revitalizó al movimiento feminista chileno, que levantó la voz contra la violencia machista y abogó por una educación no sexista.
El caso que cristalizó esa campaña fue la denuncia de abuso sexual en contra de un profesor de la escuela de Derecho de la Universidad de Chile que presentó la entonces estudiante Sofía Brito, hoy en día convertida en una destacada escritora feminista que valora la paridad conseguida.
«Lo que hemos logrado en Chile es algo histórico; no solamente para nosotros sino que para todas las mujeres y disidencias a nivel mundial», dijo a la AFP.
Recién en 2017 las chilenas lograron la aprobación de una ley de aborto terapéutico, que permite la interrupción del embarazo en caso de violación, riesgo de vida para la madre o inviabilidad fetal. Hasta ese año, Chile era uno de los pocos países en el mundo que no permitía la interrupción del embarazo por ninguna causal.
Y tan solo el año pasado, se terminó con una antigua normativa que prohibía a las mujeres -no así a los hombres- volver a casarse hasta 270 días después del divorcio, con lo que se buscaba evitar dudas sobre la paternidad de los hijos.
Considerando este rezago, el logro de la paridad «es algo sorpresivo en un país que ha sido bastante lento en avanzar hacia la igualdad de condiciones de la mujer en los cargos de poder», afirmó por su parte Marcela Ríos, representante residente adjunta del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Chile.
Constitución con perspectiva feminista –
En el país del colectivo feminista Las Tesis, elegido por la revista Time como uno de los líderes más influyentes de 2020 tras popularizar su performance «Un violador en tu camino» sobre la violencia machista, las mujeres todavía tienen muchos temas para abordar.
«La perspectiva feminista y de disidencias sexuales es algo que queremos dar en todo el proceso constituyente, porque hay una tendencia de sectores más conservadores de achicar nuestros espacios» y reducirlo sólo a los temas de violencia o de derechos sexuales y reproductivo, dijo Schneider.
«Una Constitución tiene que considerarse con perspectiva feminista desde su primer artículo», planteó por su parte Brito.
Sin embargo, las dos advierten que el solo hecho de que sean electas mujeres no garantiza que se plasmen las ideas feministas en la nueva Constitución: «Hay que tener en cuenta que el feminismo no es una identidad sino que un proyecto político y visión de mundo», aseguró Schneider.