La Peñita (Panamá) (AFP) – El secretario interino de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kevin McAleenan, visitó este viernes bajo fuertes medidas de seguridad una base de recepción de migrantes en la frontera de Panamá con Colombia, en medio de la presión de su gobierno por poner freno al flujo de indocumentados.
McAllennan llegó a la Estación Temporal de Asistencia Humanitaria de La Peñita, una localidad indígena panameña fronteriza con Colombia, un día después de discutir con autoridades de Centroamérica y Colombia acciones para controlar la ola migratoria de ese origen.
Jeeps con armas de guerra, policías panameños portando fusiles de asalto y una indiferencia generalizada de pobladores recibieron a McAleenan, quien llegó al lugar en una caravana de autos blindados y luciendo gafas de sol.
En medio de una asfixiante humedad, algunos migrantes corrieron a grabar el convoy con sus celulares sin saber muy bien quien era el ilustre visitante al centro.
McAleenan advirtió el jueves de la necesidad de colaborar conjuntamente para luchar contra la migración irregular que trata de llegar a Estados Unidos.
Combatir esa migración es «un reto regional» porque las organizaciones criminales «que estamos tratando de abordar son transfronterizas», dijo McAleenan en la cita.
Según el diario estadounidense The Washington Post, McAleenan iba a proponer a Panamá aceptar migrantes rechazados por las autoridades norteamericanas, pero el funcionario y el presidente panameño, Laurentino Cortizo, negaron esa información.
– Que no cierren la frontera –
Sin embargo, varios extranjeros que intentan llegar a Estados Unidos ya advirtieron que la corriente migratoria va a continuar.
«La emigración no la para nadie, es una cosa que sigue. Estados Unidos es una de las mayores potencias del mundo y todo el mundo quiere ir para allá con su sueño (…) eso no se controla», declaró a la AFP el cubano Efrén Villavicencio.
«Detener la migración es muy difícil. Estamos yendo para Costa Rica, Guatemala y México para llegar a Estados Unidos. Si nos detienen, ¿cómo vamos a ir?», cuestionó a la AFP Thurairajah Deskaran, originario de Sri Lanka.
Durante los primeros seis meses del año, más de 13.600 migrantes de India, Camerún, Congo, Angola y Guinea han pasado, junto a cubanos y haitianos por La Peñita.
En ese poblado indígena de rudimentarias casas de madera y techos de paja -que llegó a tener más de 1.500 migrantes cuando su capacidad era para un centenar- los emigrantes reciben asistencia humanitaria mientras esperan ser trasladados a Costa Rica.
«Nosotros estamos pasando de país a país para conseguir trabajo y una vida mejor. Para nosotros es mejor que nos dejen pasar y que no quieran cerrar (la frontera)», indicó por su parte a la AFP el haitiano Wisly Septembre.
«Este es el camino para ir y salvar nuestras vidas, este es el único camino, la migración nos tiene que ayudar», declaró por su parte el pakistaní Hassan Nawaz.
– En manos de coyotes –
Washington y los países centroamericanos advirtieron en una declaración conjunta que las organizaciones criminales de tráfico de personas explotan a «los migrantes vulnerables a través de campañas de desinformación para estimular los viajes ilícitos a la frontera de los Estados Unidos», donde van a «enfrentar un proceso de deportación inmediata».
La mayoría de los emigrantes, antes de llegar a La Peñita, pasaron por la inhóspita y densa selva del Darién, fronteriza con Colombia.
En esa jungla, de 575.000 hectáreas, enfrentan serranías, ríos caudalosos, serpientes venenosas, jaguares, arañas, alacranes, lagartos, abejas africanas y la actividad de grupos criminales.
Para realizar su travesía, pagan miles de dólares a los «coyotes» por cada país que cruzan, por lo que temen que una menor vigilancia supondría un mayor riesgo a sus vidas.
«Si tratan de impedir el flujo de migrantes igual van a seguir pasando ilegalmente. Las consecuencias es que va a haber más violaciones y más muertes porque va a haber menos control», advirtió por su lado la cubana Yaima García.
«Los coyotes se van a seguir beneficiando más y vamos a coger más riesgo para la vida de nosotros», añadió.
Mientras tanto, ajeno a estos sufridos testimonios, McAleenan recibió unas breves explicaciones sobre la función de la estación en su media hora de visita a La Peñita. Posteriormente, abordó uno de los autos blindados del convoy sin tener contacto con ningún emigrante, apenas un niño le saludó con su mano cuando inició su partida.