Las Chinamas (El Salvador) (AFP) – Unos 2.000 salvadoreños, en su mayoría jóvenes de comunidades pobres, marcharon este sábado desde un paso fronterizo con Guatemala para reclamar a la sociedad y al gobierno oportunidades de desarrollo para no verse forzados e emigrar.
Bajo el lema «Me quedo en El Salvador», los jóvenes, de diferentes zonas del país y algunos acompañados por sus padres y abuelos, se concentraron en el paso fronterizo de Las Chinamas, 100 km al oeste de San Salvador.
Usando camisetas blancas y gritando a todo pulmón la frase «apoyemos la integración», caminaron desde la frontera un par de kilómetros en dirección al interior del país, para simbolizar su deseo de no migrar.
«La clave está en que, si queremos cambiar como sociedad, que haya más progreso, inclusión, hay que trabajar en conjunto. Eso nos abre oportunidades a todos, no solo los jóvenes que muchas veces, porque no las hay, deciden irse del país», dijo a la AFP José Fernández, estudiante de administración de empresas de 21 años.
Según cifras de organizaciones que trabajan con migrantes, entre 200 y 300 salvadoreños abandonan a diario su país, sin documentos, rumbo a Estados Unidos.
«Creo que por medio de un proyecto de integración se pueden generar las condiciones adecuadas para tratar de erradicar o al menos minimizar la migración que afecta nuestro país», expresó Jairo Acuña, de 26 años.
«Caravana al revés» se llamó la caminata, en contraposición a las caravanas de cientos y hasta miles de migrantes centroamericanos -de Guatemala, Honduras y El Salvador- que han intentado llegar a Estados Unidos.
Huyen de la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades, acentuadas por la pandemia de covid-19. En el trayecto, por el que deben de pagar miles de dólares a los traficantes de personas, los migrantes enfrentan una serie de peligros, son víctimas de asesinatos, abusos, secuestro y explotación.
Prevención de la violencia –
«Queremos menos migración, entonces que haya más integración, es muy necesario que le respondamos a la gente, no es posible que se le siga robando el futuro a los pobres», aseguró a la AFP el presidente de la Fundación Forever, el argentino Alejandro Gutman, organizador de la marcha.
Se trata, según Gutman, de que el gobierno, la empresa privada y las organizaciones civiles «se integren» para apoyar proyectos que permitan a los jóvenes culminar sus estudios de secundaria y universidad, y que con una carrera profesional puedan optar por un trabajo que de calidad de vida a su familia.
En todo el país, precisó, la fundación ha ayudado en el último año, en conjunto con universidades privadas, a unos 1.000 jóvenes -entre ellos Jairo- para que tengan una carrera universitaria.
La fundación no solo trabaja con muchachos, también integra en muchos casos a los padres y abuelos como promotores voluntarios en temas sociales como prevención de la violencia en las comunidades, que en muchas zonas de Guatemala, Honduras y El Salvador están controladas por las pandillas.
Misael López, de 58 años, es voluntario de la Fundación Forever en una comunidad pobre en la ciudad de Soyapango, en la periferia este de San Salvador, y da charlas a los chicos sobre temas de prevención de violencia.
«Vamos a la escuelas y les hablamos a los jóvenes sobre nuestras experiencias de vida», dijo López a la AFP.
David Díaz, director administrativo de la privada Universidad Modular Abierta (UMA), opinó que la tarea debe comenzar transformando las vidas de los jóvenes y de sus comunidades.
«Si queremos que los jóvenes se queden, que no migren, entonces unámonos, apoyando proyectos de desarrollo y haciendo que los jóvenes se conviertan en replicadores de su experiencia en sus comunidades», dijo Díaz.
De acuerdo con Gutman, al menos una decena de universidades se han sumado a la iniciativa y apoyan otorgando becas de estudio.