Santa Sede (Italia).- El 25 de febrero de 2025 quedará marcado como un día histórico para Venezuela. En una decisión largamente esperada, el Papa Francisco aprobó la canonización del Dr. José Gregorio Hernández, convirtiéndolo en el primer santo venezolano. 

Conocido como el «médico de los pobres», Hernández fue un hombre de ciencia y fe, cuya dedicación a los más necesitados y su profunda espiritualidad lo convirtieron en una figura venerada en su país y más allá de sus fronteras.  

El anuncio fue hecho por Monseñor Raúl Biord Castillo, arzobispo de Caracas, a través de su cuenta en X. 

«Con mucha alegría puedo anunciar como arzobispo de Caracas que hoy el Santo Padre, nuestro querido Papa Francisco, ha aprobado el voto positivo de cardenales y obispos para la canonización de nuestro querido beato José Gregorio Hernández». 

Biord Castillo añadió que el Papa convocará un consistorio para definir la fecha de la ceremonia oficial.  

Para Venezuela, esta canonización representa un hito espiritual y cultural, ya que Hernández ha sido por décadas una figura de devoción popular, tanto dentro como fuera de la Iglesia católica. Su vida ejemplar, marcada por el altruismo, la entrega a los enfermos y una fe inquebrantable, lo convirtió en un referente moral en tiempos de crisis.  

José Gregorio Hernández Cisneros nació el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, un pequeño pueblo del estado de Trujillo. Desde joven, mostró un talento excepcional para el estudio y un fuerte sentido de empatía. 

Aunque inicialmente consideró estudiar derecho, su madre lo convenció de que siguiera la carrera de medicina, una decisión que lo llevaría a convertirse en un pionero de la salud en Venezuela.  

En 1888, obtuvo su título de médico en la Universidad Central de Venezuela y recibió una beca para estudiar en París, donde se especializó en bacteriología, microbiología, fisiología e histología. 

Su regreso a Venezuela marcó el inicio de una carrera académica y médica en la que introdujo avances científicos clave en el país. Sin embargo, más allá de sus contribuciones intelectuales, lo que lo hizo realmente inolvidable fue su incansable labor con los más pobres.  

Atendía gratuitamente a los enfermos que no podían pagar consultas médicas, les compraba medicinas de su propio bolsillo y arriesgó su vida durante la pandemia de gripe española de 1918, atendiendo a pacientes sin protección adecuada. 

Su fe católica era el motor de su vocación de servicio. Intentó ingresar dos veces a la vida monástica, en 1908 y 1913, pero su frágil salud le impidió completar el proceso. 

El 29 de junio de 1919, su vida se truncó trágicamente cuando fue atropellado en Caracas mientras iba a llevar medicamentos a un paciente. Su muerte causó una conmoción nacional y su funeral congregó a más de 20.000 personas, una cifra enorme para la época.  

El camino hacia su santidad comenzó en 1949, cuando la Iglesia católica inició formalmente el proceso de evaluación de su legado. En 1986 fue declarado «Venerable» y, en 2020, el Papa Francisco aprobó su beatificación tras el reconocimiento de un milagro: la recuperación inexplicable de una niña de 10 años, Yaxury Solórzano, que había recibido un disparo en la cabeza y cuya madre oró por su intercesión.  

Para la canonización, la Iglesia requería la verificación de un segundo milagro. Aunque los detalles específicos aún no se han revelado, su aprobación llevó al Papa Francisco a firmar el decreto que lo eleva a la santidad. La Arquidiócesis de Caracas lo describió como «un acontecimiento histórico, largamente esperado por el pueblo venezolano».  

El cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, arzobispo emérito de Caracas, destacó la trascendencia de esta canonización. 

«José Gregorio Hernández es un ejemplo de santidad, de entrega, de vida bautismal. En este año jubilar, en este año santo, tengamos a este primer santo venezolano no solo para admirarlo, sino para seguir sus huellas y ser constructores de un mundo mejor», dijo el cardenal.  

Su figura trasciende lo religioso y se ha convertido en un símbolo de unidad para Venezuela, un país marcado por crisis económicas y sociales. Su imagen, a menudo representada con una túnica blanca en lugar de su traje negro tradicional, es un recordatorio de que la fe y la compasión pueden coexistir con el conocimiento científico.  

El Papa Francisco aprobó su canonización mientras se encontraba en un hospital en Roma, recuperándose de una neumonía, lo que añade un simbolismo especial a este evento. Aunque aún no se ha fijado la fecha de la misa de canonización, el solo anuncio ha llenado de júbilo a los venezolanos y a todos los que han seguido la historia de este hombre excepcional.  

«José Gregorio Hernández es un santo para nuestro tiempo, un modelo de laico cristiano que nos invita a vivir la fe con alegría y compromiso», afirmó la Arquidiócesis de Caracas en un comunicado. Para muchos, Hernández ya era un santo en el corazón del pueblo. 

Ahora, su santidad es reconocida por la Iglesia, consolidando su legado como un faro de esperanza y humanidad en tiempos difíciles.