Valle de Ferganá (Uzbekistán).- En el invernadero doméstico de Odina Sattorova en el valle de Ferganá (Uzbekistán), maduran tomates grandes y llenos de sabor.
Su perfecta forma, su brillante color y su suave textura —indicadores inequívocos de su calidad— son el resultado de muchos días de intenso trabajo en el invernadero.
Odina, que desde que era joven ha trabajado en invernaderos cuidando plántulas y ayudando a cosechar uvas, estaba acostumbrada a este tipo de trabajo duro. Su familia dependía de la agricultura para ganarse la vida.
Pero ahora, a sus 43 años, esta agricultora ha aprendido que existen nuevas técnicas “inteligentes” de cultivo que reducen la mano de obra y aumentan notablemente la productividad y la rentabilidad.
Los hechos hablan por sí solos. Actualmente, Odina produce semanalmente unos 400 kilogramos de tomates en la temporada de cosecha, mientras que antes apenas llegaba a 120 kilogramos.
Además de la cantidad, la calidad del producto también ha mejorado. Los frutos son uniformemente lisos, grandes y más sabrosos que los anteriores.
Odina aprendió a utilizar estas técnicas transformadoras gracias al proyecto “Agricultura inteligente para las generaciones futuras”, llevado a cabo por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Con el apoyo financiero de la República de Corea, este proyecto se puso en marcha en 2021 en Uzbekistán y Viet Nam con el objetivo de introducir nuevos métodos y herramientas de cultivo que redujeran el consumo de agua y la mano de obra y, a la vez, incrementaran el rendimiento y la calidad de los cultivos, así como los ingresos.
El proyecto introducía innovaciones simples en la gestión del agua, el control de plagas y el mejoramiento de los invernaderos, por ejemplo, el uso de una malla de sombra de plástico sobre el invernadero, en lugar de la tradicional cubierta de arcilla, para evitar el sobrecalentamiento.
La nueva película de plástico no solo es más duradera, sino que también absorbe la radiación ultravioleta y previene la condensación en el interior del invernadero.
De todas las herramientas introducidas por el proyecto, Odina considera que el sistema de riego por goteo es la más útil y eficaz. El sistema de riego incluye un mecanismo de fertilización que le permite proporcionar nutrientes a los cultivos.
El sistema también mide la salinidad y acidez del agua y, lo que es más importante, regula su uso, generando un ahorro de este valioso recurso.
Las cuestiones relacionadas con el agua siempre han sido cruciales para el distrito de Uzbekistán en el que vive Odina. Al encontrarse muy próxima a la frontera con Kirguistán, esta zona ha tenido una fuerte dependencia de las fuentes hídricas procedentes del país vecino.
Por otro lado, al estar situada a una altitud de 677 metros sobre el nivel del mar, con terrenos escarpados y desarbolados, la excavación de pozos no es una opción válida, ya que suele tratarse de excavaciones muy profundas y costosas.
En este contexto, los agricultores acostumbraban a recurrir a canales que traían el agua hasta las aldeas desde las montañas. Los agricultores tenían que esperar su turno para usar el agua para regar sus tierras.
Ahora el agua se recoge en un depósito especial y se utiliza posteriormente cuando se necesita, con un sistema de riego de los invernaderos automatizado.
El suministro uniforme de agua que proporciona el sistema de riego por goteo mantiene la humedad necesaria del suelo y del invernadero en su conjunto.
Esto es importante porque, cuando hay demasiada agua, el exceso de humedad crea un entorno favorable para el desarrollo de enfermedades vegetales.
“Es muy útil, me ahorra tiempo y esfuerzo, y lo que es más importante: ahorra agua”, explica Odina refiriéndose al sistema de riego por goteo.
“Antes no sabía lo importante que era mantener un registro constante de temperatura y humedad dentro del invernadero. No sabía cómo prevenir la propagación de diferentes enfermedades vegetales, por lo que solíamos perder una parte importante de la cosecha. Aprendí esto y más cosas útiles durante los cursos de la FAO”, señala.
Con estas nuevas habilidades y prácticas, Odina ha convertido su negocio de producción de tomates en una próspera pequeña empresa y gana entre el doble y el triple de ingresos que antes.
Nuevos métodos para el crecimiento verde
Los vecinos y visitantes que se acercan a la finca de Odina notan enseguida las mejoras realizadas en el invernadero, como el mosquitero que cubre todas las aberturas, la esterilla desinfectante situada a la entrada y las trampas adhesivas para plagas, todo lo cual contribuye a reducir al mínimo el uso de plaguicidas.
“Es más fácil evitar que las plagas y enfermedades entren en el invernadero que combatirlas después”, indica Luciano Rovesti, experto de la FAO en gestión integrada de plagas.
“Son innovaciones tecnológicas simples pero importantes que ayudarán mucho a reducir la incidencia de las plagas, del mismo modo que el establecimiento del riego por goteo reduce la incidencia de las enfermedades vegetales”.
La digitalización es otro aspecto importante de la gestión de invernaderos.
El proyecto está probando el equipamiento de los invernaderos con sensores y software para medir la humedad del suelo, la radiación solar y la humedad y temperatura del aire.
A continuación, estos datos se visualizan en los dispositivos móviles de los agricultores y esto les permite controlar a distancia el microclima de los invernaderos y regar en el momento oportuno.
Para la familia de Odina, los ingresos adicionales provenientes del próspero invernadero doméstico son más que bienvenidos.
Odina, que ha trabajado en casa toda la vida, ahora quiere proporcionar a sus hijas las oportunidades que ofrece la educación superior. Está ahorrando el dinero que gana para costear los estudios universitarios de sus hijas.
Una de ellas estudia Medicina y la otra Magisterio, y la más pequeña se prepara para entrar en la universidad.
El de Odina es uno de los 40 invernaderos que la FAO ha modernizado en las regiones uzbekas de Andiján, Namangan y Ferganá. Cuando la agricultura se hace “inteligente” y los ingresos se vuelven sostenibles, la confianza en el futuro aumenta.
Este año el proyecto aspira a incrementar el número de invernaderos optimizados y a hacer aún más extensivas estas prácticas sostenibles.
El agua es vida; el agua es alimento. Es una fuerza motriz para las personas, las economías y la naturaleza, y la base de nuestros sistemas alimentarios. Pero este precioso recurso no es infinito.
En vísperas del Día Mundial de la Alimentación, el 16 de octubre, aprovechamos la oportunidad para dar las gracias a los #HéroesDeLaAlimentación que están emprendiendo la #AcciónPorElAgua para gestionar el agua de forma inteligente, al tiempo que nos proporciona alimentos ahora y en el futuro, sin dejar a nadie atrás.
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