Barranquilla (Colombia) (AFP) – La colombo-francesa Íngrid Betancourt, exrehén de las FARC, retiró este viernes su aspiración presidencial para unirse a la campaña del empresario independiente Rodolfo Hernández, el candidato que más crece según las últimas encuestas que lo dan tercero en intención de voto.
«He tomado la decisión de apoyar al único candidato que hoy puede derrotar el sistema (…), vamos a hacer un paso al costado para apoyar a Rodolfo», dijo Betancourt en una conferencia de prensa junto al aspirante de 77 años.
En un sondeo divulgado este viernes por la firma Invamer Hernández registra un 20,9% de los apoyos frente al 13,9% de abril, por detrás del izquierdista Gustavo Petro (41%) y el derechista Federico Gutiérrez (27,1%).
Si ninguno de los candidatos logra más del 50% de los votos, la elección se definirá en una balotaje entre los dos primeros el 19 de junio.
Betancourt aseguró que Hernández «es el único candidato que puede llegar a segunda vuelta y derrotar a Petro o a Fico (Gutiérrez)», el nombre con el que hace campaña el exalcalde de Medellín (noroeste).
Secuestrada por la guerrilla FARC entre 2002 y 2008, cuando fue rescatada en un operativo militar, Betancourt registraba un 0,8% de la intención de voto antes de renunciar a su candidatura.
Veinte años después de su primer intento de dirigir el país que terminó frustrado por el secuestro, la política de 60 años volvió al ruedo en enero como una alternativa de centro.
Pero en menos de tres meses sembró el caos en esa coalición para luego renunciar, decidir correr por su cuenta y retirarse de nuevo este viernes.
– Indescifrable –
Hernández, exalcalde de la ciudad de Bucaramanga (2016-2019), ha sorprendido con su avance en las encuestas, a pesar de no estar adscrito a ningún partido ni haber participado en las primarias de marzo, en las que las coaliciones de centro, derecha e izquierda definieron sus candidatos.
Su ascenso ha dejado prácticamente sin opciones al ganador de la primaria centrista, Sergio Fajardo (5,1%).
Con gran espontaneidad para expresarse frente a las cámaras y un mensaje anticorrupción, el ingeniero y constructor ha calado en el electorado colombiano, hastiado de las élites conservadoras y liberales que tradicionalmente han gobernado el país.
Pero su escasa trayectoria política y su programa de gobierno lo hacen difícil de ubicar en el espectro político.
Por un lado retoma banderas progresistas como legalizar el consumo recreativo de marihuana y replantear la lucha antidroga a nivel global en el mayor productor de cocaína del mundo. También coincide con la izquierda en cuestionar el impacto que los tratados de libre comercio han tenido sobre la agricultura colombiana y propone frenar la importación de alimentos que se producen en el país.
En cuanto a la guerrilla del ELN, la última reconocida en Colombia, propone un acuerdo similar al que el gobierno de Juan Manuel Santos firmó en 2016 con las FARC.
Pero tiene otras propuestas de inclinación derechista:
Le abre la puerta al fracking para potenciar la industria petrolera y plantea endurecer la política migratoria del actual gobierno, que regularizó a casi un millón de venezolanos indocumentados. Al respecto, advierte que cientos de miles migrantes que no han iniciado este trámite «podrán ser deportados».
«A nosotros no nos importa si es de izquierda o de derecha lo que nos importa es que sea limpio, que sea honesto», enfatizó Betancourt.