Buenos Aires (AFP) – Argentina registró una inflación de 6,7% en marzo y los precios al consumo acumularon un aumento de 16,1% en el primer trimestre de 2022, en medio de un creciente malestar social, con manifestaciones que exigen más ayudas del gobierno.
La inflación anualizada llegó en marzo a 55,1%, una de las más altas del mundo, según informó este miércoles el estatal Instituto de Estadísticas.
El rubro de alimentos tuvo un incremento de 7,2% en el mes de marzo. También hubo alzas fuertes en educación (23,6%), prendas de vestir y calzado (10,9%) y vivienda, agua, electricidad y gas (7,7%).
Este mismo miércoles, miles de manifestantes marcharon hasta la casa de gobierno para reclamar al presidente Alberto Fernández puestos de trabajo y mayor asistencia del Estado.
«Yo la veo muy mal la cosa, la economía se le está yendo de las manos a este gobierno», opinó Mario Almada, un albañil de 60 años cuya mayor preocupación es que «la plata no alcanza para comprar la comida».
La disrupción de la guerra –
El salto inflacionario había sido anticipado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, quien esta semana señaló que la cifra estaría por encima del 6% mensual.
El ministro destacó que «el mundo está viviendo el peor proceso inflacionario en décadas. Esto que está pasando con la guerra (en Ucrania) es una disrupción muy fuerte en toda la cadena productiva».
Pero a la vez sostuvo que necesita más apoyo político para que surtan efecto sus planes económicos, en momentos en que la coalición gobernante se encuentra dividida por el acuerdo suscrito hace pocas semanas con el Fondo Monetario Internacional.
«La inflación se ataca con política macroeconómica, y aquí se necesitan dos cuestiones: una es un programa económico. Eso hoy ya existe. Pero, por otro lado, se necesita el apoyo político, porque la economía no funciona en un vacío. Si la política está desordenada, es mucho más difícil lograr cualquier cosa», declaró Guzmán en una entrevista de televisión.
Argentina acordó con el FMI un programa crediticio de facilidades extendidas por 44.000 millones de dólares que contempla una importante reducción del déficit fiscal, de 3% del PIB en 2021 a 0,9% en 2024, y proyectó para este año una inflación entre 38% y 48%.
Ese acuerdo fue aprobado por el parlamento argentino, aunque un sector de la coalición gobernante Frente de Todos cercano a la vicepresidenta Cristina Kirchner votó en contra.
El economista Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la privada Universidad de Belgrano, atribuyó la disparada de la inflación al impacto de los aumentos que estaban previstos en energía y en educación, pero también al efecto que tuvo «el incremento en los precios de las commodities (materias primas), por la guerra en Ucrania».
«Como si esto fuera poco, se agregó el anuncio por parte del presidente Alberto Fernández acerca de una ‘guerra contra la inflación’. Ello generó remarcaciones preventivas de precios, por temor a su congelamiento», añadió.
En busca de compensar los aumentos, el gobierno renovó esta semana un plan de acuerdo de precios para productos básicos, que existe desde 2013, y creó un fondo de estabilización del precio interno de la harina de trigo.
Ya en febrero, el gobierno había aumentado 50% la ayuda que reciben unos 2,4 millones de beneficiarios para la compra de alimentos, llevándola a unos 6.000 pesos (50 dólares) mensuales por persona.
Argentina experimenta una reactivación de la economía con 10,3% de crecimiento en 2021 luego de más de dos años de recesión, pero esa cifra se ve opacada por la alta inflación que erosiona el poder de compra, y por la pobreza que alcanza a 37% de la población.
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